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  • ‘Cuadernos Gader’ enseñaron a sumar y restar. Ahora no salen las cuentas de las regalías

  • El afamado libro de matemáticas del maestro normalista Valentín Rincón Gómez está en disputa por sus herederos. El albacea se niega a repartir las regalías en partes iguales.
La disputa legal por los derechos de autor de los 'Cuadernos Gader' está por cumplir dos décadas | Especial

DOMINGA.– Las portadas de los Cuadernos Gader enternecen: muestran a niños alegres, jugando, aprendiendo dentro y fuera de las aulas. Van felices cargando su lonchera y la mochila, pero a partir de los volúmenes de tercero y hasta sexto de primaria, aparece esa carátula que les dio fama: un niño y una niña se miran de frente, rodeados de figuras geométricas.

Maestros y padres de familia lo sabían, eran imprescindibles en cada regreso a clases. Los Cuadernos Gader de Aritmética y Geometría ayudaron a miles de niños a formarse un pensamiento lógico, analítico y deductivo a través de la comprensión de las sumas, restas y divisiones, y hasta operaciones más elaboradas, como la raíz cuadrada y las ecuaciones cuadráticas.

Clásica portada de los "Cuadernos Gader"
Clásica portada de los 'Cuadernos Gader' | Foto: Ariel Ojeda / Notivox Diario / DOMINGA


En redes sociales se vuelve común rememorar los años de infancia, ahí existe un culto nostálgico por estos cuadernos y sus dibujitos, publicados por vez primera en 1947, por el profesor normalista Valentín Rincón Gómez. “Uno de los libros que marcó mi vida fueron los Cuadernos Gader. ¡Torturaban a los niños con solucionar ecuaciones de segundo grado en menos de tres [minutos]!”, dice alguien en X.

“Pesaba más que todos tus cuadernos”, dice otro. “¿Saben por qué los Gader y el libro de Algebra de Baldor han trascendido generaciones? ¡Porque son una chingonería!”, agrega alguien más. Los Gader, dicen, eran los Baldor de la primaria.

A mediados del siglo pasado eran socorridos como libros auxiliares en escuelas públicas y privadas de México. Tal fue la fama que en sus mejores momentos se imprimieron 580 mil ejemplares al año, según consta en una nota escrita a mano que Graciela, una de las hijas del profesor Valentín, guarda como reliquia. Para aprender a leer estaba Mi libro mágico y para las matemáticas, los Cuadernos Gader.

Pero en el juego de ironías, que se dan mucho en este país, resulta que tras la muerte de Valentín y de su esposa los cuatro hijos –sus herederos universales– llevan casi 20 años peleando por los derechos de autor y la rendición de cuentas de las regalías de la obra, que se sigue imprimiendo y vendiendo de manera irregular.

Los dibujos del 'Gader' despiertan nostalgia en redes sociales
Los dibujos del 'Gader' despiertan nostalgia en redes sociales | Foto: Ariel Ojeda / Notivox Diario / DOMINGA

Graciela afirma que su hermano mayor se niega a rendir cuentas como albacea y se ha apoderado indebidamente de la obra de su padre. Miguel Ángel Rincón Ávila fue director del hospital regional del IMSS, Gabriel Mancera, en la Ciudad de México, y es miembro distinguido de la Iglesia Metodista de México.

“Antes, los maestros de educación pública se preocupaban por su prestigio y por eso pedían materiales auxiliares, como el Cuaderno Gader, aunque ello implicara mucho trabajo adicional, porque había que trabajar en su revisión y calificación”, explica el profesor Mauro Peralta, quien pasó 25 años ante grupo. “A los papás les gustaba porque se los dejábamos de tarea y así los tenían más ocupados. Siempre salían mejor las niñas que los niños”.

