Celebro que más de 100 mil personas hayan acudido a la marcha contra la reforma electoral de López Obrador. La marcha es prueba de que la democracia se consolida, sin infiltrados para criminalizar a manifestantes, sin policía reprimiendo ni abusando mujeres que se oponen al gobierno y sin marchódromos para encapsular civilizadamente el descontento. La protesta vive y está viva en una democracia real que sale a las calles. México necesita una oposición.
No tengo duda de que la oposición querrá vender lo sucedido como una victoria. Tampoco dudo de que López Obrador tratará de minimizarla. Sin embargo, ninguno de estos dos puntos de vista me parece correcto por varios motivos.
El más importante es que los asistentes no fueron movidos por una defensa de la agenda opositora, sino del INE. No se movilizaron en favor de una propuesta o un candidato concreto de la oposición, sino en contra de la suposición hiperbólica (y falsa) de que cualquier reforma al INE supone la destrucción de la democracia. Esto no solo es mentira, un mal imaginado, sino una marcha que irónicamente beneficia a López Obrador.
Para López Obrador, el mejor escenario posible para 2024 es que la oposición se aglomere en favor de mantener el status quo (el no-cambio institucional), en vez de un cambio. La marcha, por tanto, es perfecta pues permite que López Obrador continúe siendo el abanderado del cambio y caricaturice a su oposición como los defensores del status quo.
En una democracia los llamados a mantener el status quo rara vez ganan elecciones. Son las esperanzas las que lo hacen. El rechazo a una reforma de Obrador no es suficiente para construir oposición. Se requieren ideas, no solo la manutención de lo establecido. Es casi una ironía que la oposición considera una victoria el que miles de personas hayan salido a defender una institución que le ha dado sus más grandes victorias a López Obrador.
La protesta en favor de mantener instituciones es un privilegio que muy pocos pueden darse. Por eso, a la marcha de ayer solo fueron personas politizadas, personas afectadas directamente por las decisiones de López Obrador o personas a quienes el status quo económico les disgusta, pero no les parece del todo inaceptable. Los sin tierra, los sin voz, las personas de los deciles más bajos de ingreso ni se enteraron, ni les importó porque para ellos mantener las cosas no es importante, lo que importa es cambiarlas.
Lo que más me preocupa es que la oposición partidista está jugando con las esperanzas de los manifestantes. En la marcha todos los partidos políticos se mostraron en contra de la reforma electoral de López Obrador, pero en la práctica todos los partidos políticos opositores, salvo Movimiento Ciudadano, han aceptado ser parte de discusiones a puerta cerrada sobre el contenido final de la reforma. El PRI, epítome de la traición, mañana podrá apoyar reformas secundarias en materia electoral, siempre y cuando esto le beneficie.
Lamento que la marcha haya sido en favor de una propuesta imaginaria e hiperbólica (la supuesta desaparición del INE) y no en favor de una agenda opositora real. No tengo duda de que la Ciudad de México tendrá una victoria opositora en 2024, pero tampoco tengo duda de que a nivel nacional, donde el voto no-urbano importa, Morena continuará siendo una fuerza política insuperable.
Viri Ríos
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