DOMINGA.— La Ciudad de México aprendió a vivir con un calendario extraño: septiembre nunca llega solo. Cada 19 trae consigo el rumor de placas que se frotan, de vigas que se quiebran, de memorias enterradas bajo polvo. Cuarenta años después, las mujeres que sobrevivieron al terremoto del '85 nos lo recuerdan con la precisión de un temblor íntimo: una sale de los escombros con la bata de Silvia Pinal; otra aún escucha los gritos; todos saben que el silencio de esa madrugada nunca terminó de irse.
Y mientras los edificios se doblaban, nacía otra historia: Los Topos. De entre el miedo, un hombre decidió desafiar a la muerte, volverse su sombra. ‘El Topo Mayor’ ha pasado cuatro décadas husmeando entre ruinas para arrebatarle vidas al destino. Su historia es una crónica visual que atraviesa terremotos y guerras, un recordatorio de que el heroísmo también puede ser un oficio. Esta pieza es el segundo mini documental que realiza DOMINGA.
Pero no todo el horror viene de la tierra. En Veracruz, en 2016, la violencia le declaró la guerra a Dios. Los Zetas secuestraron y asesinaron a dos sacerdotes de Poza Rica. Los cuerpos, arrojados en la Curva del Diablo, probaron que ni siquiera la fe estaba a salvo. Esa noche, el Evangelio se escribió con sangre y el infierno tuvo nombre propio.
DOMINGA camina entre estas memorias: la ciudad que aprendió a sobrevivir, los hombres y mujeres que hicieron de la tragedia su causa, y los demonios que se disfrazaron de hombres para desafiar lo sagrado. Aquí se cruzan las ruinas, la resistencia y la blasfemia. Porque el periodismo narrativo también sabe hurgar en los escombros.