Luego el mundo cambió, pasó de análogo a digital y el internet acercó miles de materiales a los niños. Aunque los Cuadernos migraron a lo digital, se desconoce su éxito porque Miguel Ángel se apropió de la obra y no rinde cuentas a nadie, afirma Graciela Rincón Ávila, en entrevista con DOMINGA.

Tras la muerte del fundador, la familia Gader entró a una disputa legal por los derechos de autor | Foto: Ariel Ojeda / Notivox Diario / DOMINGA
Tras la muerte del fundador, la familia de Valentín Rincón Gómez entró a una disputa legal por los derechos de autor | Foto: Ariel Ojeda / Notivox Diario / DOMINGA

Maestros y colegas recomendaban los ‘Cuadernos Gader’

Valentín Rincón Gómez (1910-2005) fue un maestro de escuela primaria pública, de dos turnos, en la Ciudad de México. Dio clases en el Instituto Rafael Dondé, fue subdirector del Internado Nacional Infantil y director de la escuela primaria Leopoldo Río de la Loza, en la colonia Peralvillo. Su experiencia en grupo y vocación por ayudar a los niños a asimilar las matemáticas le llevó a elaborar ejercicios de aritmética y geometría en su casa. Con ayuda de un mimeógrafo imprimía sus ejercicios y los regalaba a sus alumnos.

Otros colegas valoraron su iniciativa y comenzaron a solicitarle los ejercicios para sus alumnos. Así nacieron los Cuadernos Gader, nombrados así en honor a su esposa –Graciela Ávila de Rincón–. Con un préstamo inició la impresión de sus cuadernos por medio de esténciles y su esposa los promovía en las escuelas públicas de la ciudad. De boca en boca fue creciendo su prestigio, por sus buenos resultados, hasta que llegó el momento en que traspasó las ciudades.

“Mi papá llegaba en la noche, después de su segundo turno, y se ponía a trabajar en sus cuadernos, y los fines de semana iba a ver al dibujante. Era muy meticuloso y todo lo quería hacer y supervisar él, no nos compartía mucho”, recuerda su hija Graciela Rincón.
Valentín Rincón Gómez realizaba ejercicios de aritmética en su casa para ayudar a los niños a aprender
Valentín Rincón Gómez realizaba ejercicios de aritmética en su casa para ayudar a los niños a aprender sumas y restas | Ariel Ojeda / Notivox Diario / DOMINGA


​La buena fama de sus cuadernos llegó a los oídos de Enrique Sáinz, quien le propuso editarlos masivamente bajo el sello Enrique Sáinz Editores, S. A. “Mi papá y el señor Sáinz nunca firmaron un contrato, eran tan caballerosos los dos que no hizo falta, nunca dejó de pagarle a mi papá. Los problemas empezaron cuando el señor falleció”, dice Graciela. Esto porque el hijo y el nieto dejaron de pagar las regalías. A mediados de los noventa Valentín cambió de editorial y se fue a Plaza y Valdés, con quienes años después también tuvo un litigio por la falta de pago de sus regalías.

En su testamento, Valentín Rincón dejó como heredera universal a su esposa y, si ella falleciera, se procedía a la repartición de bienes y propiedades entre sus cuatro hijos. Dejó como heredero a Miguel Ángel, su único hijo varón. Lo nombró albacea e impuso la obligación de entregar el 10% de las regalías a cada una de sus tres hermanas: Raquel, Graciela y Mireya, según consta en el testamento al que DOMINGA tuvo acceso.

La vida quiso que Valentín muriera primero, en julio de 2005, que su esposa se convirtiera en su heredera universal y que ésta muriera en septiembre de 2006. En su testamento, Graciela Ávila Ehlers mantuvo la voluntad de su esposo en cuanto a la repartición de las propiedades, que ambos lograron gracias a la buena venta de los Cuadernos, entre sus hijos y nietos, incluso mantuvo la donación de un terreno en Hidalgo a la Iglesia Metodista, de la cual eran miembros destacados.

