Poco se sabe sobre una historia que se dio en la época virreinal, donde un hombre, en su desesperación por probar su amor eterno, hizo una petición fuera de lo común en su lecho de muerte.
Un virrey ordenó que al morir, no importaba donde ocurriera esto, su corazón debía ser enterrado en un templo que él mismo había mandado a construir.
El convento Corpus Christi
Durante la restauración del ex convento Corpus Christi ubicado en el Centro Histórico se halló una lápida donde se podía leer “donde esté su corazón, estará su tesoro”, este mensaje tiene un trasfondo romántico e irreal.
De acuerdo con la revista del Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH) se dice que hubo un corazón que fue colocado al pie del altar mayor por órdenes del Virrey de Nueva España, Baltasar de Zúñiga y Guzmán, marqués de Valero.
Baltasar fue el primer Virrey soltero en Nueva España, lo que le otorgaba ciertos “beneficios” con respecto a su vida amorosa. Se dice que vivía libremente cambiando constantemente de compañía.
El marqués había ordenado la construcción del convento Corpus Christi frente a la Alameda Central. La razón por la que se dio esta construcción también es simbólica.
En una ocasión, el Virrey fue atacado por un hombre que había sido paciente del hospital psiquiátrico San Hipólito en 1717. La razón fue que, supuestamente, la esposa del atacante había tenido una relación sentimental con Baltasar.
El hombre intentó apuñalar a su contrincante con una daga pero el suceso fue detenido por el personal que se encargaba de la seguridad, sin embargo, el susto fue suficiente para que el Virrey ordenara la construcción de un convento donde “casi pierde la vida”.
¿El marqués de Valero mandó a enterrar su corazón?
Se dice que Baltasar sentía muy intensamente, por lo que en una ocasión se enamoró de una Constanza Téllez, una mujer próxima a ser monja, situación que condenaría su corazón, pues fue rechazado múltiples veces.
El Virrey de Nueva España le propuso matrimonio a Téllez y esta no solo se negó, sino que también se enclaustró en el convento de Santa Isabel, alejándose por completo de su cortejante.
Como una demostración del trágico amor que vivió en aquel convento, dejó estipulado en su testamento que tras morir, su corazón debía ser depositado en el templo que había mandado a construir.
Finalmente, el marqués murió en Madrid, en diciembre de 1727 y un año después, en octubre de 1728 su corazón fue embalsamado y enviado al convento dentro de una caja de plata. El cofre fue colocado al pie del altar mayor, donde se cumplió la última voluntad del Virrey.
La Alameda Central, uno de los espacios más icónicos del Centro Histórico de la Ciudad de México, fue concebida a finales del siglo XVI por el virrey Luis de Velasco.
— INAH (@INAHmx) December 31, 2024
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