Una mirada integradora sobre la arquitectura y la historia del Museo Experimental El Eco que articula espacio y arte propone la exposición Atmósfera total de acuerdo con David Miranda, curador con 20 años de experiencia en este proyecto.
“El Eco no es un cubo blanco, es un modelo singular que permite crear relaciones tiempo y un laboratorio experimental de arte”, agrega sobre la exhibición, que se inaugurará el 25 de septiembre.
El origen del concepto curatorial parte de un estudio del legado de Mary y Daniel Montt, quienes en 1953 impulsaron este proyecto artístico en México. Miranda explica que publicar en 2015 La disonancia, que contiene la historia del lugar, le ayudó a comprender cómo el El Eco se distingue de otros museos de su época.

La idea central de Atmósfera total analiza la creación conjunta de atmósferas singulares por parte de varios artistas, escultores, pintores y arquitectos que generan espacios emocionales únicos.
La exposición incluye documentos originales, dibujos y fotografías clave para entender la relevancia de El Eco: “Mostramos diferentes versiones del mural de Henry Moore y dibujos de Rufino Tamayo, Alfonso Soto y otros artistas que fueron parte del proceso”. Estos archivos son evidencia del mecanismo original que dio vida al proyecto y su metodología de trabajo.
Sobre las intervenciones contemporáneas, Miranda comenta: “La pieza de Leo Omar es un diálogo con el legado de Mathias Goeritz, vincula el lenguaje escrito como forma pictórica con la intervención espacial”.
La escultura de Alberto Oderiz evoca el aleteo de una lechuza y continúa la genealogía escultórica de Goeritz al reafirmar el uso del patio como escenario experimental para diversas actividades culturales.

Linaje experimental
El curador comparte los retos para conservar el fondo documental histórico: “Un desafío fue concentrar todos los materiales para esta muestra conmemorativa, que coincide con los 20 años de la recuperación del lugar.
Al respecto, dice que la visión arquitectónica de Mathias Goeritz está vigente: “El Eco es un espacio que produce emociones, confrontando el utilitarismo arquitectónico, y sigue inspirando a nuevas generaciones de arquitectos y artistas”.
Para Miranda el museo simboliza un linaje experimental que se conecta con la vanguardia mexicana de los años 30 a 50, y subraya la importancia de comunicar este legado a la gente joven.
Agrega que la publicación “Los amantes y la noche”, compilada por Olivia Zúñiga, provee un puente entre la literatura, la poesía y las artes visuales, fundamental para entender el pensamiento escultórico de Goeritz: “Es una guía para comprender la explosión creativa y la memoria artística que se generó en México después de la inauguración de El Eco”.
Un hallazgo clave en la investigación, refiere el curador, fue el descubrimiento de bocetos inéditos para el mural y para la escultura del torso emblemático del museo: “Estos dibujos nos prueban que no fue casualidad la conjunción artística, sino un ejercicio curatorial adelantado a su tiempo”.
Este material se recuperó con apoyo de galerías y coleccionistas privados, lo que reveló un cuidadoso vínculo entre la arquitectura y el arte desde sus inicios.
Miranda destaca la importancia de mantener vivo el patrimonio y la misión original del museo. “El Eco sigue siendo un territorio cultural universitario abierto a la diversidad y pluralidad de lenguajes, un espacio que genera memoria viva de la producción cultural en México”.
Esta exposición y la mesa de diálogo “A 20 años de la recuperación de El Eco” (en la que participarán Felipe Leal, Patricia Sloane y Guillermo Santamarina) reafirma la vigencia y experimentación en el arte y la arquitectura, revive un proyecto pionero que continúa inspirando y desafiando a nuevas generaciones.