El nombre 'Cuadernos Gader' hacen referencia a la esposa de Valentín, Graciela Ávila de Rincón
El nombre 'Cuadernos Gader' hacen referencia a la esposa de Valentín, Graciela Ávila Ehlers | Ariel Ojeda / Notivox Diario / DOMINGA

Las tres jugadas del hijo mayor del profesor Valentín Rincón

El matrimonio tenía una gran biblioteca de más de tres mil ejemplares. En el testamento de Graciela se lee que hereda la propiedad de sus libros de aritmética y religión a Miguel Ángel, de profesión médico; los de lenguaje a su hija Graciela, dedicada a las letras y la comunicación; los libros de Derecho serían para Mireya, de profesión abogada; y los de enseñanza del inglés a Raquel, maestra de ese idioma.

En la octava cláusula dice: “Instituye como únicos y universales herederos de todos sus demás bienes y derechos, proindiviso, por partes iguales y con derecho de acrecer” a sus cuatro hijos. “Y derechos incluye los derechos de autor”, explica Graciela Rincón, otrora presentadora de noticias en la cadena Eco de Televisa, además de editora, maestra y locutora.

Al igual que su esposo, la viuda nombró albacea a su único hijo varón. Pero nadie imaginó lo que haría Miguel Ángel: en junio de 2007 creó su propia empresa, Editorial Gader, S.A. de C.V., dedicada a la creación, elaboración y distribución de material bibliográfico, teniendo como socios a sus tres hijas: Marcela, Beatriz y Valeria Rincón Sifuentes. Como apoderada legal quedó Mireya, una de las hermanas y herederas, quien está del lado de su hermano en el litigio.

Un mes después, se inscribió en el Registro Público del Derecho de Autor como autor y titular de ampliación de los seis volúmenes de Cuadernos Gader de Aritmética y Geometría, y de Mi Gadercito, otra obra de Valentín dedicada a los niños de kínder.

En agosto de ese mismo año, los accionistas de Editorial Gader cambiaron la denominación social a Editorial Valegra (por Valentín y Graciela). Y así, en tres jugadas, empezó a comercializar los libros como si Miguel Ángel fuera el autor, desconociendo el testamento de la madre y sin contar con el permiso de las otras legítimas herederas.

El pleito legal de los herederos de Valentín Rincón

A Graciela Rincón se le confunden las fechas, los años, las anécdotas con su padre y su madre. Lleva casi veinte años peleando con su hermano en los juzgados en situaciones de enorme desventaja. Mientras él comercializa la obra, ella se ha quedado sola y está acabada física y anímicamente.

Asegura que sus hermanos han “comprado” a los abogados que intentan defenderla, que Mireya –también litigante– la ahoga con infinidad de recursos legales. Sus padres las destinaron a permanecer juntas al heredarles la casa familiar en partes iguales y eso ha derivado en acoso y violencia velada, como que le cierren la llave de paso del agua. “Muchos les tienen miedo, pero a mí me mueve más hacerle justicia al trabajo de mi papá y el cumplir su deseo, de cubrirnos económicamente a sus hijas y descendencia”, dice.

Graciela revive las veces que le ha pedido a su hermano que rinda cuentas de los bienes generados por la obra. Él le responde que “está loca”, que la obra se la heredó su padre. “No estoy loca. Por las sentencias del juez sé que no estoy equivocada”, dice.

El 3 de febrero de 2016, el Juez Primero Familiar determinó que el informe de administración que había presentado Miguel Ángel Rincón, un año antes, es improcedente y le requirió rendir cuentas de los derechos de autor de Valentín Rincón Gómez, por la edición, promoción y venta de los Cuadernos Gader Aritmética y Geometría y de la marca Mi Gadercito, las sumas recibidas y gastadas y el balance de entradas y salidas. “Las cuentas deben ser claras, comprensibles y concluyentes, y comprobables en cada una de sus partes”, dice la resolución.

