Policía

Fátima Quintana: el feminicidio de una niña de 12 años que orilló a su mamá a convertirse en activista en medio de un proceso plagado de irregularidades

Parte 3: ¿Cómo ha sido la lucha de la familia de Fátima Quintana contra la impunidad?

Fátima Quintana, de 12 años, fue asesinada cuando regresaba a su casa en el Edomex; a más de una década de su feminicidio, su familia sigue buscando justicia

En fechas recientes, los asesinatos cometidos en contra de Fernandito (siete años) y Dulce (12 años) en distintos puntos del Estado de México captaron la atención de la población mexicana por su brutalidad y las posibles motivaciones económicas de sus victimarios.

Ambos casos, además, reflejaron nuevamente las distintas situaciones de riesgo a las que están expuestas las personas menores de edad en nuestro país. Datos de la Red por los Derechos de la Infancia en México (REDIM), sólo entre enero y julio de 2025 se contabilizaron 386 homicidios dolosos contra niñas, niños y adolescentes. En el mismo período fueron perpetrados al menos 27 feminicidios en los que las víctimas tenían entre cero y 17 años.

La violencia feminicida ha sido un motivo de preocupación en México desde hace décadas, pero cuando estos actos son cometidos contra menores de edad se hace evidente una doble vulnerabilidad por su estado de indefensión, de acuerdo con la investigadora y doctora en Derecho Sofía Cobo Téllez.

Uno de los casos que más indignación provocó en tiempos recientes fue el de Fátima Varinia Quintana Gutiérrez, quien tenía 12 años al momento en que tres de sus vecinos la privaron de su libertad, abusaron sexualmente de ella y la asesinaron. La investigación estuvo plagada de irregularidades que se extendieron incluso hasta después de que se dictara una sentencia contra los victimarios. ¿Qué obstaculizó la justicia para su familia? En MILENIO te contamos.

¿Quién era Fátima Quintana Gutiérrez?

Fátima nació el 4 de junio de 2002 en el Estado de México, fruto del matrimonio compuesto por Lorena Gutiérrez y Jesús Quintana. Cuando llegó a este mundo, sus padres ya tenían a Omar, Jimena y Guadalupe.

Poco después de que Fátima cumpliera dos años de edad, la familia recibió a un nuevo bebé, con quien la pequeña desarrollaría un vínculo especial a lo largo de su vida: Daniel.

Fátima Quintana y Lorena Gutiérrez, su mamá
Fátima Quintana y su mamá, Lorena | Especial

A Fátima le apasionaban la literatura fantástica y la poesía. Sagas como Los Juegos del Hambre, Narnia, Harry Potter y El Señor de los Anillos atrapaban su atención al igual que la obra de Rubén Darío.

Entre sus pasatiempos, además de la lectura, destacaba el jugar con su hermano menor en el árbol que había frente a su hogar en Lupita Casas Viejas, una comunidad del municipio de Lerma, Estado de México.

Testimonios de su familia retomados por el Instituto Mexicano de Derechos Humanos y Democracia A.C. señalan que Fátima soñaba con estudiar Medicina y curar todas las enfermedades posibles para que su mamá y su papá la acompañaran por muchos años.

El atroz crimen de Fátima Quintana

Para 2015, Fátima estudiaba el primer año de secundaria en una escuela pública en Santa María Zolotepec, una comunidad ubicada a media hora de su casa.

El 5 de febrero de aquel año parecía un jueves cualquiera. Fátima fue a la escuela y, al salir, caminó acompañada de una amiga (Salma) durante un tramo hasta que tuvieron que dividir sus trayectos.

La casa de Fátima se ubicaba en la parte alta del cerro y para llegar a ella, la menor debía tomar un camino que conecta con la carretera Toluca-Naucalpan. En esa zona, caracterizada por ser boscosa, estaba la vivienda de los hermanos Misael y Luis Ángel Atayde Reyes.

