Cultura

“Estábamos siendo muy injustos”: Salomón Bazbaz Lapidus y una misión de vida por reivindicar la cultura viva mexicana

El especialista en patrimonio cultural asegura ver su trabajo como un propósito de vida, pero también una fortuna.

En México existen muchas artesanías que tienen su origen en los pueblos originarios y que se han mantenido vivas hasta la actualidad gracias a la enseñanza de generación en generación dentro de las comunidades. Sin embargo, aunque los portadores culturales no siempre lo saben, sus conocimientos y oficios poseen un valor histórico y cultural invaluable. 

Es por esto que Salomón Bazbaz Lapidus, especialista en patrimonio cultural y consultor de la UNESCO, comparte su labor.

Él fue parte del expediente que reconoció a los Voladores de Papantla como Patrimonio de la Humanidad y actualmente trabaja en la salvaguardia de los bordados mayas. En entrevista con MILENIO, habló sobre su trabajo, su experiencia y su cosmovisión respecto a los pueblos originarios.


Salomón Bazbaz Lapidus, la reivindicación del “patrimonio vivo”

Salomón Bazbaz Lapidus, experto en patrimonio inmaterial y consultor de la UNESCO, relata cómo comenzó una carrera que lo ha llevado a adentrarse en la vida y obra de distintos portadores culturales.

“Yo empecé en la práctica y después entré a la teoría. Posteriormente me contrató la UNESCO; soy especialista en patrimonio cultural inmaterial y me toca hacer trabajos en diferentes lugares del mundo. En los últimos tres años he estado en toda la región de la península haciendo un plan de salvaguardia del bordado maya yucateco, que fue nombrado patrimonio cultural de Yucatán”.

También expresa su felicidad por haber fundado el Centro de Artes Indígenas, una escuela de tradición en Tajín: “una escuela donde los abuelos les enseñan las diferentes artes”.

Salomón Bazbaz Lapidus, especialista en patrimonio cultural
Salomón Bazbaz Lapidus, especialista en patrimonio cultural | César Luis García


Reconocimiento al humano, no solo al monumento

Algo que destaca Salomón es cómo la sociedad ha reconocido a las grandes civilizaciones prehispánicas, pero ha ignorado a los pueblos que aún existen hoy.

“En la península se había privilegiado al maya de piedra sobre el maya de carne y hueso. Se dice: ‘los mayas, qué magnífica civilización, pero desaparecieron’. ¿Cómo que desaparecieron? Hay 700 mil hablantes. Entonces nos dimos a la tarea de encontrar todas las manifestaciones vivas: ceremonias, danza, música y artesanía, y ha sido impresionante”.

Pone como ejemplo a los Voladores de Papantla: “En cuestión de patrimonio cultural vivo hay que trabajar con los portadores vivos. En el caso de los voladores se reunieron todos los portadores; no solo hay en Papantla, los hay desde Nicaragua hasta el norte de Jalisco”.


El trabajo detrás del patrimonio inmaterial de la UNESCO

El experto explica cuáles son los pasos previos para que una manifestación sea reconocida como “patrimonio vivo”.

“Invitamos a todos y, junto con ellos, comenzamos a trabajar el plan de salvaguardia, que incluye una serie de medidas para actualizar y revitalizar las manifestaciones: documentación, identificación, protección, educación, transmisión, difusión y visualización”.

Destaca que lo esencial es que los portadores tengan voz: “La idea es que ellos nos digan cómo salvaguardar su futuro. Durante años llegaron otras personas a decirles qué hacer, pero lo importante es su voz, lo que son ellos y lo que hacen. Eso sí, es fundamental investigar antes para tener un contexto”.


Una cultura que forma parte de su vida cotidiana

Es importante entender que muchos portadores culturales no son conscientes del valor histórico de lo que hacen, pues para ellos su oficio es simplemente su trabajo y sustento.

“Hay que ser muy respetuoso, muy decente con lo que hacen y nunca llegar a imponer nada. Es toda una técnica ganarte su confianza, que te platiquen y tener una visión clara de hacia dónde vas, porque si no puedes confundir a la gente, y eso es lo peor que puedes hacer”.

Continúa: “Por estar en su trabajo, no se dan cuenta de la importancia que tienen para México, para el mundo, para su comunidad. Cuando llegas y les dices que lo que hacen es importantísimo, comienzan a reconocer su valor histórico y cultural”.

Una reivindicación de los artesanos y pueblos originarios

Aunque los mexicanos sienten orgullo por sus raíces, durante mucho tiempo los pueblos originarios fueron discriminados, considerados menos y objeto de burla. Hoy, poco a poco, esa realidad está cambiando.

“Ha cambiado mucho en los últimos años, afortunadamente. Hace 50 años a la gente indígena no la dejaban usar su traje ni hablar su lengua. Había una política cultural que buscaba que todos fuéramos iguales, y eso provocó discriminación incluso entre generaciones. Muchas personas dejaron de enseñar para evitar que los discriminaran”.

La riqueza mexicana, al igual que la de todos los pueblos originarios, es inmensa, y ahora se entiende que la diversidad suma.

“Hoy la diversidad es un valor, y nos damos cuenta de que vivimos en un país maravilloso con 68 lenguas, 68 pueblos y 68 formas distintas de ver el mundo. Eso nos enriquece muchísimo. Es una reivindicación de las artes populares mexicanas, donde reconocemos que la riqueza es infinita y que estábamos siendo muy injustos desde las instituciones con los verdaderos portadores. Por eso se crea Original en México, las leyes de salvaguarda del patrimonio indígena y afromexicano, y proyectos de iniciativa privada como la Feria Xcaret. Ya no es solo responsabilidad del gobierno, sino también de las comunidades y de la sociedad civil”.

Feria Xcaret de Arte Popular Mexicano
Feria Xcaret de Arte Popular Mexicano


Cuidado frente a la apropiación cultural

El gran reto actual es proteger el trabajo de los artesanos sin convertirlo en una industria.

“Hoy tienen muchas más oportunidades y difusión, pero el desafío es que no se pierdan las tradiciones, sino que se fortalezcan. Ese es el gran reto. Es una ley justa que debía existir, pero hay que saber cómo y cuándo aplicarla”.

Respecto a las polémicas con empresas multinacionales que han utilizado diseños o ideas de comunidades indígenas, afirma que la mejor herramienta es la educación:

“Tenemos que enseñarles a los portadores todo el abanico de leyes, las oportunidades, beneficios y riesgos, para que ellos tomen sus propias decisiones”.

Finalmente, reflexiona sobre su trabajo y su propósito: “Me siento muy afortunado porque he estado con gente maravillosa. Ha sido casi una misión de vida. Con los pueblos indígenas, en sus ceremonias, te das cuenta de muchas cosas. Me siento muy afortunado: es un camino de flores con muchas espinas. Con el arte y la cultura se puede lograr la paz y la armonía entre los pueblos, y eso nos enriquece a todos”.


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Luis García Castrejón
  • Luis García Castrejón
  • Periodista especializado en cultura pop, música y cine. Apasionado por contar historias que conecten, capturar momentos emocionantes y convencido de que cada historia merece ser contada.
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