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  • D.H. Lawrence y PEN México: cenas, reflexiones, andanzas

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El Archivo de PEN International en Austin, Texas, resguarda la correspondencia entre su sede mexicana y D. H. Lawrence. (Fotoarte: Luis M. Morales)

Desde su fundación en 1921, PEN International defiende la literatura y la libertad de expresión. En 1924, el encuentro del autor de ‘La serpiente emplumada’ con PEN México fue un episodio de intercambio cultural, amistad y compromiso con la palabra.

En 1921, Catherine Amy Dawson Scott fundó la asociación PEN en Londres, cuya audaz visión fue la de unir a los escritores más allá de las fronteras, imaginando una comunidad global donde los escritores pudieran fomentar el entendimiento y la empatía entre la gente a través de la literatura. Esta visión se ha convertido en la organización internacional de escritores más grande y antigua. PEN es un acrónimo que representa a poetas, ensayistas y novelistas. Aunque desde entonces han surgido innumerables instituciones para defender a los periodistas en peligro y la libertad de expresión, PEN sigue siendo excepcional por su firme creencia en el poder transformador de la literatura para cambiar la vida de las personas y las sociedades.

La asociación PEN México fue, después de Francia, el primer centro de escritura nacional en unirse a PEN International y respondió con claridad y convicción a la llamada que surgió de un Londres devastado que aún se tambaleaba después de la Primera Guerra Mundial. Fue un llamado a escritores alrededor del mundo para formar una comunidad arraigada en el diálogo y la humanidad compartida, con la esperanza de que tal comunión pudiera fomentar la paz y la comprensión mutua. Detrás de ese llamado yacía el reconocimiento de que, en muchos casos, los propios escritores alimentaban las llamas del odio y la xenofobia que contribuían a provocar los horrores de la guerra.

En 1923, el recién formado PEN México dirigió una carta al señor Scott, quien, como descubrirían más tarde, y probablemente para su asombro, era en realidad la señora Catherine Amy Dawson Scott. La carta, que se preserva aún con tinta borrosa sobre papel amarillo, anunciaba la primera cena formal de los miembros mexicanos de la asociación PEN, e iba acompañada de una lista de escritores distinguidos y de sus obras actuales. Entre ellos se encontraba el doctor Enrique Martínez, quien había publicado recientemente su última colección de poemas, El romero alucinado; Francisco A. de Icaza, cuya obra Teatro en México durante la época colonial ya estaba en prensa; Carlos Pellicer, quien se encontraba en la cúspide después de lanzar su nuevo libro de versos llamado Hexágonos; Alfonso Reyes, quien había publicado su libro Los dos caminos; y José Juan Tablada, quien se encontraba escribiendo desde Nueva York las obras Intersecciones y La Ciudad de Hierro. Sin duda, eran los mejores escritores mexicanos de su generación. El 26 de octubre de 1923, el grupo acordó las nueve reglas a seguir y que estipulaban la frecuencia de las reuniones, las reglas para sus elecciones y la estricta adherencia a las normas de Londres, cuando fuera necesario. Esto último incluía la propuesta de PEN International de que los centros fueran autónomos y, a la vez, parte de la red global de PEN.

Más de un año después, en 1924, notificaron a la señora Dawson Scott, ahora con el género correcto, la bienvenida a 25 miembros en PEN México. Entre ellos estaban Xavier Villaurrutia y José Gorostiza, quienes fundaron un extraordinario círculo literario, que sería conocido más tarde como los Contemporáneos. Alfonso Reyes, quien en ese momento vivía en Madrid, representó a PEN México en el congreso PEN que se llevó a cabo en Nueva York ese mismo año.

La correspondencia entre PEN México tanto con D. H. Lawrence como con Dawson Scott, citada y comentada aquí, se encuentra en el Archivo de PEN International en el Harry Ransom Center de Austin, Texas, un santuario del patrimonio literario. Esta institución extraordinaria salvaguarda los manuscritos y las cartas de algunos de los mejores escritores que han moldeado la literatura universal desde los siglos XIX y XX: Arthur Miller, Tennessee Williams, Samuel Beckett, Charlotte Brontë, Gabriel García Márquez, Kazuo Ishiguro, J. M. Coetzee, James Joyce, Isaac Bashevis Singer, Anne Sexton, Dylan Thomas y Edgar Allan Poe, entre otros.

