Aunque las nuevas tecnologías, como la Inteligencia Artificial están impactado en la mayoría de los campos del conocimiento y en la vida de muchas personas durante los últimos años, aún no es posible anticipar en qué momento se presentará un temblor, de acuerdo con Alan Sánchez Pulido, académico del departamento de Arquitectura, Urbanismo e Ingeniería Civil de la Universidad Iberoamericana.
La razón por aun no se puede predecir es porque no existe hasta el momento una tecnología para identificar lo que pasa a las profundidades que se encuentran las placas tectónicas.
“Si chocaran dos montañas podríamos verlas y saber qué tan fácil es que se rompa una, el problema es que las placas se encuentran a 200, 300 kilómetros de profundidad donde las temperaturas y las presiones son tan grandes que no hay equipo capaz de soportar esas condiciones, que pueda tomar datos, mandarlos y nos indique qué está pasando ahí”, dijo Sánchez Pulido.

Explicó que soló se calcula que del centro de la Tierra a la corteza hay más de 6 mil kilómetros de distancia; sin embargo, la máxima profundidad a la que podemos llegar son 12 kilómetros.
“Ese “agujero artificial” se construyó en Rusia durante la Guerra Fría y se le conoce como “pozo súper profundo de Kola”. Actualmente, China está excavando un pozo que busca superar los 11 kilómetros, que tiene como finalidad mejorar nuestro conocimiento geológico”, dijo.
Ante ello señaló que se requiere por lo menos de llegar a una distancia de 300 kilómetros de profundidad, que sería como ir de la Ciudad de México a Acapulco.
“Imaginen alcanzar esas profundidades en todo el mundo, actualmente no hay herramientas que nos ayuden a tomar directamente esos datos”, agregó el académico.
Pero... ¿En qué sí puede ayudarnos la Inteligencia Artificial?
Señaló que aunque no podemos predecir cuándo ocurrirá un sismo, sí tenemos herramientas que monitorean permanentemente los movimientos telúricos, el Servicio Sismológico Nacional (SSN).
“Para registrar estos movimientos se utilizan equipos denominados sismógrafos o acelerógrafos, cuyo principio de operación, consiste de una masa suspendida por un resorte que le permite permanecer en reposo por algunos instantes con respecto al movimiento del suelo”, explicó el SSN.
Agregó que los sismógrafos modernos utilizan este mismo principio de operación, sólo que para su implementación utilizan componentes mecánicos y electrónicos para obtener una señal eléctrica proporcional al movimiento del suelo.
El SSN indicó que esta señal puede almacenarse en forma local o ser transmitida por algún medio de comunicación (teléfono, radio, satélite) hasta un centro de adquisición.
Ante ello, Alan Sánchez dice que si bien la Inteligencia Artificial no puede ayudarnos a predecir los sismos, sí puede agilizar el análisis de los datos en tiempo real que generan los sismógrafos.
Destacó que en países como Japón y Nueva Zelanda, hay edificios que ya cuentan con tecnología apoyada en Inteligencia Artificial, que monitorea el estado de las estructuras y en caso de sismo, permite conocer con mayor certeza cuáles son los posibles daños que pudo tener el inmueble.
“Lo anterior, en primer lugar, salva la vida de muchas personas y también permite reforzar las construcciones en caso de ser necesario”, dijo Sánchez Pulido.
HCM