Como ocurre con otros problemas que enfrenta nuestra ciudad metropolitana, la contaminación del aire que respiramos no sorprende a nadie y es tema diagnosticado hasta el cansancio.
Al igual que en otros casos, lo que falta es hacer algo. ¿Quiénes? Todos.
Lo primero es informarnos, medir el tamaño del enemigo y después organizarnos para trazar la ruta y caminar en el mismo sentido.
Si hacemos el ejercicio de enlistar las acciones que constantemente escuchamos, encontraremos el Hoy No Circula, la verificación vehicular; horarios escalonados de entrada y salida a centros de trabajo y escuelas; mejorar la movilidad y un crecimiento sustentable; modificar las normas mexicanas que regulan de manera anacrónica a las industrias, mejorar en cantidad y calidad las inspecciones, endurecer las multas, reubicar la refinería de Cadereyta, etcétera.
El domingo en Cambios, el investigador y académico Gerardo Mejía consideró que el programa Hoy No Circula es una primera buena opción, pero se requiere de un transporte público eficiente, si no, lo que va a provocar es que el que puede se compre otro automóvil y el que no, de plano se resigne a destinar más horas de su día a trasladarse.
Sería una política pública errónea si no se tienen aún las condiciones para implementarla, pero ayudaría si se hace bien a reducir el consumo de combustibles y así bajarle a todos los contaminantes “de un solo golpe”.
Si se mejora el transporte público y la gente migra a él se ahorrarían al año alrededor de 80 mil millones de pesos en combustible, gasolina y diésel para vehículo particular y público, aseguró el especialista, porque un camión consume lo de seis autos circulando, pero puede retirar hasta 30 vehículos particulares.
El detalle está en demostrar la causalidad, ir más allá de la relación.
Para el neumólogo Uriel Chavarría, la contaminación es un verdadero problema de salud pública que requiere de manera urgente una “revolución de conciencias”, pues ya se tiene una idea del impacto que puede producir la contaminación en la expectativa de vida. En términos coloquiales dijo: “Todos vamos caminando hacia el matadero”.
Explicó que hay seis grupos de compuestos que causan daños a la salud, y mientras las partículas más grandes provocan efectos irritativos, conjuntivitis, alergias, rinitis o tos; las más pequeñas pueden pasar los alvéolos y entrar a la sangre, causando un efecto a largo plazo en el cerebro, o en un feto en una mujer embarazada, alterar el tamaño del producto o causarle daños cognitivos.
Hay que escuchar a los especialistas y hacer algo, todos.
Víctor Martínez