La oposición se había encargado de llevar hasta las más altas esferas internacionales su narrativa: Obrador tiene, decían, un pacto con el cártel de Sinaloa. Como pruebas tenían el saludo a la madre del Chapo y el Culiacanazo. Parece broma, pero esta narrativa era ya muy popular entre académicos y analistas de Estados Unidos. La creían cierta.
Hoy esa narrativa se cayó. Obrador no solo atrapó a Ovidio, sino que lleva cerca de 30 capturas de criminales clave en meses pasados.
Al ver su narrativa derruida, la oposición quedó expuesta: su reacción la desnudó. La captura de Ovidio era un momento para que aceptara que López Obrador había asestado un golpe estratégico al crimen organizado. Una actitud así le hubiera ganado credibilidad ante potenciales votantes. No fue así.
Por el contrario, la oposición minimizó el hecho, enfatizó los errores del operativo, se contradijo respecto a la importancia de la captura y reiteró lo que se ha vuelto su doctrina: el rechazo a ultranza de Obrador.
La captura de Ovidio mostró a la oposición como lo que es: un espejo del Obradorismo radical, una armada de tuiteros y cadenas de WhatsApp, que no están interesados por el bien del país, sino solo por desprestigiar a Obrador.
La reacción de la oposición la expuso también ante sus contactos internacionales, a los cuales alimentan de información mediante expertos y académicos aliados. Sus contactos se dieron cuenta de que muchas de sus críticas y análisis provienen de un rechazo a ultranza de lo que hace Obrador y no de un análisis certero.
Una oposición así es un peligro para México. Su actitud polariza, cancela el diálogo y antepone el juego político ante nuestra imagen internacional.
Los partidos opositores han dejado de hacer crítica constructiva y han transitado a utilizar todas sus conexiones con Estados Unidos para esparcir un entendimiento inherentemente sesgado de lo que está pasando en México. Su influencia se observa en think tanks de Estados Unidos y medios internacionales con fuerza.
Hace apenas unos meses asistí a una reunión de muy alto nivel con académicos, activistas y analistas de Estados Unidos. Varios de ellos me comentaron, en privado, que no podían encontrar un solo contacto que les pudiera decir cosas buenas de Obrador. Con Peña, incluso si tenía solo 15 por ciento de aprobación, no les pasaba. Esto muestra que la oposición ha colonizado los espacios de análisis internacionales y que López Obrador no ha tenido la inteligencia para evitarlo.
La siembra constante de críticas a ultranza por la oposición, su incapacidad para reconocer lo bueno, pavimenta el camino del autoritarismo. Al final, tal posición termina por abrir la puerta a justificar medidas drásticas y antidemocráticas para tomar el poder.
No tengo duda de que algunas de las acciones de Obrador han constituido un atentado contra la institucionalidad de la democracia, pero no podemos olvidar que la democracia no se destruye por lo que hace una sola facción. La oposición está haciendo lo propio mediante su negación al diálogo y su adhesión incuestionada a la política de crítica hostil.
Twitter: @Viri_Rios
Instagram: @ViriRiosC