La obra de Lilia Carrillo es un testimonio vibrante de talento, lucha y resiliencia en la historia del arte mexicano. Artista pionera de la abstracción gestual en un entorno dominado por hombres y estilos rígidos, transformó la adversidad en manifestaciones vibrantes que hoy, después de décadas, vuelven a encender la mirada y el asombro del público.
En el Palacio de Bellas Artes se exhibe, por primera vez desde 1976, el monumental mural de Lilia Carrillo, una pieza insólita en la historia del arte mexicano: mide 5 por 6.40 metros y tiene una moneda pegada literalmente al lienzo, un símbolo quizá de valor y memoria que invita a una lectura profunda y abierta.
Esta obra, junto con más de 140 piezas, se exhibe en la muestra Lilia Carrillo. Todo es sugerente, explicó Daniel Garza Usabiaga, director del Museo del Palacio de Bellas Artes.
Lilia Carrillo fue una de las pocas mujeres que se atrevió y logró sobresalir en un medio dominado por hombres, optando por la abstracción gestual en un país donde predominaba la abstracción geométrica institucionalizada, realizando en vida un promedio de 200 obras.
"Sus trabajos, realizados tras un grave accidente que la inmovilizó parcialmente y su lucha contra un aneurisma, reflejan un vibrante dinamismo que se va fundiendo poco a poco en un blanco lleno de luz y energía contenida, aludiendo a la fragilidad y al proceso inacabado de la vida y la creación".
Su monumental mural La ciudad desbordada, contaminaciòn del aire, de 1969, se exhibe con una moneda integrada al lienzo y sus últimas pinturas, cargadas de energía y simbolismo, se reúnen en esta exposición única que invita a descubrir las múltiples dimensiones de una vida y una creación inconclusas, pero eternamente vitales.
Esta es la tercera vez que esta obra monumental se presenta en la Sala Nacional del Museo del Palacio de Bellas Artes. Fue resguardada durante décadas en el Museo de Arte Abstracto Manuel Felguérez de Zacatecas y ahora dialoga con la historia del muralismo y la abstracción en México.

El también curador de la exposición, explicó que con esta muestra se recuperan, además, testimonios visuales y textuales inéditos: "inscripciones en uno de los bastidores que documentan el tramo final de la vida de la artista con fechas y horas, y relatos sobre el accidente en el taller que marcó para siempre su cuerpo y arte, escritos por Manuel Felguérez, quien fuera su pareja de vida".
Lilia Carrillo estudió pintura con Manuel Rodríguez Lozano, quien era amigo de su mamá, y después en La Esmeralda, donde se graduó en 1951.

En esta exposición se exhiben las últimas nueve pinturas que Carrillo realizó antes de su muerte en 1974. Dos de ellas, las realizó antes de su fallecimiento, detalló el curador, y revelan la capacidad de sublimar el dolor en movimiento y color, además de que abren una puerta para reconocer la enorme deuda que la historia del arte en México tiene con las artistas mujeres.

La exhibición, abierta hasta febrero próximo, se acompañará de un catálogo que promete llenar algunos huecos históricos y reivindicar el legado de Lilia Carrillo dentro de la plástica nacional.
El funcionario desea que el público joven encuentre en esta muestra sorpresa, motivación y comprensión y considera que será también el mejor tributo a su obra y a su valentía artística.

PCL