A diferencia de muchos líderes políticos, Mauricio Fernández, quien fue alcalde de San Pedro Garza García en cuatro ocasiones, no buscaba el agrado del público. En cambio, su objetivo era provocar el diálogo, y para ello, su herramienta favorita era el arte.
Por eso, la historia del polémico mural en el túnel de la Loma Larga, que conecta Monterrey y San Pedro, no es una simple anécdota, sino una pieza clave para entender su legado y su estilo único.

La Controversia: Dr. Lakra y Mauricio Fernández
¿Cómo pudo una obra de arte urbano generar tanta polémica en una de las ciudades más prósperas de Latinoamérica? La respuesta está en la combinación explosiva de sus protagonistas: un alcalde empeñado en ser diferente y un artista conocido por su irreverencia.
La obra, encargada a Jerónimo López Ramírez, hijo del reconocido artista Francisco Toledo, fue una decisión deliberadamente provocadora.
El Túnel de la Loma Larga: una colaboración audaz
El proyecto fue liderado por el artista interdisciplinario Dr. Lakra, una de las figuras más transgresoras del arte mexicano contemporáneo. Su obra, que ha sido expuesta en el MoMA, se inspira en la estética del tatuaje y fusiona elementos de culturas prehispánicas y urbanas para crear imágenes a menudo inquietantes. Fue un contraste perfecto para la tradicional sociedad de San Pedro.
Por su parte, Mauricio Fernández, quien además de empresario y alcalde, fungió como mecenas del proyecto, buscó con persistencia la colaboración del artista. Según declaró a los medios, no fue un "capricho", sino una estrategia consciente para desafiar el conservadurismo de la región.
El Mural: ¿Provocación o arte?
El mural, pintado sobre un fondo blanco, presentaba siluetas que daban la bienvenida a miles de conductores a diario. Sin embargo, a primera vista, las figuras no eran precisamente amigables. Se veían esqueletos, serpientes, murciélagos e insectos, junto a cadenas y utensilios de cocina. Pero, en realidad, el Dr. Lakra no solo pintó figuras, sino que diseñó arquetipos.
Su ubicación fue crucial para la controversia. Situado en la entrada del principal conector vial entre San Pedro y Monterrey, era imposible ignorar su presencia.
Conservadores protestan
La reacción de la comunidad no tardó en llegar. Sectores conservadores, como el Frente Nacional por la Familia, se opusieron rápidamente a la obra, argumentando que las imágenes generaban "inestabilidad emocional, miedos e inseguridades" en los niños, y que amenazaban los valores de la comunidad. Para ellos, el arte público debería fomentar la armonía y el bienestar, no la confrontación.
Tras su muerte, el legado de Mauricio Fernández recae, para bien o para mal, en haber sido un político que buscaba diferenciarse. Su figura, al igual que el mural del Dr. Lakra, continúa generando más preguntas que respuestas.