Los catéteres, los quirófanos y la intubación, constituyen focos de infección dentro de los hospitales.
Los pacientes que ingresan a áreas críticas de los hospitales como neonatología, cirugía y terapia intensiva e incluso hospitalización y urgencias, pueden contagiarse con bacterias resistentes que los llevan a desarrollar neumonías asociadas, por lo regular, con la ventilación mecánica.

¿Cuántas personas se enferman en hospitales?
El 15% del total de infecciones adquiridas en hospitales se dan en pacientes con soporte respiratorio o ventilación mecánica, a una tasa de 16.6 contagios por cada mil días de ventilación.
Pero también desarrollan infecciones de vías urinarias asociadas a catéter urinario, en 12% del total de los casos y una tasa de 4.64 por mil días catéter; así como infecciones de torrente sanguíneo por catéter venoso central, que se dan en siete por ciento de los casos de infecciones a una tasa de 2.29 por mil días catéter.
También se dan las infecciones en sitio quirúrgico con una incidencia de seis por ciento del total, a tasa de 0.8 por cada 100 cirugías realizadas, de acuerdo con datos oficiales de la Secretaría de Salud.
La letalidad asociada a las IAAS, denominadas Infecciones Asociadas a la Atención de la Salud, en las Unidades de Cuidados Intensivos de hospitales públicos es de 25.5 por ciento.
Y es que 80% o más de las infecciones que se adquieren dentro de los establecimientos de salud son por microorganismos resistentes.

Impacto económico de los enfermos
Esto también tiene un impacto económico directo e inmediato debido al tratamiento que debe darse a los pacientes que dentro de los hospitales contrajeron bacterias y supera los 67 mil 829 millones de pesos anuales, de acuerdo con especialistas.
“La tasa de incidencia de IASS en el país es de 3.8 casos por cada 100 egresos hospitalarios”, de acuerdo con el reporte de la Secretaría de Salud que reconoce que “estas infecciones son prevenibles hasta en 60% de los casos” efectuando acciones sencillas como el hecho de que el personal de atención, por ejemplo, se lave las manos.
Una de las razones de los contagios es que el número de hospitales con alta tecnología para esterilización es menor al 5%. La mayoría de las prácticas de esterilización se mantienen como en la década de 1970.
Juana Jiménez, directora regional de U-Nursing-Latam y ex jefa de Enfermería de la Secretaría de Salud y Mariana Barraza, economista de la salud y fundadora de Blutitude, ofrecieron un panorama de las IAAS, las cuales, absorben hasta el 7% del gasto hospitalario.
A estos costos se suman los efectos indirectos, particularmente las muertes prematuras, cuyo impacto económico se estima en un rango de 1 mil 412 a 4 mil 815 millones de pesos anuales, equivalente hasta el 0.98% del gasto hospitalario.
En conjunto, estas cifras subrayan que las IAAS no sólo afectan la salud de los pacientes, sino que deterioran gravemente la sostenibilidad financiera del sistema.
Barraza detalló que los costos asociados a las IAAS se dividen en directos e indirectos. Los primeros incluyen medicamentos, antibióticos, estancias hospitalarias prolongadas, pruebas diagnósticas y procedimientos quirúrgicos adicionales.
Los segundos abarcan la pérdida de productividad por ausentismo, discapacidad, presentismo y muerte prematura. “Cuando hablamos de costos indirectos, hablamos de lo que pierden los hogares, las empresas y la sociedad en su conjunto”, detalló.
Acusan faltas de notificaciones
Las especialistas coincidieron en que menos del 10% de los hospitales reportan la incidencia de estas infecciones. México no reporta a la OCDE el número de pacientes que se infectan en un hospital.
Por eso, la letalidad, en apariencia, no es tan elevada, por lo que el grueso del impacto económico recae en la atención médica.
“Lo que se vuelve más crítico aquí son los costos directos. Eso representa una carga económica significativa, pero también una gran oportunidad para lograr ahorros mediante la prevención”, subrayó Barraza.
Uno de los desafíos más graves para enfrentar este problema es la sub-notificación, especialmente en el sector privado.
“Hay hospitales que dicen ‘yo no tengo nada’. Y eso no es creíble. No hay hospital en el mundo que no tenga por lo menos un caso de infección. Eso nos hace pensar que en el sector privado existe un reto muy importante para que se sumen al reporte y para que informen con transparencia lo que realmente ocurre”, advirtió.
