Pese a la explícita prohibición del Artículo 25 de la Ley de Residuos Sólidos —que veta el desecho de basura y cadáveres de animales en áreas públicas— las presas y barrancas de la alcaldía Álvaro Obregón se han convertido en gigantescos vertederos clandestinos.
Los sitios acumulan toneladas de este delito ambiental, cometido durante décadas a la vista de todos, generando tapones que provocan desbordamientos e inundaciones al obstruir el cauce natural del agua, como ocurrió recientemente en San Francisco y Mixcoac.
Contaminación afecta a las presas
Aunque a lo largo del día circulan camiones de recolección de basura por las colonias aledañas a las barrancas, la realidad en estas zonas es desoladora.
Ocho de las nueve presas que alberga Álvaro Obregón lucen saturadas de desechos y emanan un vapor fétido, el cual advierte sobre las enfermedades que probablemente se desencadenan en la población.
La función primordial de estas nueve presas es regular el curso del agua pluvial, pero esta labor se ha vuelto insostenible debido a dos factores críticos: la masiva contaminación derivada de su mal uso también como vertedero de aguas negras y la paulatina reducción de su capacidad, ocasionada por la acumulación de lodo y maleza.
Vecinos cobran por tirar la basura en la barranca
Tanto los habitantes como las autoridades de la alcaldía lo reconocen: hay un grave problema de conciencia ambiental entre los pobladores y han detectado un subsistema de recolección clandestino, vinculado a la precariedad y a la intención de conseguir dinero a fin solventar el consumo de sustancias.
"Aquí en La Herradura (colonia contigua a la presa Las Flores) tenemos a mucha gente que por unos pesos te dice: 'yo te tiro la basura' y en la noche es cuando le están tirando.
"Los propios vecinos se suben a su techo y avientan para la barranca, así, de ese tamaño", explica en entrevista para MILENIO Agustín, quien utiliza un seudónimo para evitar represalias, pues señala que incluso pedir que no se tire la basura, es motivo de peleas.
Esta declaración coincide con las de otras de vecinos allegados a las presas Río Becerra, Becerra B, San Francisco y Tacubaya:
"Por allá arriba sí hay un señor de esos que se mariguanean (sic), juntan la basura y en vez de meterla al camión, la avientan a la barranca, pues deberían prohibirles eso, ¿no? Por eso hay tanto ese problema", advierte Olga, vecina de la colonia Lomas de Becerra.
Carlos Domínguez, director general de Servicios Urbanos en Álvaro Obregón, explica que la limpieza se ha concentrado donde se forman los tapones de basura, pero al persistir el hábito de tirarla a las barrancas, las fuertes lluvias que no dan tregua a la Ciudad de México terminan por arrastrarla, obstruyendo nuevamente las presas.
"Gente que no tiene ingresos se dedica a tocar y sacar la basura y generarnos tiros clandestinos. Esos tiros clandestinos tarde o temprano se van a las atarjeas".
Y aunque la alcaldía señala que ya se trabaja para sancionar a quienes son partícipes de ello, la enorme cantidad de desechos que se generan en la demarcación rebasan la capacidad de recolección.
De acuerdo con una solicitud de transparencia, en 2024, la alcaldía Álvaro Obregón dispuso de 284 camiones de basura para atender a 759 mil 137 habitantes, lo que significó que cada unidad recogiera 102 toneladas de residuos al mes.
▶️ Presas y barrancas de la alcaldía Álvaro Obregón se han convertido en un vertedero de basura, cadáveres, muebles y más. ¿Cómo afecta al medio ambiente y la salud?
— Notivox (@Milenio) July 8, 2025
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Priorizar para atender la marea de basura
Este año, las labores de desazolve y limpieza de barrancas iniciaron en abril. Dichas tareas contaron con la participación de cuadrillas interinstitucionales, compuestas por autoridades federales, estatales y locales, así como personal de Servicios Urbanos, incluyendo adultos mayores, y operadores de maquinaria pesada. Incluso en algunas jornadas se promovió la participación vecinal.
Pero la magnitud del problema es tal que, con la continuación de lluvias, las autoridades priorizaron la limpieza de ciertas presas para evitar desbordamientos, dejando fuera del mantenimiento inicial a Tequilasco, Mixcoac y Las Flores.
Los trabajos se concentraron principalmente en los vasos reguladores Río Becerra y Presa San Francisco, donde en solo dos meses se recolectaron mil 75 toneladas de basura y se limpiaron 46 mil 732 metros cuadrados en tierra y agua. Aún así, San Francisco se desbordó.
"Aquí acababan de alzar la basura los muchachos y ya estaban unas bolsitas y unos costalotes (sic) ahí. Nunca van a acabar, nunca porque somos muy cochinos (sic)", critica Yolanda, habitante de Lomas de Becerra.
De las nueve presas, Anzaldo es la única que permanece relativamente limpia de basura. Esto se debe a su ubicación en la avenida Periférico —donde el tránsito peatonal es mínimo— y a que está rodeada de complejos habitacionales privados. Sin embargo, el olor que desprende sigue siendo desagradable.
En contraste, Tequilasco presenta menos tapones de basura, pues los vecinos dedican sus propios recursos para liberar el cauce natural del agua.
No obstante, desde hace años, los residentes de Tequilasco han solicitado a las autoridades el retiro de la maleza que ha crecido sobre los deslaves, ya que resta capacidad de almacenamiento y representa un riesgo de formar un tapón al ser arrastrada por la corriente cuando suba el nivel de agua.
En el recorrido realizado por MILENIO, se posicionó a la presa Las Águilas como la más saturada de basura, con su vertedero al límite. Su limpieza es casi imposible debido a la dificultad de introducir maquinaria pesada y a su profundidad, que supera los 20 metros.
Las autoridades de la alcaldía han promovido la participación vecinal y señalan que se trabaja en la aplicación de las respectivas sanciones.
La persistencia del problema subraya la necesidad urgente de una estrategia integral que aborde no solo la limpieza, sino también la raíz del problema: la falta de conciencia y la necesidad de un sistema de gestión de residuos más eficiente y accesible para todos los habitantes.

ksh