Los pilotos de la Fuerza Aérea Mexicana que participaron en el desfile militar por los 208 años de la Independencia de México son de diferentes estados del país, ellos lo mencionan y sus distintos acentos lo confirman
Los pilotos acuden a realizarse el chequeo médico protocolario antes de comenzar con el sobrevuelo.
A las 06:00 de la mañana aún no comienza a clarear el día; el frío y la neblina envuelven los pinos que rodean la base aérea militar de Santa Lucía.
El día del desfile militar es un día de fiesta para los pilotos de la Fuera Aérea Mexicana, lucen sus mejores trajes; una ocasión para el lucimiento personal. Conversan alegres y ruidosos a la espera de su turno para ingresar al improvisado consultorio médico.
Las bajas temperaturas ponen en riesgo la plan de vuelo; se considera cambiar al plan B, incluso al C, que consiste en enviar sólo helicópteros.
Sin embargo, el clima comenzó a mejorar luego de las 9 de la mañana y las 162 aeronaves de las fuerzas armadas iniciaron los despegues, incluido el Black Hawk en el que MILENIO hizo el sobrevuelo.
Los cascos de la tripulación del Black Hawk, tres más el piloto, tienen distintivos, como el del un rostro con un parche en el ojo posado sobre dos sables, otro más dice Metal Milisha.
Ya en el aire, resultaba inquietante ver a estos elementos de las fuerzas armadas sacar su móvil y comenzar a tomar fotos del horizonte, de otras aeronaves, de la plancha del Zócalo. Se emocionan.
Pero no tienen mucho tiempo para contemplar todo el panorama: leen manuales de vuelo, hacen anotaciones, revisan imágenes satelitales de la ruta. La comunicación es a través de los transmisores pues es el sonido de los rotores es ensordecedor.
Abajo, en la ciudad, miles de autos van y vienen, los mercados sobre ruedas se hacen notorios por sus lonas multicolor.
El Black Hawk sobrevuela en seis ocasiones el Zócalo capitalino, en donde trascurre el desfile militar.
La tripulación vuelve tomar fotografías. Las ventanillas que van abiertas que dejan entrar el aire de un golpe; después sabremos que algo pasó en los movimientos de las naves que las obligó a frenar.
El piloto y copiloto dialogan. Uno de ellos escribe en la pantalla de su celular y notifica: 15 minutos para aterrizar.
El ambiente se relaja, tal vez la tripulación se sorprende porque sus acompañantes, reporteros, no se marearon ni tuvieron algún episodios desagradables.
De vuelta en Santa Lucía, las aeronaves desciendes y ocupan su lugar. El recorrido concluye exitosamente.
La tripulación baja de un brinco el helicóptero y se toman fotografías, se abrazan, se dan la mano y se van como llegaron, felices por este, su día, el día que las fuerzas armadas lucen el poderío con que cuentan para cumplir con sus órdenes constitucionales.
Con 2 horas y 15 minutos de duración, culminó la parada aérea que formó parte del desfile militar con el que se conmemoró el 208 aniversario de la Independencia de México.
En esta parada participaron 162 naves aéreas, 22 más de las que hasta ahora habían sido incluidas; 23 de ellas pertenecen a la Marina y el resto de la Fuerza Aérea, sin que se contará para esta ocasión con vehículos aéreos de la Policía Federal.
En el tiempo de vuelo, los diferentes tipos de aeronaves realizaron diversas formaciones y dieron cerca de seis vueltas alrededor del primer cuadro de la Ciudad de México.
Muchas de estas aeronaves volaron también como parte de los desfiles en Puebla, Cuernavaca, Toluca y Pachuca.
