Mientras la crisis del agua parece dar un pequeño respiro, al menos de aquí a un año.
Mientras parece que las cifras de empleo son una buena noticia, pese a la crisis postpandemia.
Mientras parece que el covid ya dio de sí y vamos saliendo de la contingencia sanitaria, y recuperando nuestra vida pasada, resurge uno de nuestros males más añejos y más arraigados.
Ayer fue atacado un grupo de policías en el norte del estado, para ser precisos en Anáhuac, muy cerca del lugar donde el 27 de junio masacraron en una emboscada a seis elementos.
El secretario de Seguridad, Gerardo Palacios Pámanes, informó ayer que se detuvo a un líder de plaza de una organización criminal que operaba en Anáhuac, pero que en una reacción para impedir que fuera detenido el delincuente, se dio el ataque.
Un elemento de Fuerza Civil, un joven de 26 años, recibió disparos que le causaron la muerte horas después.
La Guardia Nacional y el Ejército entraron al quite, y gracias a ello pudo evitarse una tragedia mayor, porque muy cerca iban circulando más de 60 automóviles de familias que llevaban en caravana a sus hijos a vacunar.
El problema no es solo que de nuevo sea Anáhuac, tampoco que haya sido cerca de tantos civiles en la vacunación transfronteriza. El tema es que cada vez es más evidente que más allá de la sequía, el empleo, el covid, la movilidad o la calidad del aire, la violencia es el lastre que seguimos arrastrando.
Casi todos los días aumenta la cifra de asesinatos con tintes de la delincuencia organizada.
Anoche hubo un ejecutado en la misma colonia donde apenas el viernes asesinaron a dos personas, en Laderas de San Miguel, en Escobedo.
La semana pasada fue en otros municipios, e incluso en Apodaca destacó el hallazgo de dos celadores asesinados y abandonados en una escuela.
No la tiene fácil el secretario de Seguridad y necesita ese apoyo que ha venido clamando un día sí y otro también, exigiendo compromiso a las corporaciones municipales, e insistiendo en que la seguridad se enfrente con un modelo de tres pisos.
Nadie puede zafarse de su responsabilidad, ni dejar todo en manos de Fuerza Civil; de ésta salimos juntos o nos va mal a todos.
Esta es la crisis de todos, el reto de todos, la tarea pendiente.
Somos más los buenos, pero hay que organizarnos.
Víctor Martínez