Barraza reveló que, en ejercicios de análisis comparativo, algunos hospitales privados incluso se niegan a proporcionar información sobre infecciones, lo que impide contar con una radiografía completa.
Esta falta de datos no solo impide la planeación de estrategias efectivas, sino que puede generar una falsa percepción de que el problema está controlado.
¿Qué pasa en los hospitales del mundo?
A nivel internacional, el panorama es igualmente preocupante. En Estados Unidos, los Centros para el Control y la Prevención de Enfermedades (CDC) calculan que el costo anual por resistencia antimicrobiana (RAM) asciende a 55 mil millones de dólares: 20 mil millones en atención médica y 35 mil millones en pérdida de productividad.
En África, un estudio realizado en 14 países estimó pérdidas por 3 mil millones de dólares en 2022, equivalentes al 1.14% del PIB combinado de esas naciones. En este último caso, el 77% del costo total se atribuyó a muertes prematuras, lo que resalta el impacto social y económico de la alta letalidad.
Riego de brotes bacterianos en hospitales
Desde el enfoque económico, las IAAS deben entenderse desde múltiples perspectivas: la del sistema de salud, los hogares y la sociedad en general. El costo de oportunidad también entra en juego.
“Si un paciente permanece más días de lo necesario por una infección adquirida en el hospital, le estás quitando la cama a alguien más. Ese es un costo que normalmente no se contabiliza, pero existe”, indicó la especialista.
A esto se suma el riesgo de transmisión al personal médico, lo que representa una externalidad peligrosa.
“También hay que considerar que estas infecciones pueden generar brotes que obligan a cerrar quirófanos o pabellones, afectando la operación hospitalaria y generando listas de espera más largas”, explicó.
Entre las medidas más efectivas y rentables para prevenir las IAAS destaca la higiene o el lavado de manos, el cual, de implementarse adecuadamente, puede reducir las infecciones entre un 35% y 70 por ciento.
“Por cada peso invertido en higiene de manos, el sistema puede obtener hasta 24.6 dólares en beneficios económicos. Es un retorno comparable, o incluso superior, al de intervenciones como vacunación, prevención del VIH o salud materno infantil”, dijo Barraza.
En términos monetarios, eso significa que por cada 19.3 pesos invertidos, el beneficio puede alcanzar 474.8 pesos, lo cual representa una de las relaciones costo-beneficio más altas en salud pública.
La especialista reiteró que, en salud, no todo puede abordarse al mismo tiempo, por lo que es necesario saber dónde invertir para obtener el mayor impacto.
“Una buena política de prevención de infecciones, sumada al uso racional de antibióticos, sería una súper intervención de salud. Tiene alta rentabilidad económica y beneficios intergeneracionales. Si no actuamos ahora, el riesgo de que los antibióticos dejen de ser efectivos en el futuro es muy alto”, advirtió.
Resistencia antimicrobiana
Además, recordó que las IAAS aumentan el riesgo de resistencia antimicrobiana, un fenómeno silencioso pero devastador, que amenaza con dejar sin opciones terapéuticas a generaciones futuras.
“La resistencia no se ve de inmediato, pero es acumulativa. Y cuando llega el momento en que ya no hay antibiótico que funcione, el impacto será catastrófico”, alertó.
De forma global, se anticipa que para 2030 exista una resistencia 70% mayor a antibióticos de segunda y tercera línea que en 2005. Esto también se debe a que el 70% de las recetas prescritas en los Consultorios Adyacentes a Farmacia que incluyen antibióticos son incorrectas.
También hay que considerar que de las 5 mil moléculas para el desarrollo de antibióticos solamente uno se convierte en medicamento autorizado; el desarrollo de un antibiótico tarda en promedio entre 15 y 20 años; la resistencia a la mayoría de los nuevos fármacos se registra dos o tres años después de haber salido al mercado.
La especialista subrayó que las infecciones hospitalarias son prevenibles y no deberían considerarse como inevitables.
“No se puede llegar a cero, pero sí se puede reducir muchísimo su incidencia. No hacer nada es un crimen sanitario y financiero. Es un tema de salud pública que sí es atendible, y lo más importante: es atendible de forma relativamente sencilla. Solo hace falta voluntad, recursos bien dirigidos y un sistema que priorice el tema de costo efectivo”.
RM