En su rendición de cuentas de 2015, Miguel Ángel aceptó que recibió 969 mil 500 pesos de la editorial demandada Plaza y Valdés, en marzo de 2009, pero se destinaron para el pago de los servicios prestados en ese litigio de Mireya Rincón. Como prueba presentó un contrato por un millón de pesos firmado entre él, como albacea de su padre, y Mireya. También presentó un escrito que señala que Valegra “fue editora y distribuidora de la obra Cuadernos Gader Aritmética y Geometría […] pero no ha obtenido recursos en línea relacionados con los derechos de autor”.

El Juez Primero le ordenó rendir nuevas cuentas de su administración que incluyan el pago de Plaza y Valdés y excluya el de honorarios de Mireya, ya que no demostró que su madre lo autorizó en vida, con la anuencia de todos los herederos. La resolución fue confirmada por la Cuarta Sala Familiar del Tribunal Superior de Justicia del Distrito Federal.

Miguel Ángel se amparó, lo que alargó dos años más el juicio testamentario. El 19 de febrero de 2018, el mismo juzgado Primero Familiar resolvió que la sentencia de 2016 quedaba firme. El 14 de mayo de 2018, Miguel Ángel fue notificado por el actuario. Han pasado siete años y no ha rendido cuentas, en desacato de una orden judicial y pese a la advertencia de dar vista al ministerio público, lo que significa que puede ser requerido por la vía penal.

La maldición de los derechos de autor en ‘Kalimán’ y “El Baldor”

Registrar una obra ante el Indautor es una declaración de buena fe y no constituye derechos. “No es que certifiquen que tú eres el creador. Simplemente hay un procedimiento de anunciación, de declaración o publicación”, explica el abogado en derechos de autor y propiedad intelectual Daniel Castillejos Cifuentes.

El abogado no conoce el caso de los Cuadernos Gader, opina sobre el deber ser de los derechos de autor. Advierte que declarar ante Indautor una obra como tuya sin serlo es caer en falsedad de declaraciones y un fraude a la ley, porque se declara bajo protesta que la información que estás vertiendo es verdad, real y fehaciente.

El albacea tiene la obligación de rendir cuentas a los demás herederos y funge en tanto no se hace la repartición de la herencia. Para el caso de los Cuadernos Gader, donde ya hay una orden judicial que obliga al albacea a rendir cuentas, sin hacerlo, “se puede evaluar si es procedente alguna acción de carácter penal por estar usando con fines de lucro y sin autorización una obra de la cual no tiene los derechos”.

“Los delitos en materia de Derechos de Autor están contenidos en el Código Penal Federal, pero también estamos hablando de infracciones en materia de Comercio contenidas en la Ley Federal de Derechos de Autor”, aclara el especialista, fundador Clearance & Copyright, encargada de los derechos de autor de Luis Miguel: La Serie. La sanción puede ir de 5 mil hasta 40 mil días de salario mínimo.

Aunque con mucho menor demanda, los Cuadernos Gader se siguen vendiendo en tiendas departamentales, autoservicio, librerías, ferias del libro, Amazon, Mercado Libre. En su portada llevan el sello de Editorial Valegra y el nombre de dos autores: Valentín Rincón y Miguel Ángel Rincón Ávila.

Las nuevas ediciones de los 'Cuadernos Gader' incluyen el nombre de Miguel junto al de su padre
Las nuevas ediciones de los 'Cuadernos Gader' incluyen el nombre de Miguel junto al de su padre | Foto: Ariel Ojeda / Notivox Diario / DOMINGA


Grandes obras científicas o sociales están en litigio, como el libro Álgebra que se lleva en educación media superior, creado por el matemático y profesor cubano Aurelio Baldor, cuya primera edición data de 1941; o la historieta del superhéroe Kalimán, creador de la frase “serenidad y paciencia” –que ha revivido la presidenta Claudia Sheinbaum en sus conferencias mañaneras–, sus herederos llevan décadas peleando por los derechos de autor. Parece una maldición a la que ahora se suman los Cuadernos Gader de Valentín Rincón.