Dentro del archivo PEN se encuentra una crónica centenaria de intensos debates y pensamiento luminoso acerca de la libertad de expresión, la naturaleza de la libertad, la rebelión, la belleza y la amistad. En él se encuentran documentos que abordan, de manera profunda, asuntos personales y políticos y que son testigos de tiempos peligrosos, de la verdad amenazada, de las voces en riesgo de ser silenciadas. Durante décadas, la organización PEN ha enfrentado casi todas las agresiones a la libertad de expresión, desde el surgimiento del fascismo y las purgas estalinistas hasta la persecución de apóstatas, la militarización a las leyes contra la difamación, el abuso de medidas antiterroristas, la censura en todas sus formas, la prohibición y quema de libros y las leyes centradas en silenciar la libertad de expresión de la comunidad LGBTQ y la restricción de las libertades digitales. La defensa de la organización PEN reverbera alrededor del mundo y posee el Estatus Consultivo Especial en las Naciones Unidas.

En el archivo se conservan los documentos que cuentan la historia de los primeros esfuerzos de PEN para defender a los escritores amenazados. El autor haitiano Jacques Roumain, arrestado y exiliado por protestar en contra de la ocupación de Estados Unidos en Haití, fue el primer caso abordado por PEN. Roumain fue acompañado de cerca por las apelaciones de la organización PEN a nombre de Federico García Lorca y Arthur Koestler. Estos documentos no son meramente históricos; son un testamento, una resistencia y una esperanza.

Es posible que en algún lugar de los cajones y cajas del archivo se encuentre el telegrama de 1936 redactado por H. G. Wells y enviado a las autoridades militares con base en Granada para intentar salvar a Federico García Lorca. En varias fuentes consultadas (2) se lee: “H. G. Wells, presidente del Club PEN de Londres, desea con ansiedad noticias de su distinguido colega Federico García Lorca y apreciará profundamente la amabilidad de una respuesta”.

El Harry Ransom Center contiene el catálogo de los logros de PEN, pero también se encuentran errores y situaciones vergonzosas, que incluyen la documentación de los centros de PEN que se coludieron con autoridades gubernamentales represivas, como en el caso de PEN en Alemania y Chile, o que realizaron elecciones fraudulentas o inexistentes. El caso de PEN México es un ejemplo reciente de irregularidades electorales. Ese centro, a pesar de sus orígenes notables aquí documentados, fue expulsado en 2023 por la Asamblea Internacional de Representantes de PEN, después de que expertos jurídicos realizaran una exhaustiva revisión de sus elecciones, precisamente cien años después de su fundación. Esta decisión subraya el firme compromiso de PEN para preservar los principios de sus estatutos asegurándose de que todos los centros miembros se adhieran a los estándares de gobierno e integridad de la organización. Y, sin embargo, junto con los fracasos se encuentran actos valerosos de reflexión, tal como cuando en 2017 PEN Chile publicó una mea culpa sin precedentes por su silencio durante la dictadura militar.

Por una guinea

En agosto de 1924, D. H. Lawrence se unió a la organización PEN International por la cuota de una guinea. En su correspondencia con Dawson Scott explica que su decisión de afiliarse fue motivada por su creencia en que “los escritores son quizá las únicas personas que son capaces de tener una comprensión imaginativa internacional”.(3) D. H. Lawrence también se sintió atraído por los ideales que fundaron PEN y hacían hincapié en la libertad artística sin interferencias políticas y sostenían que la rebelión debía residir en la propia obra. En una carta a Rolf Gardiner,(4) D. H. Lawrence describió el papel del escritor como “una batalla personal”, explicando que esto implicaba “destrozar lo que saben que está podrido”. En la misma carta, expresó que no le preocupaba hacer enemigos a través de su escritura; de hecho, daba la bienvenida a la confrontación respondiendo de manera desafiante: “como si no fuera eso lo que quisiera”.

