El primer laboratorio de carfentanilo y fentanilo en México fue descubierto de “chiripa” en un pequeño departamento de Mexicali, operado por el bioquímico búlgaro Antón Petrov, apodado El Padre del Fentanilo en México por ser el primero en fabricarlo y contar con la fórmula para producirlo.
Él es uno de los 26 reclusos enviados a Estados Unidos, país que lo reclamaba para someterlo juicio por introducir ese opioide sintético a su país, pues su consumo generó miles de muertes de norteamericanos.
El 28 de agosto de 2018, lo atraparon en un operativo agentes de la extinta Policía Estatal Preventiva (PEP) de Baja California, quienes no tenían ni idea de lo qué habían encontrado.
Creyeron que se trataba de un laboratorio de metanfetamina, como otros detectados a las afueras de la ciudad, cuyo olor era penetrante y dañino.
Pero éste, estaba acondicionado en un pequeño departamento de la colonia San Marcos. Lo vigilaron por algunos meses, según dijo entonces la autoridad en Baja California.
Ahí atraparon a Petrov, un hombre que siempre usaba traje. Impecable él, pero también el área donde tenía los químicos con los que llegó a fabricar en un solo día más de 20 mil pastillas del opioide sintético.

“Él fabricaba directo”, recordó un agente federal que ingresó al inmueble días después, enfundado en un traje amarillo de los que usan los bomberos para manipular materiales peligrosos.
El aspecto del búlgaro no era el de un consumidor de drogas, sino el de una persona fría, callada y con mirada fuerte.
Petrov hablaba el búlgaro que aprendió de niño en su hogar en Sofía, la capital de su país. Fue militar y estudió medicina, lo que le permitió conocer con precisión qué químicos eran los ideales para fabricar un opioide sintético nuevo, sin olor, capaz de cruzar a Estados Unidos sin que las autoridades lo detectaran.
Además, dominaba inglés y español. Un políglota que convenció al dueño del edificio, un hombre de origen chino, para rentarle el departamento por unos 300 dólares al mes.
El laboratorio

Cuando elementos de la hoy Fiscalía General de la República (FGR) finalmente entraron al lugar, lo hicieron con cautela, cuatro días después de su captura.
Vestían trajes protectores amarillos. Parecían ‘minions’, sin saber qué se encontrarían.
El espacio, de apenas seis por seis metros, tenía una cama, un baño, algunos muebles y una máquina pesada con motor grande y base de madera, cubierta con plástico grueso. Esa era utilizada para elaborar las pastillas M30, como también llamaban a las tabletas de fentanilo calidad “AAA”, la más alta en el mercado ilegal.
Ese equipo no emitía gases tóxicos, pero sí vapores químicos peligrosos que requerían manejo especializado.
Por eso Petrov encendía la máquina en horarios estratégicos para no llamar la atención de los vecinos en ese suburbio que está a menos de 20 minutos caminando de las oficinas de la Fiscalía General del Estado (FGE) y de los juzgados.
El 6 de septiembre de ese 2018, el socio de Petrov, Iván Ramírez Arredondo, originario de Caborca, Sonora, fue seguido por policías estatales desde el laboratorio.
Ahí lo interrogaron y los nervios lo traicionaron para llevarlos a la ubicación exacta del laboratorio.

Su testimonio permitió asegurar a Petrov, que en ese momento traía una bolsa con pastillas entre sus pertenencias. También procedieron a resguardar el inmueble hasta que la FGR ejecutara el cateo.
Ahí hallaron las 20 mil pastillas listas para distribución, una cantidad que en Estados Unidos podía multiplicar su valor por miles de dólares.
Un agente federal lo resumió así: “Él prácticamente traía la fórmula. Sin él, no había otro laboratorio así en México”. Por eso se le consideró, en su momento “El padre del fentanilo”, pues después se volvieron comunes dichos laboratorios en diversos puntos del país.
Antes de instalarse en México, en 2015 Petrov fue detenido en República Dominicana por la muerte de un integrante del Ejército de ese país en su apartamento del Distrito Nacional.
La víctima, Rafael Alberto Sánchez Ramírez, según se disparó mientras manipulaba su arma, versión que dejó herido en la pierna al propio Petrov. El caso no esclareció del todo cómo terminó absuelto y en libertad para salir del país.
Se cree que a finales de 2017, Petrov llegó a México, asentándose en diciembre de ese año en Mexicali, la que fue su base de operaciones para fabricar el mortal opioide.
SNGZ