Una de las razones del por qué el juicio testamentario de sus padres se ha alargado tantos años es que hay muy pocos abogados especializados en derechos de autor en el país, dice Graciela y lo confirma Castillejos. Ella sólo quiere la rendición de cuentas de los bienes a los que tiene legítimo derecho, por eso aceptó esta entrevista, porque no quiere que este pleito trascienda a la próxima generación de primos y los interesados sean muchos más.

Invita a Miguel Ángel a no heredar problemas a sus hijas y a aceptar lo que su madre soñó: que todos sus hijos queden amparados con la obra de su padre. “Mi madre fue una feminista adelantada, fue una enfermera de carrera en los años en que las mujeres no podían estudiar, y aunque mi papá siempre la tuvo muy bien, no dejó de ver por sus hijas y arriesgarlas a quedar desprotegidas”.

Dos demandas, un editor en la cárcel

En 1997 Valentín Rincón demandó a Enrique Sáinz y Joaquín Enrique Sáinz por la vía civil por la falta de pago del contrato verbal por la edición de los Cuadernos Gader. En 2004 hubo otra demanda, pero ya por la vía penal. “Los cuadernos eran tan socorridos y buscados, que al nieto se le hizo fácil publicarlos sin los debidos permisos y sin pagar regalías”, cuenta Graciela. “Miguel Ángel y Mireya iban a meterlo en la cárcel, pero llegaron a un acuerdo, supuestamente sin un peso de por medio”, así que tampoco rindieron cuentas.

En 2005, Fernando Valdés, editor de Plaza y Valdés, una editorial que había publicado libros sobre el Fobaproa y demás abusos de políticos de esa época, ingresó a prisión por el delito de especulación comercial. Había publicado los libros de Caligrafía de Graciela Rincón sin tener los derechos, un delito federal que ameritaba cárcel. En otra causa se le acusó de no pagar las regalías por la venta de los Cuadernos. Y en otra, por las ventas de Mi Gadercito.

Graciela refiere que Miguel Ángel y Mireya la convencieron para que procediera en contra de Fernando Valdés: sólo iban a espantarlo para que le pagara a su padre, le dijeron, ella sólo tendría que firmar un poder notarial a Mireya. Así lo hizo y Valdés fue aprehendido e ingresado al Reclusorio Norte durante nueve meses, por demanda de Graciela, aunque ella, dice, nunca quiso llegar a esos extremos.

El tercer round por los derechos de autor y las regalías de los Cuadernos Gader es el que mantienen ahora los hermanos Rincón Ávila. El doctor Miguel Ángel Rincón Ávila podría haber incurrido en el mismo delito por el que Fernando Valdés fue ingresado a prisión: publicar sin contar con los derechos de autor.

Hoy está destituido como albacea y en su lugar quedaron Graciela y Raquel en los testamentos de sus padres. Se le buscó por tres medios diferentes para conocer su versión e incluirla en este reportaje pero no recibimos respuesta.

Cuadernos Gader: Registro Público de Comercio
Cuadernos Gader: Registro Público de Comercio 1
Cuadernos Gader: Registro Público de Comercio
Cuadernos Gader: Registro Público de Comercio 2
Cuadernos Gader: Registro Público de Comercio
Cuadernos Gader: Registro Público de Comercio 3

Cuadernos Gader: Registro Público de Comercio
Cuadernos Gader: Registro Público de Comercio 4


GSC/ASG


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Concepción Peralta Silverio
  • Concepción Peralta Silverio
  • Periodista de investigación enfocada en temas de justicia social, derechos humanos y corrupción, egresada de la carrera de Periodismo por la UNAM y de la maestría en Periodismo y Políticas Públicas por el CIDE.
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