Cabe mencionar que, a pesar de que PEN se fundó originalmente como una organización apolítica, esta posición cambió en forma significativa durante la Segunda Guerra Mundial. El momento crucial llegó cuando los simpatizantes nazis se apoderaron del centro PEN alemán, lo que provocó una revisión esencial del papel de PEN en la vida política. Uno de los momentos más destacados tuvo lugar en el congreso de PEN de 1933 organizado en Dubrovnik, Yugoslavia, cuando Ernst Toller (a quien Joseph Goebbels declaró como “el enemigo político número uno” de los nazis alemanes y cuyas obras ese mismo año fueron lanzadas a la hoguera), se enfrentó al PEN alemán por su silencio. Su histórico discurso finalizó con estas palabras:

La locura gobierna nuestros tiempos, la barbarie domina a nuestra gente. No nos debilitemos, el aire que nos rodea se desvanece cada vez más. El poderoso escucha la voz del espíritu y la voz de la humanidad solamente cuando sirve como un frente para fines políticos. No nos debilitemos, los políticos solo nos toleran y nos persiguen cuando nos volvemos desagradables. La voz de la verdad nunca fue grata.
A través de los siglos, pensemos en Sócrates, Giordano Bruno o Spinoza, hombres de espíritu y de la verdad fueron torturados, perseguidos y asesinados porque rechazaron doblegarse y escogieron la muerte antes que la mentira, porque creyeron en un mundo de libertad, de justicia y de humanidad.
En esta Europa, dudo que tendremos muchas oportunidades de encontrarnos y de que hablemos. Los que se resisten son amenazados. Depende de nosotros. Vamos a superar el temor que nos humilla y nos insulta. Quizás estemos peleando en diferentes bandos y tengamos que enfrentarnos entre nosotros; sin embargo, en todos nosotros hay una conciencia de una humanidad libre de la barbarie, de las mentiras, de la injusticia social y de la esclavitud.(5)

De 1933 a 1936, bajo el liderazgo de H. G. Wells, presidente de PEN International recién electo, la organización comenzó a afirmar que los derechos humanos están por encima de la política y van más allá de lo político, una idea revolucionaria. Wells también expresó esta creencia en su obra Los derechos del hombre, lo que influyó en el discurso y las declaraciones que finalmente conformarían la Declaración Universal de los Derechos Humanos de 1948. Aun así, hasta el día de hoy, la relación de PEN con la política sigue siendo tema de debate. En 2019, Mario Vargas Llosa, presidente de PEN entre 1976 y 1979, renunció a PEN International en una carta pública dirigida a mí durante mi mandato como presidenta. Se opuso a la visita que hice a dos escritores presos en Barcelona, interpretándola como un apoyo a la independencia catalana. En mi respuesta personal, cuestioné por qué “el marqués” no se había planteado preocupaciones similares en cuanto a mis visitas a los escritores kurdos presos en Turquía, a un poeta palestino encarcelado en Israel o sobre mi viaje para estar en el Centro Tibetano en exilio en India. Su objeción selectiva subraya la tensión persistente dentro de PEN sobre las fronteras entre la literatura, los derechos humanos y la acción política.

Después de unirse a PEN International, D. H. Lawrence le escribió a Dawson Scott para decirle que viajaba a México y expresó su interés en conectarse con el centro PEN mexicano, aunque con sarcasmo mencionó: “no me importan las cenas”. Su interés fue una fuente de gran entusiasmo para PEN México y Lawrence pronto experimentaría la conocida tradición de la hospitalidad en el país, completada con muchas cenas, sin importar si le gustaban o no.

PEN México acogió a D. H. Lawrence como un honorable miembro PEN. En ese momento de intercambio cultural, los escritores destacados de México se encontraron cara a cara con una de las voces más prominentes de la literatura inglesa y, sin lugar a dudas, una de las más controversiales. Gracias a la generosidad de Genaro Estrada, el presidente de PEN México, y el apoyo de Luis Quintanilla y otros miembros clave, D. H. Lawrence fue recibido como un apreciado invitado durante sus tres viajes por el país. La cálida bienvenida de PEN México fue más allá de meras presentaciones con figuras culturales influyentes. Tuvo un papel fundamental para ponerlo en el corazón de círculos intelectuales, asegurando que su trabajo se convirtiera en un centro de atención para el discurso crítico literario en México.

