El árnica, una planta medicinal con una larga historia de uso en México y otras partes del mundo, se ha consolidado como un recurso natural valioso para diversas afecciones, aunque su aplicación exige un conocimiento profundo de sus propiedades y, sobre todo, de sus precauciones debido a su toxicidad.
Conocida científicamente como Heterotheca inuloides en México y Arnica montana en Europa, esta planta ha sido utilizada tradicionalmente para curar heridas y aliviar dolores.

La especie mexicana se ha empleado ampliamente para tratar heridas, mientras que la europea se ha destacado como estimulante del corazón y del sistema inmunológico.
Propiedades curativas y usos
El árnica es reconocida por su capacidad antiinflamatoria, lo que la hace eficaz para aliviar el dolor y curar heridas internas, especialmente en uso veterinario.
Sus propiedades se extienden a ser analgésica, antimicrobiana, antiséptica, diurética y estimulante de la circulación sanguínea. Además, posee acción contra infecciones bacterianas y fúngicas (de hongos).

Históricamente, su eficacia fue tal que incluso fue utilizada durante la Segunda Guerra Mundial para tratar diversas enfermedades de los soldados, según expertos de la Escuela Nacional de Medicina y Homeopatía del Instituto Politécnico Nacional (IPN).
Entre las condiciones que el árnica puede ayudar a tratar se incluyen afecciones en la piel, como heridas no abiertas o quemaduras, traumatismos, dolores musculares, y enfermedades respiratorias y de garganta. Puede emplearse en solución para lavarse los ojos (con precaución), inducir la sudoración y como tónico.
Formas de uso comunes
Para aprovechar sus beneficios, las aplicaciones tópicas deben realizarse en forma de diluciones, según el IPN.
La Comisión Nacional de Áreas Naturales Protegidas (CONANP) sugiere el uso de hojas en compresas o fomentos sobre las heridas. Para malestares o dolencias internas, se puede tomar en té o infusiones.

La Revista del Consumidor de Profeco comparte una receta para té de árnica, que implica hervir 2 litros de agua purificada con una cucharadita de árnica para té, dejar reposar por 10 minutos y colar. Esta preparación puede conservarse refrigerada hasta por 5 días.
Otra opción es el macerado para uso cutáneo, que se prepara dejando árnica en alcohol del 96 por ciento en un frasco de vidrio durante un mes en un lugar fresco y oscuro, agitándolo ocasionalmente.

Advertencia crucial: la toxicidad del árnica
A pesar de sus beneficios, es fundamental recalcar que el árnica es una planta tóxica. Su toxicidad es mayor por vía oral, pudiendo causar efectos graves como dolores de cabeza severos, aborto, delirio, convulsiones e incluso envenenamiento mortal si se ingiere en dosis altas.
También puede afectar el hígado y el sistema nervioso central, causar irritación de las mucosas y alterar la función cardíaca.
Se debe evitar su contacto con los ojos o heridas abiertas, y su uso está contraindicado en niños, embarazadas y lactantes. La prudencia y la dilución adecuada son clave para su uso seguro.

YRH