Los dos martes anteriores dedicamos este espacio semanal para echar un vistazo al estado que guardan dos partidos políticos en Nuevo León: Movimiento Ciudadano y Acción Nacional.
Para seguir con esta breve radiografía a ocho meses del inicio del año electoral, toca el turno al que en otros tiempos fuera el partido hegemónico, el que en el siglo pasado gobernó por completo, con excepción de los comicios de 1997 en que los panistas ganaron la silla del Ejecutivo.
El Partido Revolucionario Institucional recuperó la gubernatura en 2003, pero después de José Natividad González Parás y Rodrigo Medina, su alcance se ha reducido, y ese dominio como tal ya no existe.
Hoy cuenta con 13 diputados locales, de los 42 en el Congreso, y si no fuera por el trabajo en conjunto el PAN, su influencia sería imposible.
En cuanto a municipios que gobierna, la suerte es similar, porque hoy solo cuenta con 12 ayuntamientos. La caída en las elecciones de 2021 fue tal que perdió Monterrey después de seis años. Golpe duro porque les costó una década y media volver a mandar en la capital regiomontana.
Si bien conservó Apodaca con César Garza, para nadie es un secreto que él tiene su propia agenda, aunque no está peleado con los liderazgos tricolores. Para colmo en Guadalupe cada vez se acorta más la diferencia que les ha dado el triunfo en las urnas.
En algún renglón tenía que llevar la delantera el PRI de Nuevo León, puesto que a diferencia de MC con 18 mil 648 y el PAN con 15 mil 282; el partido tricolor puede presumir que tiene 82 mil 301 afiliados. Parecen muchos, tal vez no suena lógico dada su tendencia en declive incluso a nivel nacional, pero eso dice oficialmente su registro. Pero a juzgar por sus derrotas en las urnas, abundan las traiciones entre sus filas.
Ayer su dirigente estatal, José Luis Garza Ochoa, se reunió con sus homólogos del PRD y Acción Nacional para avanzar en la conformación de una alianza y buscar triunfos en el Senado, Congresos local y federal, y por supuesto alcaldías.
Al igual que relatábamos la semana pasada, tampoco Garza Ochoa es un líder en toda la extensión de la palabra. El partido tiene sus propios líderes de facto, quienes toman las decisiones de verdadero peso. Por eso ocupa esa silla que no le incomoda, y a la que llegó encabezando los intereses de la CTM.
Este es el presente del que fuera en el siglo pasado el que nunca perdía, y hoy parece cada vez más lejos de esa historia.
Víctor Martínez Lucio