Cultura

Dos Passos, miope y visionario

Bichos y parientes

Si nos asomamos a la trilogía ‘U.S.A.’ descubrimos una mirada sin concesiones sobre la historia, el socialismo y la seducción del dinero.

Gertrude Stein puso el nombre: Generación perdida. Los escritores que se hicieron adultos durante la I Guerra, principalmente Stein, Faulkner, Hemingway, Fitzgerald, Steinbeck y uno cuyo nombre siempre está, pero ya casi nadie lee: John Dos Passos. Por culpa de Macario Schettino me puse a leerlo. No lo conocía y apenas terminé Paralelo 42, la primera novela de la trilogía U.S.A. Su Manhattan Transfer es la más famosa, por la película, pero la que venía al caso era ésta otra. Temas que atañen a México y a los Estados Unidos, porque Dos Passos, como buen socialista (que luego dejó de ser), se interesó vivamente por la Revolución Mexicana, estuvo siguiendo a Zapata en Morelos y se fascinó con los muralistas (Orozco fue su favorito) y su labor “evangelizadora” y socialista. Dos Passos era miope y mucho: en las fotos, la densidad de sus anteojos deforma lo que traslucen. Mala vista, pero una visión notable: U.S.A. es un gran mural, que ha de verse de cerca, en sus minucias, y de lejos, en su despliegue del siglo.

Los críticos norteamericanos —Wilson, Kazin, Gunn— no lo favorecen en la foto grupal y parecen colocarlo como secundario respecto de los otros gigantes, pero cuando sus críticas se vuelven puntuales, todos reconocen al menos un rasgo de superioridad de Dos Passos, cuando se refieren a la trilogía de U.S.A.. Hemingway y Edmund Wilson proceden con metonimias: Robert Jordan como emblema de la Guerra Española; o los saltos brillantes de ejemplo en ejemplo en la inmensa saga de Wilson, Hacia la estación de Finlandia. Pero Dos Passos no es metonímico. No es la parte por el todo. Avanza (y aunque sólo he leído Paralelo 42, husmeé las páginas de 1919 y The Big Money) con cuatro recursos: un “Noticiero” (Newsreel) de imágenes sueltas, como un collage polaroid; otra sección que llama “El ojo de la cámara” (The Camera Eye), sin puntuación y sin nunca tropezar la sintaxis, a veces usando la antigua redacción frecuente en los telegramas y el efecto hoy es el de un poema ready-made y, finalmente, algunas biografías señeras e historias más o menos trenzadas entre personajes desarrollados con sorprendente agilidad, sin faltarles hondura ni desarrollo. El efecto es estupendo: ¿leí una ráfaga o varias historias minuciosas? Ambas. Una tras otra. Dos Passos puede detener o acelerar la narración sin que se note la técnica ni se sienta la latosa presencia del autor sobre el hombro del lector.

Para cuando escribe su trilogía, Dos Passos ya había renegado de su socialismo. No se alejó de modo anímico sino con una amargura racional. La simpatía moral por la causa de los trabajadores está ahí, ondeada por lo alto, con una elegancia muy distante de los ingenuos y vulgares vítores marxeteros, y afinada por una nostalgia que se percibe a sí misma como emblema del siglo XX: la demanda de justicia social no se cumple; va quedando olvidada bajo la insurgencia seductora del dinero. Vio, antes que todos, y mucho mejor que los quejicas de la Escuela de Frankfurt, que la dinámica comercial sofoca el enojo y lo transfiere a los sótanos del resentimiento. ¿O con quién ganó Trump?

Más sintomático es el numeroso apego socialista de los escritores estadunidenses. John Reed, John Steinbeck, Upton Sinclair, Edmund Wilson… Con un sesgo. Los Estados Unidos eran tal vez el país más señalado para dar el giro marxista: el obrero en un estado de capitalismo avanzado… Pero ese capitalismo tuvo por motor al individualismo de la Self Reliance (Emerson), que confiere una autarquía a cada sujeto y hace imposible a la masa… convergen los individuos, pero no dejan de ser un yo dotado de una independencia no renunciable. Por ese pequeño hiato se cuela la seducción del dinero, el progreso, el desarrollo, y al diablo el comunismo. Los marxismos nunca han entendido el deseo. Los publicistas sí, de modo perverso. En el Infierno de Dante, se habla del Paraíso como el lugar donde se puede lo que se quiere (dove si puote ciò che si vuolle… e più non dimandare!).

En la trilogía hay un protagonista: U.S.A. El rostro cacarizo de una dinámica de la historia, que Dos Passos no deja de lamentar porque no sabe dejarla de admirar. Y uno, lector primerizo, quiere imaginar que hay alguno capaz de dar cuenta, con esa maestría, de estos tiempos, cuando el prometeico protagonista se ve viejo y vencido, alcanzado por una decadencia que quisiera taparse con tintes y cosméticos, esconder detrás de sus artefactos tonantes, pero cada vez más acusada.

AQ

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Laberinto es una marca de Milenio. Todos los derechos reservados.  Más notas en: https://www.notivox.com.mx/cultura/laberinto
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