Todo mundo es optimista en un grado menor, mediano o mayor, cuando comienza un gobierno.
Aunque algunos por prudencia no lo reconozcan, otros por oficio o intereses, pero todos como ciudadanos, en el fondo asumimos que si el gobierno que comienza es “el bueno”, ganamos.
En consecuencia, al enumerar las tareas principales se coincide en 5 o 6 que son las fáciles de diagnosticar y difíciles de resolver.
Samuel ya es gobernador y atrás quedaron los discursos para dar paso a las acciones, al menos ese es el deber ser.
De todo lo dicho en entrevistas y discursos del candidato electo, destaco lo que le respondió a mi compañero Luis García a las 17:55 del domingo 3 de octubre en la entrevista, a 5 minutos de subir al estrado.
En particular a la pregunta sobre si Jaime Rodríguez podría irse tranquilo.
“Él sabrá. Nosotros tendremos dos meses de auditoría (...) Si hay detalles, se va a investigar, se va a investigar fuerte. Ahora hay una figura, que es la prisión preventiva oficiosa, en actos de corrupción”, contestó Samuel García.
Llega entonces el tiempo de la encrucijada, si deben gastarse energías y atención en revisar las cuentas y el actuar de la administración de Jaime y sus funcionarios o de plano revisar con naturalidad y “que salga lo que tenga que salir”.
Paradójicamente, a diferencia de lo ocurrido hace 6 años, no se percibe en el ciudadano, o al menos no a simple vista, un deseo de venganza ni voces que pidan cárcel para el que se fue.
Será tal vez por la desilusión aún muy reciente con el caso Medina y la Operación Tornado que resultó un simple viento que no hizo ni cosquillas o quizá porque para el ciudadano y sus bajas expectativas, con que se haya terminado su sexenio, basta.
Sea por una u otra razón, el actuar claro o directo contra Jaime Rodríguez, en caso de describirse tropelías, no es un privilegio o un derecho del que pueda prescindir Samuel; es una obligación, una encomienda que va incluida en el voto que cada ciudadano le dio hace meses.
Si mencionó prisión preventiva y anunció una auditoría, en dos meses hablamos.
A ver qué pasa.
Víctor Martínez