Cerca de las cuatro de la tarde, la familia de Fátima salió a buscarla, ya que nunca llegaba a casa después de las 15:00 horas. En el proceso, Salma les dijo que los hermanos Atayde Reyes y José Juan Hernández Tecruceño, un amigo de ellos conocido como El Pelón, comenzaron a chiflar y gritarle cosas a Fátima cuando pasaba frente a su domicilio.

Lorena se acercó a Misael y Luis Ángel para preguntarles si habían visto a su hija, pero respondieron que no. Minutos después, al difundirse entre los habitantes la noticia sobre la desaparición de Fátima, los muchachos huyeron hacia el bosque. Lorena supo en ese momento que ellos estaban detrás de todo.

La mamá de Fátima encontró su sudadera con huellas de sangre junto a un cuchillo, así como la mochila que llevaba a la escuela y que los jóvenes dejaron caer al escapar. Lorena entró a la casa de los Atayde Reyes y vio una tina con ropa manchada de lodo, por lo que supuso que Fátima podría estar en el bosque. Pocos minutos después, un policía le confirmó que el cuerpo de la pequeña estaba semienterrado en esa zona.

Los análisis periciales retomados por la periodista Monserrat Ortiz señalan que Fátima murió por traumatismo craneoencefálico severo y por edema. Sus tres vecinos le provocaron múltiples lesiones con armas punzocortantes durante el forcejeo, le dislocaron varias extremidades, la violaron de forma grupal y le dejaron caer tres piedras de más de 30 kilogramos en la cabeza. Después, inhumaron sus restos en el bosque.

José Hernández Tecruceño y los hermanos Atayde Reyes, feminicidas de Fátima Quintana
José Hernández y los hermanos Atayde Reyes, feminicidas de Fátima | Especial

Desplazamiento, negligencia y pérdidas: el tortuoso camino de la familia de Fátima

El crimen de Fátima enardeció tanto a la comunidad que los pobladores encontraron a los tres jóvenes y los golpearon. Cuando estaban a punto de lincharlos, Jesús y Lorena pidieron que los entregaran a las autoridades para llevar a cabo un debido proceso.

Un primer tropiezo en la investigación llegó el 23 de febrero, pues en el tutelar Quinta del Bosque les dijeron que no había elementos para comprobar la participación de Misael Atayde, de 17 años en ese entonces, en el feminicidio, por lo que lo dejaron libre.

Familiares, vecinos, amigos y otros habitantes de la comunidad instalaron un bloqueo en la carretera para exigir que Misael fuera detenido. A partir de ahí, la familia de Fátima comenzó a recibir amenazas.

Con el tiempo, Lorena se enteró de que José Hernández Tecruceño era miembro de un grupo delictivo y su papá era policía municipal en Naucalpan. Además, tenía varios familiares trabajando en el Poder Judicial mexiquense, según contó en una entrevista con la periodista Lydiette Carrión.

Lorena y Jesús acudieron a la entonces Procuraduría estatal y consiguieron que la Policía de Lerma les brindara un servicio de escolta. Para el mes de julio de 2015, debido a la falta de recursos, les retiraron la protección.

Intranquila, Lorena se acercó a una organización civil para que la asesoraran y pudiera solicitar el apoyo de la Comisión Ejecutiva de Atención a Víctimas en el Estado de México (CEAVEM).

La institución inició su acompañamiento en septiembre de 2015 y ayudó a que la familia de Fátima se cambiara de casa en calidad de protegidos. Vivieron durante un tiempo en el municipio de Xonacatlán y aunque su vivienda estaba en una zona incomunicada, las intimidaciones no se detuvieron.

En repetidas ocasiones, los familiares de El Pelón y de Luis Ángel Atayde aprovechaban las audiencias del proceso penal para agredir verbalmente y burlarse de la familia de Fátima. En un acto judicial de octubre de 2016, Lorena recibió una amenaza directa de muerte.