El 8 de octubre de 1924, Estrada escribió a la oficina de Londres en relación a La pajarita de papel, una pequeña revista literaria que el grupo había fundado para los miembros de PEN:(6)

Oct. 8 de 1924
Muy estimada señorita Scott:
La comida de septiembre anterior fue especialmente dedicada al escritor argentino, Oliverio Girondo, que se encuentra de paso en esta ciudad. Se leyeron varios poemas del libro inédito Entreacto del señor Alfonso Reyes y trabajos del mismo Girondo y de los socios Chávez, Torri, Villaseñor y otros.
Estamos esperando la llegada, que se sirvió usted anunciarme, del escritor inglés, Lawrence, a quien recibiremos con mucho gusto. En su honor el PEN Club de México celebrará una reunión, en la que se leerán trabajos críticos acerca de las obras del señor Lawrence.
Ahora estoy publicando una colección de hojitas con el nombre de La pajarita de papel (The Little Bird of Paper, o The Paper Little Bird), en la que se insertan pequeños trabajos literarios de los socios.
Soy de usted. [Probablemente firmado por Genaro Estrada].

Para el otoño de 1924, la bienvenida a D. H. Lawrence por el PEN México estaba en plena celebración. La esposa de D. H. Lawrence, Frieda Lawrence, describió la cena en sus memorias Not I, But the Wind, escritas años después de la muerte de D. H. Lawrence:

Algo divertido sucedió: Lawrence se había convertido en miembro del club PEN, y dieron una velada en su honor. Fue un asunto de hombres, y Lawrence usó sus prendas negras y salió por la noche. Yo, al saber lo desacostumbrado que estaba a funciones públicas y cómo de verdad rehuía el ser una figura pública, me preguntaba en la habitación del hotel cómo había salido la velada. Poco después de las 10:00 p.m., él apareció.
¿Cómo estuvo?
Bueno, leyeron extractos de La serpiente emplumada [The Plumed Serpent, error de Frieda Lawrence] en español y tuve que sentarme y escuchar. Luego hicieron un discurso y tuve que responder.
¿Y qué dijiste?
Dije: Aquí estamos reunidos, algunos de nosotros somos ingleses, algunos mexicanos y otros estadunidenses, escritores y pintores, hombres de negocios, etcétera. Pero antes que nada y después de todo somos hombres unidos esta noche. Eso fue todo lo que dije. Pero un joven mexicano se levantó de un salto y dijo: para un inglés está muy bien decir que ante todo soy un hombre, pero un mexicano no puede decir eso, debe ser un mexicano, sobre todo.7

El 13 de diciembre de 1924, Genaro Estrada le escribió a Dawson Scott en una hoja de papel membretado que decía: PEN Club Asociación Internacional de poetas, escritores, ensayistas y novelistas (Centro PEN de México). Además, incluyó ahí el panfleto con las reglas formales del centro:(8)

México, D.F. 13 diciembre 1924
Señorita Marjorie Scott
125, Alexandra Road, London (N.W. 8.)
Muy estimada señorita Scott:
Ocupaciones urgentes de los últimos días me habían impedido dirigirme a usted, dándole cuenta de las últimas actividades del P.E.N. Club de México.
La comida de octubre fue dedicada al escritor inglés David H. Lawrence. La asistencia de los socios fue, con tal motivo, más numerosa que de costumbre. Los socios Genaro Fernández MacGregor, Xavier Villaurrutia y yo leímos algunos estudios críticos sobre la obra de Mr. Lawrence, y el propio escritor británico leyó algunos de sus poemas. Un volante del club estará especialmente dedicado a dar a conocer dichos trabajos.
En la cena del mes de noviembre se leyeron exclusivamente trabajos de miembros de la Sociedad de Autores Dramáticos, quienes al mismo tiempo pertenecen a este club.
Espero que celebraremos una sesión en el curso de este mes y en ella propondré el nombramiento de un nuevo secretario, de acuerdo con nuestros estatutos.
He tenido el gusto de enviar a usted todos los trabajos que ha estado editando el club. También he tenido el gusto de recibir la visita de algunos miembros del P.E.N. Club de Nueva York, que han pasado por esta ciudad.
Soy de usted, con mucha consideración, atento servidor.
[Probablemente firmado por Genaro Estrada].

