Esta es la historia de una librería que hace 10 años venció a la muerte y sobrevivió gracias a un ingeniero entusiasta que siempre soñó con ser librero, y a sus clientes y amigos, quienes donaron en una campaña de crowdfunding.
Documenta es una librería de barrio que arrancó actividades en enero de 1975 en Barcelona, ahora está cumpliendo 50 años de vida y 10 en su nueva ubicación, Pau Claris 144.

Eric del Arco (Barcelona, 1975) es ingeniero y copropietario del establecimiento, cofundado por Josep Cots. El librero lleva unos lentes rojos, el cabello desmarañado, una sonrisa que atrapa y una mirada directa: no puede esconder que lleva el oficio en la sangre.
“Un librero es un seleccionador, alguien que escoge cómo mostrar esa cantidad de libros que hay cada semana y los va situando, algunos en el escaparate, otros encima de las mesas, y decide cuál quitar porque ya no cabe en el espacio. Es ese curador, esa persona que tiene cariño por su librería. ¿Es un oficio feliz? Yo creo que sí”, dice Del Arco, quien también es presidente del Gremio de Libreros de Catalunya.
Advierte que es un oficio como muchos otros: es duro, exige muchas horas; hay que abrir las cajas, cerrarlas, colocar libros, muchas cosas. Pero puedes cerrar la librería y quedarte ordenando y ser feliz solo con tu librería y, por tanto, conozco pocos libreros que se hayan hartado del oficio. Digo, los hay, pero lo único que te compensa es el hecho de estar siempre con tus libros al lado”.
Una biblioteca de barrio es un lugar diferente
Sobre Documenta muestra emocionado la primera ubicación de la librería y explica: “Nos definimos como la más pequeña de las grandes o la más grande de las pequeñas. Estamos en un término medio de una librería que intenta ser un punto donde estén todas las novedades y a la vez tener un fondo que sea humanamente controlable, que no sea demasiado grande para que no necesites consultar la máquina todo el rato y, aun así, ya dependemos bastante de las máquinas para saber lo que tenemos”.

El entrevistado dice que todo comenzó hace 50 años a la altura del Teatro del Liceo en la Rambla, pero con el movimiento de la ciudad se vieron obligados a salir.
“Es una librería que empezó justo cuando había todo el proceso de transición en España, año 75, y fue un cambio también paradójico, porque había muchas librerías que en ese momento eran como las farmacias: tú ibas, pedías un libro, te lo servían, y aquí mi socio Josep y su compañero Ramón lo que hicieron fue poner muchas mesas de novedad”.
Comenta que lo que da color y distinción a esta librería es que el espacio donde están los libros es cómodo porque están a una altura bastante pensada “para que lo puedas ver y hay mucha exposición de novedades y nuestro fondo”.
Eric del Arco asegura que la gente que entra a Documenta lo hace porque sabe que está en una librería diferente: “Lo primero que encuentras es la no ficción y esto sucede desde hace 10 años, cuando nos trasladamos aquí, porque abrieron varias librerías importantes, pero nosotros apostamos por la no ficción”.
Aunque al fondo tienen ficción, poesía, cocina, infantil, el librero explica que la sección de arte, política, historia, filosofía es “lo que la gente se encuentra al principio, y esto ha funcionado porque lo normal era llegar y encontrarte lo fácil delante. Nosotros preferimos que quien entra a Documenta vea que aquí la cosa va en serio”.
Para Del Arco es importante ser diferente porque Barcelona cuenta ahora con más de 350 librerías especializadas.
“Lo fácil es irse a la Central, porque es una librería grande donde todo está en todas partes. Entonces sí tienes que marcar un espacio definido, claro, puedes poner luces diferentes o una cafetería, pero nosotros nos negamos a vender otra cosa que no fueran libros y estamos aquí después de todo ese cambio y contentos. Además, llegamos a una zona que ahora mismo es un barrio de librerías. Cuando abrimos había pocas, ahora hay más”.
Punto de unión
Del Arco sonríe y busca un libro viejo de libreros en Barcelona, se mueve entre los títulos como pez en el agua y ahora habla como presidente del Gremio de Libreros de Catalunya.
“Ahora mismo somos 350 librerías agremiadas. Estamos hablando de un tejido. El hecho de que haya grandes librerías en el centro y por todos los barrios identifica una ciudad que vive con un referente de librerías que forman parte de la memoria histórica de cada persona que lee libros.
“A veces lo digo de una manera muy bestia, que los libros son de los autores y los editores, nosotros no los hacemos, no somos creadores. Pero es cierto que cuando cierra una editorial, el efecto emocional que hay no es el mismo que cuando cierra una librería, porque una librería es el punto de unión del lector con los libros”.

En Barcelona existen alrededor de 90 librerías y 400 puntos de venta de librerías: “Yo pienso que es una densidad muy alta, beneficiada por un lado porque se protege a las librerías en Barcelona y también por un ecosistema interno de librerías, editoriales y autores que se vinculan todos en un magma que hace que podamos subsistir muchas librerías en un espacio de tiempo”.
El librero dice que en la memoria histórica de Barcelona ya se refleja “que somos una ciudad muy vinculada a sus libros, que siempre está mutando, algunas que van apareciendo, otras cerrando, transformándose y sobreviviendo a la vida de su propio creador muchas veces, y entonces cuando se muere esa persona, aparece otra, con otra persona que la crea".
Del Arco explica que cada librería, en principio, tiende a tener los mismos libros que otras porque las novedades son iguales, pero al final quien decide lo que se pone en el fondo es el diálogo entre el librero y sus clientes.
“Yo ofrezco una manera de ver los libros. Por eso hay gente que va a lugares como Del Libro porque querrá tenerlo todo, pero pasar inadvertido, ser ignorado; otro irá a La Central porque sabe que lo tienen todo… Y otros vienen aquí, por suerte o porque entienden cómo yo ordeno los libros, puedo hablar con ellos y funciona”.
Documenta en la Feria Internacional del Libro de Guadalajara
Un grupo de libreros de Barcelona fue invitado a la próxima Feria Internacional del Libro de Guadalajara, algo que los tiene muy emocionados.
“Cuando se hacen ferias y encuentros, el librero no es creador del libro en sí; hace falta un autor, un editor, incluso hace falta un impresor para que el libro pueda llegar. El librero, en todo ese proceso, es partícipe y por tanto ‘creador' del trabajo de otros, pero es verdad que sin ese librero esos libros tendrían mucho menos recorrido. La FIL es un encuentro importante donde la ciudad invitada es Barcelona, y que se nos reivindique y se nos tenga en cuenta como parte de la creación de esa Barcelona literaria, en cierta manera, diciendo palabras políticas: ‘Es justo y necesario’, nos honra y estamos muy contentos”.
Del Arco considera que será muy benéfico el contacto con sus colegas libreros en Guadalajara: “Creemos que podemos llevar cosas de cómo trabajamos aquí y nosotros traer de allá cosas, hablando con los colegas de México, ver las maneras de trabajar, procesos, cosas que han pasado en un lugar que en el otro pueden llegar a pasar, y al revés, ese diálogo de personas que estamos al final colocando y quitando libros gran parte del día y tratando con el lector final. Un librero es un curador, un selector; parte de tu alma se queda aquí, en la librería”.