El sonido del caracol y el humo del copal se elevaron antes que cualquier discurso. Por primera vez, las hierbas, huipiles, rebozos y sombreros mazatecos, zapotecos, mixtecos y wirárikas fueron parte del protocolo, y los nuevos ministros de la Suprema Corte de Justicia de la Nación fueron sometidos a una ceremonia de purificación en el Zócalo capitalino, antes de comenzar sus nuevas funciones.
En la ceremonia nunca antes vista, médicos tradicionales y gobernadores indígenas pidieron por los abogados a cada uno de los puntos cardinales, al sol y a la luna. Les dieron buenos deseos, los humearon con copal y les entregaron bastones de mando en un acto que marcó el inicio del relevo en el máximo tribunal del país.
En respuesta, el nuevo ministro presidente aceptó las ofrendas, agradeció el apoyo de comunidades y ofreció sanear la Corte, acabar con la corrupción, el nepotismo y la deshonestidad.
La ceremonia no fue encabezada por una sola etnia, sino que mezcló diversas culturas. Teresa de Jesús Ríos (mazateca), Ernestina Ortiz Peña (otomí), María Lourdes (médica tradicional mixteca), Yolanda Bautista (zapoteca), Mario de Jesús (mazahua) y Ramón González Carrillo (wirárika) dirigieron los rituales, que incluyeron una ofrenda con alimentos, flores, velas, símbolos ceremoniales y un caracolero que marcó el ritmo de la fiesta.

No se privilegió una sola tradición. De hecho, se mandó confeccionar un bastón de mando especial, elaborado por un carpintero oaxaqueño como símbolo de respeto y autoridad comunitaria. El bastón incluía grabados a mano, una cabeza metálica y listones de colores.
Antes de entregarles el artilugio de madera, los representantes indígenas comenzaron con peticiones para guiar a los responsables de la justicia en una ceremonia de purificación.
“Con el permiso de nuestros pueblos, pedimos humildemente que nos permitan llevar a cabo esta ceremonia de purificación, para que giren todas las deidades en forma positiva y ustedes gobiernen con la confianza y el apoyo de nuestro México querido”, se escuchó al micrófono mientras los representantes indígenas humeaban a los ministros.
Para Hugo Aguilar, nuevo ministro presidente, pidieron con respeto que quedara libre de cualquier energía negativa:
“Pedimos a las deidades, a los ancestros, que las leyes sean para el bien de México, del mundo y de todos aquellos que acudan a ustedes.”
Al sonar del caracol, los presentes giraron hacia el sol. La sacerdotisa mazateca pidió colocar la mano en el corazón y girar hacia el oeste:
“La casa de la abuela luna, la de las mujeres guerreras, la casa del descanso.”
Sonó el caracol. Voltearon al norte: “La casa del conocimiento, la sabiduría, las lluvias, los vientos, la comunicación, las enfermedades.”
Una vez más volvió a sonar. Y miraron al sur: “La casa del colibrí, la medicina, donde termina el odio y el resentimiento.”
“Sanamos por medio de las energías. Siempre la fuerza, el pensamiento, el perdón”, se dijo mientras los caracoles resonaban una vez más.
Los ministros se hincaron. Y de las voces se pidió una vez más: “Guíen a nuestras ministras y ministros.”

