El 24 de julio de 2025, autoridades aduaneras de Perú confirmaron el decomiso de un cargamento de mercurio que salió de México y pretendía llegar a Bolivia. El metal había sido mezclado con 20 toneladas de grava para evitar su detección y se tenía previsto que, después de ser procesado, rindiera hasta cuatro toneladas en su estado líquido, según las estimaciones oficiales.
Al dar a conocer la noticia, el organismo peruano expresó que el cargamento formaba parte de una red internacional de tráfico de esta sustancia, la cual ha generado alertas por su toxicidad desde hace décadas.
Un reporte emitido en fechas recientes por la Agencia de Investigación Ambiental ubica el punto inicial de este circuito de contrabando en México, específicamente en Querétaro. ¿Cómo llega el mercurio desde nuestro país hasta Sudamérica? En MILENIO te contamos.
Una red a la sombra de acuerdos internacionales
Para hablar del tráfico de mercurio es necesario mencionar un tratado internacional denominado Convenio de Minamata, surgido en 2013 con la intención de reducir las emisiones de este metal para proteger la salud de las personas y el medio ambiente.
México, Perú y Colombia firmaron el tratado en 2013 y lo ratificaron en años siguientes. Desde entonces, los gobiernos de cada nación han implementado mecanismos que pretenden erradicar la producción, exportación e importación de mercurio, pero en cada territorio hay distintos retos.
En el caso de México, la extracción de mercurio es el sustento de distintas comunidades asentadas en la región de Sierra Gorda, en Querétaro, ya que ahí se encuentra una de las reservas de mercurio más grandes del mundo. En Colombia y Perú, el mercurio es relevante por su uso para procesos artesanales de extracción de oro a pequeña escala.

Aunque la adhesión de estos países redujo las cifras oficiales de mercurio enviado desde México a Sudamérica, las redes de contrabando mantuvieron sus operaciones.
En septiembre de 2022, la Secretaría de Marina (Semar) y la Agencia Nacional de Aduanas de México (ANAM) incautaron un cargamento de 644 kilogramos de mercurio con un valor comercial de casi 650 mil pesos que pretendía ser exportado a Chile. La etiqueta del contenedor manifestaba que en su interior había rodillos transportadores, pero éstos habían sido perforados para esconder el metal tóxico.
Otro aseguramiento relevante ocurrió en abril de 2025, cuando la Marina y autoridades aduaneras identificaron más de cinco toneladas de mercurio ocultas en 216 cubetas de pintura. La sustancia pretendía llegar a Bolivia, país al que ingresaron casi 900 toneladas de mercurio mexicano entre 2015 y 2022, según una investigación del portal Insight Crime.
Aunque algunos envíos de mercurio han contado con autorización de la Secretaría de Medio Ambiente y Recursos Naturales (Semarnat) —como ocurrió con las 161 toneladas enviadas por la Unión de Mineros de Querétaro a Bolivia entre 2015 y 2017—, lo que ha mantenido a flote a esta red es el sigilo.
Juan José Zamorano, presidente de dicha organización queretana, reveló a los investigadores de la EIA que el éxito de su esquema se sostiene en las etiquetas falsas que los contrabandistas usan para exportar el mercurio, pues lo declaran como si fueran piedras decorativas o material de construcción.
Acorde con el reporte de la agencia, la mayoría de los envíos no son identificados debido a que sólo se someten a revisiones visuales. Sus cálculos advierten que entre abril de 2019 y junio de 2025 salieron de México 50 cargamentos de mercurio —37 llegaron a Perú, 10 a Colombia y tres a Bolivia— equivalentes a casi 200 toneladas.
Una vez que los paquetes llegan al país receptor, los traficantes procesan las piedras en las que iba escondido el mercurio para extraer el metal en su forma líquida. Luego lo almacenan en diversos recipientes para llevarlo a su destino final: áreas de minería de oro a pequeña escala que, en ocasiones, están bajo el control de grupos criminales.
¿Por qué el mercurio es una amenaza para la salud y el medio ambiente?
La Organización Mundial de la Salud (OMS) considera al mercurio como una de las sustancias más riesgosas para los seres humanos, pues exponerse a ella puede generar trastornos neurológicos, pérdida de memoria, dolor de cabeza y hasta insuficiencia renal.
De acuerdo con los hallazgos de la EIA, varias de las comunidades que utilizan el mercurio para extraer el oro de las rocas se ubican en zonas forestales o áreas reconocidas a nivel internacional por su biodiversidad, como las regiones amazónicas de Perú y Colombia.
La minería rudimentaria de oro a base de mercurio ha provocado que en Madre de Dios, una región de selva amazónica de Perú, se pierdan hasta 21 mil hectáreas por año debido a las excavaciones para buscar las valiosas partículas doradas, de acuerdo con una investigación de la agencia AFP.
Este método existe desde hace más de tres mil años, según datos del Programa de las Naciones Unidas para el Medio Ambiente (PNUMA). Actualmente, la minería de oro artesanal a pequeña escala constituye la mayor fuente de contaminación por mercurio, pues produce cerca del 40 por ciento de las emisiones a la atmósfera.
"El mercurio liberado en el aire, agua y suelo por los mineros ilegales de oro ingresa a la cadena alimentaria, se bioacumula y como neurotoxina altamente peligrosa causa trastornos neurológicos y otros múltiples problemas de salud graves", apunta el informe de la EIA.
En junio de 2015, autoridades estatales de Querétaro revelaron que una mina de mercurio que operaba de forma irregular contaminó el agua de la comunidad Llano de San Francisco, en el municipio de Pinal de Amoles. De los 172 habitantes registrados en ese entonces, 120 sufrieron una intoxicación por arsénico.

BM.