Esta cálida y literaria bienvenida por el PEN México marcó el inicio de un intenso periodo creativo para D. H. Lawrence, durante el cual México no solo le sirvió de refugio, sino de musa. Fue aquí, entre los vívidos paisajes y las múltiples historias, donde Lawrence concibió y completó La serpiente emplumada, su novela ambientada en México, escrita durante su estancia entre 1923 y 1924 y publicada en 1926. Una versión preliminar de la novela, titulada Quetzalcóatl, fue completada en Chapala y posteriormente revisada; sin embargo, permaneció inédita y se publicó en 1995.

Incluso un miembro de PEN México aparece en la obra de Lawrence. El poeta y diplomático Luis Quintanilla fue la inspiración para el personaje de Mirabal en La serpiente emplumada. Y es en las palabras de Mirabal en las que leemos uno de los pasajes más profundos de la novela, que tiene que ver con las ideas de Lawrence sobre el poder místico que tienen las palabras en sí mismas, una especie de Kotodama.

Mirabal dice:

si le gusta la palabra Quetzalcóatl, ¿no cree que sería maravilloso que él volviera? ¡Ah, los nombres de los dioses! ¿No cree que los nombres son como semillas, están llenos de magia, de la magia inexplorada? ¡Huitzilopochtli! ¡Qué maravilla! ¡Y Tláloc! ¡Ah, los adoro! Los repito una y otra vez, como repiten Mani padma Om en Tibet. Creo en la fertilidad del sonido. Itzapapalotl ¡La mariposa de obsidiana! ¡Itzapapalotl! Dígalo, dígalo, y verá qué bien le hace a su alma. ¡Itzapapalotl! ¡Tezcatlipoca! Eran viejos cuando llegaron los españoles; necesitaban otra vez el baño de vida. Pero ahora, bañados de nuevo en la juventud, ¡qué maravillosos deben ser!(9)

Además de su obra de ficción, D. H. Lawrence destiló la esencia de su México en Mañanas en México, una colección de ensayos de viaje nacidos de sus reflexiones y andanzas, especialmente en Oaxaca, entre 1924 y 1925. Publicados en 1927, estos ensayos muestran a un escritor profundamente conectado con los ritmos, texturas y misterios de una tierra que moldeó su imaginación:

Es extraño que pensemos en líneas rectas, cuando no las hay, y hablemos de trayectorias rectas, cuando cada trayectoria, tarde o temprano, parece girar en redondo, abalanzándose sobre el centro. Cuando el espacio es curvo, y el cosmos es una esfera dentro de otra, y el camino de un punto a otro gira alrededor de la curva de lo inevitable, gira como las puntas de las anchas alas del halcón que se alzan hacia arriba, inclinándose sobre el aire como la mitad invisible de la elipse. Si tengo un camino por recorrer, será alrededor de la curva de una curva que impacta centrípetamente hacia el centro. La trayectoria recta se abre paso a machetazos, contra la voluntad del mundo.
Sin embargo, el polvo avanza como un fantasma por el camino, bajando por la llanura del valle. La seca turba del lecho del valle brilla como una piel suave, iluminada por el sol y de un ocre rosado, extendiéndose entre las montañas que parecen emitir su propia oscuridad, un vapor azul oscuro translúcido, que las ensombrece desde las crestas abultadas hacia abajo. Las montañas de México, silenciosas y de múltiples pliegues.(10)