El 8 de junio de 2017 un juez dictó una condena de 73 años de cárcel contra Luis Ángel Atayde Reyes por ser penalmente responsable del feminicidio, pero El Pelón recibió una sentencia absolutoria y quedó en libertad. Meses más tarde, en diciembre, se ordenó que Misael Atayde fuera castigado con cinco años de internamiento, debido a que era menor de edad cuando ocurrió el ilícito.

Ante las amenazas que ponían en riesgo a la familia, los Quintana Gutiérrez fueron trasladados al estado de Nuevo León. Para garantizar su reubicación en condiciones adecuadas, la CEAVEM les otorgó una mensualidad, cubrió la renta de una casa por un año y costeó sus traslados para las audiencias judiciales.

Con el objetivo de evitar que Hernández Tecruceño quedara totalmente libre de cargos, la familia de Fátima consiguió asesoría y promovió un amparo contra la sentencia absolutoria.

La defensa legal de El Pelón consiguió su absolución debido a que contaba con una coartada. Según su versión, el día de los hechos el muchacho estaba laborando en una escuela de la zona de Interlomas. Para sustentar esto, sus abogados presentaron una serie de videos que mostraban al joven en el lugar, pero después se comprobó que el material había sido falsificado.

Hernández Tecruceño fue recapturado en octubre de 2018 y tres años después, el 13 de octubre de 2021, un juez de Lerma lo condenó a prisión vitalicia. A pesar del fallo judicial, el calvario de la familia de Fátima no había terminado.

Mientras sus padres encabezaban el tortuoso proceso contra el feminicida de su hermana, ya sin apoyo de la CEAVEM, Daniel Quintana cayó enfermo.

Su familia lo llevó a distintos centros de salud en Nuevo León, como el Hospital Materno Infantil y el Hospital Psiquiátrico, pero en ninguno le prestaron la atención requerida. En el Hospital Universitario, sin someterlo a revisión alguna, el personal concluyó que el dolor abdominal que manifestaba era un signo de ansiedad. El 24 de noviembre de 2020, Daniel murió a causa de una úlcera que nadie se tomó la molestia de detectar.

Por si fuera poco, el 19 de diciembre de 2024, el Poder Judicial del Edomex le concedió un amparo a José Hernández Tecruceño y resolvió ajustar su sentencia, la cual pasó de prisión vitalicia a 70 años de cárcel.

En un testimonio retomado por Mexicanos Contra la Corrupción y la Impunidad (MCCI), Lorena denunció que la condena aún no es fija, ya que el feminicida cuenta con un plazo de hasta ocho años para ampararse y obtener nuevas disminuciones bajo el argumento de que hubo "vicios" en el proceso. Sumado a lo anterior, Misael Atayde Reyes quedó libre a mediados de 2022.

Aunque la Suprema Corte de Justicia de la Nación (SCJN) aprobó que los familiares de Fátima fueran reconocidos como víctimas indirectas de su feminicidio, la lucha contra la impunidad en el caso aún no ha terminado.

"No me consideraba activista, pero me han hecho entender que esta lucha que damos mi esposo y yo es encaminada a tratar de evitar los feminicidios [...] Tenemos que seguir apoyándonos como mujeres para que esto pare, si no lo hacemos nos van a seguir asesinando a nuestras vecinas, a nuestras hijas, a nuestras sobrinas, primas, hermanas, abuelitas, a nuestras madres".

Testimonio de Lorena Gutiérrez, compartido por el Observatorio Ciudadano Nacional del Feminicidio.



BM.

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Baruc Mayen
  • Baruc Mayen
  • Editor digital en la Unidad de Crecimiento de Milenio. Especialista en investigaciones a profundidad sobre derechos humanos, violencia y seguridad. Comunicólogo egresado de la FCPyS de la UNAM y apasionado de la fotografía.
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