No cabe duda que la obesidad es un problema serio y más peligroso de lo que muchos piensan en México.
No solo porque la Organización Mundial de la Salud hizo el llamado de alerta a nuestro país, dándole el nivel de epidemia, pese a que no se trata de un padecimiento de contagio directo, como la influenza, por ejemplo.
Más allá de eso es evidente que el problema es muy grande y se ha extendido hasta llegar a los niños.
Verlo en números realmente preocupa.
Actualmente comemos entre un 30 a 40 por ciento más calorías que antes de los ochenta.
Siete de cada 10 adultos tienen obesidad y sobrepeso en México y el 90 por ciento de los casos de diabetes se relacionan con obesidad.
La diabetes, como tal, mata más personas que el crimen organizado; es la primera causa de muerte en México y por si fuera poco, al año fallecen 100 mil personas por causas relacionadas a la obesidad.
Del año 2000 al 2015 fallecieron más de un millón 100 mil personas por dicha causa, cifra similar al número de muertos durante la Revolución Mexicana.
Si lo ponemos en pesos y centavos el monto es muy alto: 240 mil millones de pesos fue el costo de la obesidad en México y se estima que llegue hasta los 273 mil millones para el 2023. Esto sería un incremento del 13 por ciento.
¿Por qué cuesta tanto? El tratamiento de un paciente con obesidad mórbida es 30 por ciento más costoso que el de un paciente con peso normal.
Si tomamos en cuenta los padecimientos que vienen con la obesidad; además de la diabetes, 47 por ciento padecen hipertensión y 42 por ciento con niveles excesivamente elevados de colesterol o grasas en la sangre, lo cual incrementa más el costo por paciente.
Nuevo León anda mal en eso, pero de 2010 a las fecha se ha logrado una disminución de 4% en los niños gracias a las campañas encabezadas por la Secretaría de Salud. Pero no es suficiente.
Vamos tarde y si no paramos el problema nos seguirá costando, no solo el recurso económico, nos seguirá cobrando vidas.
Se están tomando mediciones preventivas como limitar el horario de anuncios en la televisión de alimentos poco saludables y bebidas azucaradas, aún falta más insistencia en ponerle etiquetas nutricionales a los alimentos, colocar en los menús de restaurantes las calorías, campañas que promuevan alimentos saludables y el impuesto a alimentos no saludables.
Y en el hogar, donde comienzan los mejores hábitos de nuestra existencia, hay que poner nuestro esfuerzo.
Sí se puede y vale la pena.
Hay razones de peso.