Acto seguido, se entregaron los bastones de mando, uno a uno, acompañados de morrales, collares y palabras de confianza.
Se dieron agradecimientos, en lenguas indígenas y en español, para el expresidente Andrés Manuel López Obrador y la presidenta Claudia Sheinbaum por el reconocimiento constitucional a los pueblos indígenas.
También llegaron representantes de Las Vigas (Guerrero), Chonistle (Durango), Felipe Carrillo Puerto (Quintana Roo), Mazacuite (Veracruz), San Sebastián (Jalisco) y comunidades purépechas de Michoacán, para abrazar a los ministros, echarles humo, tocarles la cabeza, sacudirlos con las hierbas y encaminarlos por el camino de la razón.
Crisóforo Valenzuela, representante yaqui de Sonora, explicó el significado del bastón: “Para nosotros, representa la Vara de Moisés, la que utilizó para liberar a los pueblos de Egipto. Es símbolo de territorio, de autoridad, de servicio.”
Pasados los rituales, fue el turno de Hugo Aguilar Ortiz, interrumpido por consignas: “¡Es un honor estar con Hugo hoy!”
Fue conciso y tajante sobre el mandato que asume, y a la vez sobre la responsabilidad que implica ser el primer ministro indígena en presidir la Suprema Corte de Justicia de la Nación.
“La situación que se vive en el sistema de justicia de nuestro país había tomado tonos y matices lamentables y desastrosos. Eso animó la reforma judicial. Por eso, las ministras y ministros que hoy integramos la nueva Suprema Corte tenemos un mandato claro: sanear el Poder Judicial de la Federación y de las entidades federativas. Se acabará la corrupción, el nepotismo, la deshonestidad.”
En el discurso, Aguilar marcó la diferencia con sus antecesores: “Somos los ministros del pueblo porque hemos cumplido por mandato del artículo de la Constitución Federal. Todo poder surge del pueblo y se instituye para su beneficio.”
Reconoció el papel histórico de los pueblos originarios: “Somos la raíz más profunda de México. Por eso tiene enorme trascendencia que hoy nos estén entregando el bastón de mando y de servicio.”
Explicó que este símbolo imprime un sello peculiar al ejercicio del poder: “Asumir un cargo implica poder: poder demandar, disponer, hacer y hasta deshacer. Pero en nuestras comunidades, el bastón de mando significa encabezar los trabajos, ser padre y madre del pueblo.”
Celebró la reforma constitucional de 2024, que reconoce a los pueblos indígenas como sujetos de derecho público: “La reforma se logró sin tomar una calle ni una oficina. Es producto de la transformación profunda que se vive en nuestro país.”
Advirtió que aún falta mucho por hacer. “Nos falta la Ley General de Derechos de los Pueblos Indígenas y Afromexicanos. No tengo duda de que nuestros legisladores estarán a la altura.”
Y cerró con sus intenciones de eliminar privilegios dentro de la Corte y construir una justicia para el pueblo.
“Vamos a trabajar incansablemente por un nuevo modelo de justicia. Una justicia que mire hacia abajo, que defina los recursos, los esfuerzos y la inteligencia para hacer justicia a quienes han sido excluidos.”

“Hacia una reconciliación de la justicia con el pueblo”
Luego de la prolongada toma de protesta en el Senado de la República, los ministros recién designados abordaron sus vehículos blindados y fueron escoltados hasta la sede de la Suprema Corte de Justicia de la Nación.
El edificio fue decorado con arreglos florales en tonos naranja, rojo, blanco, amarillo y morado, elaborados por artesanos de Iztapalapa. En la entrada, un arreglo con la leyenda: “Hacia una reconciliación de la justicia con el pueblo” marcó el tono del acto.
Desde temprano, el lugar se convirtió en punto de encuentro entre simpatizantes y detractores de la reforma judicial. El grupo opositor, que se identifica como ResistenciaMx, acampó frente al recinto, colocó lonas y cartulinas con consignas. Del otro lado, simpatizantes, trabajadores del gobierno y sindicalistas se congregaron en apoyo a los nuevos ministros. Ambos grupos habían permanecido tranquilos.
Las puertas de bronce se abrieron desde adentro. Una valla de cadetes del Heroico Colegio Militar se apostó en la entrada. Siete ministros salieron, sonrientes, entre aplausos y gritos de apoyo.
Hugo Aguilar, ministro presidente, fue directo. Arropado por sus seguidores, habló del significado de abrir las puertas del máximo tribunal:
“Esta puerta ha estado cerrada los últimos años, y para nosotros abrirla tiene un significado muy especial. Una puerta sirve para recibir con amabilidad y con el corazón abierto a los visitantes, a quienes reclaman justicia.”
“Pero cuando la puerta se cierra, se convierte en un muro infranqueable. Un muro que limita —en este caso— la casa de la justicia con la ciudadanía que demanda atención del Poder Judicial y de la SCJN.”
“Hoy, al abrir la puerta, no es solo un acto simbólico. Es una invitación para todos aquellos que requieran la atención de esta Suprema Corte. A partir de mañana, tendrán las puertas abiertas.”
Minutos después ingresó la presidenta Claudia Sheinbaum. Atravesó el cerco de cadetes y subió las escalinatas a paso firme.
Afuera, la polarización no se hizo esperar. Los detractores gritaron consignas, reclamaron por la democracia y acusaron a los ministros de espurios. Del otro lado, los simpatizantes defendieron a la nueva Corte con una consigna que se repitió entre pancartas y aplausos: “¡Sí se pudo, sí se pudo!” y “Poder judicial por voto popular”.
La presidenta se retiró minutos antes de la medianoche. Los simpatizantes se marcharon. Y las puertas de bronce, una vez más, volvieron a cerrarse.