Sus novelas y ensayos llevaron a México más allá de sus fronteras y, aunque el legado literario de Lawrence sobre México sigue siendo objeto de debate, no por ello dejó de ofrecer a los lectores de todo el mundo una visión poética y poco común a través de la cual vislumbrar el país. “Hay un ligero olor a claveles, porque son lo más cercano. Y hay un olor resinoso a madera de ocote, y un olor a café, y un ligero olor a hojas, y a mañana, e incluso a México. Porque, en definitiva, México tiene un ligero aroma físico propio, como lo tiene cada ser humano”.(11)

En 1927, Lawrence abandonó México por última vez. Murió pocos años después, en 1930, a la edad de 44 años. Frieda, considerada la Lady Chatterley original, describió este momento en sus memorias:

Caminé arriba y abajo junto a su habitación, por el balcón, y todo parecía diferente; había una cosa nueva, la muerte, donde antes había habido vida, una vida tan intensa. Los olivos afuera parecían tan negros y cercanos, y el cielo también. Miré dentro de la habitación: allí estaban sus zapatillas, con la forma de sus pies, ordenadamente debajo de la cama; y bajo la sábana yacía frío y remoto, aquel cuyo tobillo yo había sostenido vivo hacía solo una hora… Miré su rostro. Tenía un aspecto tan orgulloso, varonil y espléndido que parecía un rostro nuevo. Todo el sufrimiento había desaparecido, era como si nunca lo hubiera conocido en toda su plenitud. Quise tocarlo, pero no me atreví; ya no estaba vivo. Se había producido el cambio, ahora pertenecía a todos los elementos, era la tierra y el cielo, pero ya no era un hombre vivo. Lawrence, mi Lorenzo, que me había amado y yo a él... estaba muerto.
Luego lo enterramos muy sencillamente, como a un pájaro, unos cuantos que lo queríamos. Pusimos flores en su tumba y todo lo que dije fue: “Adiós, Lorenzo”, mientras sus amigos y yo poníamos montones y montones de mimosas en su ataúd. Luego lo cubrieron de tierra mientras salía el sol sobre su pequeña tumba en el pequeño cementerio de Vence, con vista al Mediterráneo que tanto amaba.(12)

PEN México se mantuvo fuerte durante las décadas siguientes, pero en 1951, con la muerte del narrador Francisco Rojas González, el centro desapareció. Es interesante destacar que en 1971 PEN México se convirtió de nuevo en una fuerza vibrante, con una prestigiosa lista de los escritores más prominentes del país, entre los que se encontraban: Fernando Benítez, Gastón García Cantú, José Luis Cuevas, Salvador Elizondo, Isabel Fraire, Carlos Fuentes, Juan García Ponce, Vicente Leñero, Eduardo Lizalde, Marco Antonio Montes de Oca, José Emilio Pacheco, Octavio Paz, Carlos Pellicer, José Revueltas, Juan Rulfo, Jesús Silva-Herzog, Ramón Xirau y Gabriel Zaid.

Cuando Lawrence terminó El amante de Lady Chatterley en 1928 no tenía idea de la controversia que desataría. Publicada en privado en Italia y Francia, la sincera exploración del placer sexual femenino y la intimidad física que se describe situaba a la novela muy lejos de lo que se consideraba aceptable en la sociedad educada. Lawrence murió dos años después, sin haber visto nunca su obra distribuida libremente.

Durante las tres décadas siguientes, los lectores británicos tuvieron prohibido legalmente el acceso a la novela. La ley, basada en el moralismo victoriano, penalizaba la publicación de material considerado indecente e inmoral. Sin embargo, a finales de la década de 1950, un número creciente de escritores y editores expresó su preocupación por el efecto opresivo que tenían los repetidos procesos por obscenidad. En este contexto, el Parlamento promulgó la Ley de Publicaciones Obscenas de 1959, un momento crucial en la historia literaria y jurídica británica. La ley no solo proponía endurecer las definiciones relacionadas con la pornografía, sino que buscaba también proteger las obras consideradas auténticos méritos literarios.

