Sociedad

“Solo en el desierto”: la rebelión de Manuel Rodríguez Lozano

No hay margen de error al asegurar que Manuel Rodríguez Lozano (1890-1971) es el menos revisado de Los Contemporáneos. Empezando porque su adhesión al movimiento surgió del refilón de los pintores que eran divulgados por las plumas fuertes, digamos José Gorostiza, Jaime Torres Bodet, Gilberto Owen y desde luego, Pellicer, Villaurrutia y el lábaro patrio de la homosexualidad azteca, Novo. De hecho, en la pieza teatral “Solo en el desierto”, de Vicente Ferrer, se mencionan los intensos desencuentros de Rodríguez Lozano con el delicado institucionalismo de Salvador Novo e incluso sus desplantes hacia Diego Rivera, de quien decía “era un arribista que pintaba puras porquerías”. Si lo pintores no eran la carta principal de Los Contemporáneos, Manuel Rodríguez Lozano estaba al final de las prioridades estéticas del grupo. Quizás no ser del agrado de José Vasconcelos tuvo algo que ver. Vasconcelos casi lo odiaba cuando le escuchó decir que se debía superar la tradición fundacional de la Revolución Mexicana que solo sirvió para derramar sangre. A pesar de haberse formado entre las brochas de Picasso, Henri Matisse o George Braque, sus cuadros se apreciaron con cierta suspicacia. Si bien el movimiento se oponía a la majestuosidad del muralismo nacionalista, Rodríguez Lozano decía que conservaban posturas políticas y el arte debía ir más allá del debate ideológico. Cuando se le preguntaba sobre su nombre como uno más de Los Contemporáneos, mencionaba este argumento para marcar distancia.

El constante dilema entre el orgullo mexicano y el machismo inherente y del que se deprenden valores como la valentía, el deber o la lealtad, ha llevado a ubicar a Los Contemporáneos como un contrapeso abiertamente homosexual capaz de subvertir los fuertes y violentos arraigos masculinos en los que se sostiene la identidad fundada en el águila sobre el nopal. Pero lo cierto es que de todos, solo Pellicer, Villaurrutia y Novo no solo eran los abiertamente gays. Simplemente eran los únicos.

Manuel Rodríguez Lozano también era homosexual. Pero lo encarnó de una manera distinta, sin estandartes inamovibles y con la pasión gritándole al interior de su cabeza. “Solo en el desierto” es una pieza teatral en clave de monólogo que recorre la intimidad de Rodríguez Lozano durante su estancia en el Palacio Negro de Lecumberri, mientras cumplía sentencia acusado de robar unos grabados, delito que nunca se le comprobó y hoy se sabe fue orquestado para destituirlo como director de la Escuela Nacional de Artes de la Universidad Nacional Autónoma de México, cargo que ejercía hasta antes de su detención.

La proximidad recóndita que caracteriza al escenario del foro Círculo Teatral se presta con acierto para recrear una celda donde el actor Leonardo Mackey, quien da vida al pintor Rodríguez Lozano envuelto en traje arquetípico de los reos de aquel entonces, traje a rayas blanco y negro, recita varios pasajes de su vida, su niñez, el viaje a Europa, el intenso matrimonio que contrajo con Carmen Mondragón a.k.a. Nahui Olín y el romance con su aprendiz Abraham Ángel, ambas relaciones con la tragedia poniéndole un pie en el cuello. Al mismo tiempo que trabaja en las últimas pinceladas de lo que se considera su mejor trabajo pictórico, el cuadro “La piedad en el desierto”, que terminó adentro de Lecumberri y desde 1966 se encuentra montado en el Palacio de Bellas Artes.

El guión original de Vicente Ferrer deja ver no solo las complejas formas con las que Rodríguez Lozano entendía el amor, el deseo y la libertad de ser uno mismo, sino la desmitificación de algunos valores nacionales a partir de las polémicas conclusiones del pintor, obligando al público a enfrentarse a la ambivalencia de la historia con H mayúscula que nos enseñan a los mexicanos.

El monólogo de Mackey es acompañado por las voces de Ariane Pellicer, Tito Vasconcelos, Roxana Andrade y Jorge Levy.

Tras el éxito de “Solo en el desierto” durante el mes de agosto, el Círculo Teatral decidió extender las funciones un mes más, presentándose todos los martes de septiembre a las 20:30 en El Círculo Teatral, siendo el próximo martes 27 de septiembre la última función en esta temporada. El Círculo Teatral se encuentra en Veracruz 107, colonia Condesa, y las localidades tienen un precio de 300 pesos, disponibles en taquilla y Boletópolis.

Wenceslao Bruciaga


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Wenceslao Bruciaga
  • Wenceslao Bruciaga
  • Periodista. Autor de los libros 'Funerales de hombres raros', 'Un amigo para la orgía del fin del mundo' y recientemente 'Pornografía para piromaníacos'. Desde 2006 publica la columna 'El Nuevo Orden' en Milenio.
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