Cultura

Fotografía con madre

Puesto que es imposible sustraerse a la fuerza con que el Día de las Madres irrumpe y se va, y buscando cómo no caer en la cursilería que es el motor de esa fuerza, se me ocurre hablar, a propósito de madres, de tres fotógrafas que abordan el tema de muy diferente manera. Aclaro de una vez que no son las únicas, ni las mejores, hay muchas otras y las debe haber mejores o peores según quien las mire, y es precisamente mi mirada la que las ha seleccionado y encuentra en ellas los contenidos que aquí trataré, lo que no quiere decir que sea el que ellas tratan de comunicar o les interesa expresar.

La primera es la norteamericana Sally Mann (1951). No sé ahora cómo sea, pero hará unos 20 o 30 años, cuando empezaba a llamar la atención con su trabajo, fue muy controversial. Incluso yo diría, poco o mal comprendida al grado de cargar con ellas demandas penales por pornografía infantil. Y es que, por un lado, la presentación de sus hijos (hombres y mujeres) nadando desnudos o en la bañera, posando para la cámara y, por otra, esos mismos niños fumando, con la cara golpeada, en actitudes retadoras o más propias de adultos, dificultaron la comprensión y aceptación de su obra, cuando en realidad, según ha declarado una y otra vez, lo único que ha tratado de hacer, dada su condición de madre, esposa y profesionista, es fotografiar lo que tiene más cerca y conoce mejor, es decir, su familia y medio ambiente en que se desarrolla. Pareciera que la manera en que decidió educar a sus hijos ha dado el resultado contrario a lo que podría uno suponer por la pura fotografía; es decir, los ahora ya jóvenes mayores son individuos inteligentes, carismáticos y sobre todo, con gran confianza en sí mismos.

La siguiente fotógrafa es la también norteamericana Latoya Ruby Frazier (1982). Su acercamiento al tema de la maternidad es más bien tangencial, ya que no se trata de su maternidad, sino de la relación que establece con su madre, abuela y otras mujeres mayores de su comunidad. El estilo de Frazier es más bien el documentalismo, a través de él va presentando la vida doméstica, cotidiana, de las mujeres afrodescendientes en comunidades urbanas o suburbanas, como en la que ella creció, Braddock, Pensilvania. A través del registro de su vida en familia, centrándose en particular en las mujeres, pretende recrear y presentar las formas íntimas en que se conservan tradiciones, se mantienen costumbres y se aprenden modos y formas de identidad, gusto, educación, orgullo personal, familiar y comunitario, resistencia, empoderamiento, consolidación de la personalidad, son estas y otras razones de peso las que sirven para mantener esas redes comunitarias que se tejen entre miembros de una comunidad, pero también entre los miembros de distintas generaciones, en especial las que se transmiten de madres a hijas, sin olvidar que en estas redes poseen sí el elemento familiar, pero también e igualmente importantes, las dimensiones social y política.

La tercera de las fotógrafas que presento es la adoptada mexicana, Ana Casas Broda (1955), en especial cito uno de sus trabajos más conocidos el Kinderwunsch, que como caja china se expande hacia el futuro o el pasado según los intereses de su autora en un momento dado. Esta obra de Casas Broda, la situaría entre lo hecho por Mann y Frazier, en la medida que se compone, por ejemplo, de una serie de representaciones que van desde la gestación de sus hijos, pasando por su primera infancia, y la infancia en la que conviven, en diferentes actividades lúdicas, con/sin el cuerpo desnudo de la madre. Pero hay otro conjunto de piezas con el que la fotógrafa reflexiona sobre ella misma en tanto mujer, y las relaciones generacionales, que mantiene con otras mujeres de su familia, su abuela en particular. Su obra es, por tanto, un alucinante viaje por el tiempo, el de ella misma y su familia, la personal, su ascendencia, y la extendida, su descendencia y la manera en que las afronta.

Por alguna razón que no encuentro aún y sobre todo porque no quiero caer en los lugares comunes, veo que hay más fotógrafas que aborden este tipo de temas que sus colegas hombres (no conozco, por ejemplo, ningún ensayo sobre lo que significa ser padre, a pesar de ser una de las experiencias más fuertes que se puedan experimentar; o de las relaciones padre-abuelo-hijo[s], etcétera).

Sean o no estas diferencias producto de nuestro mundo heteropatriarcal, lo cierto es que estas, como muchas otras mujeres, fotógrafas, pintoras, contadoras, enfermeras, cocineras, no solo hacen bien su trabajo, sino que además son buenas madres. 


Xavier Moyssén Lechuga

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Xavier Moyssén Lechuga
Queda prohibida la reproducción total o parcial del contenido de esta página, mismo que es propiedad de Notivox DIARIO, S.A. DE C.V.; su reproducción no autorizada constituye una infracción y un delito de conformidad con las leyes aplicables.
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