En 1960, Penguin Books aprovechó esta cláusula cuando decidió publicar la primera edición íntegra de El amante de Lady Chatterley en la Gran Bretaña. La publicación desafió abiertamente a la censura, y el juicio resultante se convirtió en uno de los hitos culturales más significativos del siglo XX. Lo que se desarrolló en aquel tribunal fue mucho más que una batalla legal, fue un enfrentamiento entre el nuevo espíritu liberal de la Gran Bretaña moderna y un orden en decadencia que se resistía a abandonar las normas morales tradicionales.

Para defender su postura, Penguin reunió una impresionante lista de 35 testigos, entre los que se encontraban distinguidos escritores, académicos y políticos. El 2 de noviembre de 1960, después de seis horas en la sala y tres de deliberación, el jurado emitió un veredicto unánime: inocente. Esta decisión marcó un antes y un después para la literatura y la libertad de expresión en la Gran Bretaña, y tuvo repercusiones en todo el mundo. El amante de Lady Chatterley no era un libro cualquiera. Lo que antes se había suprimido por obsceno, ahora se reivindicaba como literatura. La visión de Lawrence del amor como algo profundamente físico, tierno y trascendente encontró por fin su lugar en la conciencia pública, no como un escándalo, sino como una verdad.

El poeta Philip Larkin plasmó su significado como un nuevo momento de libertad en la Gran Bretaña en su poema “Annus Mirabilis”:

Las relaciones sexuales
comenzaron en mil novecientos sesenta y tres
(un poco tarde para mí),
cuando le levantaron la censura a Chatterley
y los Beatles grabaron su primer long play

Durante esos años, PEN México estuvo ausente de uno de los momentos más importantes, no solo de la historia de PEN International, sino del viaje literario de uno de sus miembros adoptivos: la apasionada defensa de El amante de Lady Chatterley. En el momento decisivo en que PEN Inglaterra y PEN International defendieron valientemente la libertad literaria, PEN México permaneció en silencio. En los archivos del PEN no hay rastro de su voz: ni cartas, ni declaraciones, ni protestas. Su ausencia es lamentable. Sin embargo, la introducción de Lawrence a PEN México fue un momento clave en la historia de PEN International. Esta amistad en suelo mexicano ejemplificó el experimento visionario de Dawson Scott: un mundo sin fronteras literarias, donde los escritores se unen a través de los continentes para fomentar el entendimiento mutuo y la empatía a través de la experiencia compartida de la literatura. El encuentro entre el brillante escritor británico y el notable centro PEN mexicano es quizá la primera manifestación de este sueño.


Notas

1. Reglas del PEN Club (Centro de México), The Harry Ransom Center, PEN Records, Box 79.3.

2. Gerald Brenan citado en Ian Gibson, The Assassination of Federico García Lorca, New Penguin Books, New York, 1983, 30, 179.

3. Carta a Dawson Scott, agosto de 1924. The Harry Ransom Center, PEN Records, Box 30. Correspondence D. H. Lawrence.

4. D. H. Lawrence, The Letters of D. H. Lawrence, vol. V, 1924-1927, ed. James T. Boulton and Lindeth Vasey. Carta a Rolf Gardiner, 9 de agosto, L3190. Cambridge University Press, Cambridge, 1989.

5. Ginevra Avalle, Jennifer Clement, Peter McDonald, Rachel Potter, Carles Torner and Laetitia Zecchini, PEN International: An Illustrated History. Motovun Group of International Publishers & PEN International, 2020, 45.

6. The Harry Ransom Center, PEN Records, Box 51.3. Mexico Correspondence.

7. Frieda von Richthofen Lawrence, Not I, But the Wind. With an afterword by Harry T. Moore. Viking, New York, 1934.

8. The Harry Ransom Center, PEN Records, Box 51.3.

9. D. H. Lawrence, The Plumed Serpent.

10. D. H. Lawrence, Mornings in Mexico.

11. Ibidem.

12. Frieda von Richthofen Lawrence, op. cit., con epílogo de Harry T. Moore. New York, Viking, 1934.

Texto leído el pasado 13 de agosto en el Museo Nacional de Antropología en el marco del congreso internacional “D. H. Lawrence en México: Viajes, traducción y representación transcultural”, organizado por la D. H. Lawrence Society of North America y la UNAM.

AQ

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