Política

Monterrey, entre montañas y baches

Que se lea claro: no existe una ciudad metropolitana con peor pavimento en todo México que Monterrey.

Hay lugares, sí, donde sectores enteros tienen un mal pavimento o carecen de él, ciudades llenas de polvo, con problemas serios por naturaleza; pero no son urbes como en la que vivimos, que se jacta de ser de “primer mundo” o ir en camino a lograrlo.

De las causas todos dicen que “en el bacheo está el ganeo”, para explicar por qué el problema no lo resuelven las autoridades.

Es, sin embargo, un problema más grande y difícil de atribuir a un solo factor. Aunque hay corrupción, no es todo.

Monterrey es la ciudad de los baches porque, entre otras cosas, el transporte pesado daña la carpeta, porque inexplicablemente los empresarios del transporte urbano no están obligados a pagar una cuota por el daño que provocan sus camiones, pese a que hace unas décadas era obligatorio remediarlo.

Antes no era así, a mediados de los ochenta, la ley de transporte obligaba a que los concesionarios de las rutas pagaran cantidades de dinero para remediar la superficie de rodamiento. No había Agencia Estatal de Transporte, sino la CITU, una comisión que daba poder a los alcaldes para otorgar rutas y regular el servicio.

Algunos transportistas compraban asfalto y ellos mismos bacheaban.

Los años pasaron y con ellos la elaboración de leyes a modo para los transportistas, que ya no están obligados a nada al respecto.

Circulan por nuestras calles y avenidas más de 150 rutas con más de 300 ramales; en números redondos son 5 mil unidades.

Así, el daño causado por lo irregular de nuestro suelo, la lluvia y el paso constante del transporte de carga y pasajeros parece cuento de nunca acabar.

¿Se puede aminorar el daño? Sin duda, pero requiere la anuencia de los empresarios del transporte, que difícilmente permitirán una reingeniería, como se intentó en los noventa con Procentro y las rutas periféricas o la apertura de las líneas del Metro que tampoco redujo la cantidad de unidades.

Al factor del transporte y al de la corrupción de las autoridades se une sin duda el desmedido aumento del parque vehicular que supera los 2 millones de autos, y la falta de horarios escalonados que colapsan la vialidad al grado de haber desaparecido las horas pico. Lo que antes era un recorrido de minutos se convirtió en horas.

Con ese escenario, y el desinterés o falta de ideas, prepárese porque los baches se irán y volverán por los siglos de los siglos.

Y sí, ahí está el negocio.


[email protected] 

@victormtzlucio





Google news logo
Síguenos en
Víctor Martínez Lucio
  • Víctor Martínez Lucio
Queda prohibida la reproducción total o parcial del contenido de esta página, mismo que es propiedad de Notivox DIARIO, S.A. DE C.V.; su reproducción no autorizada constituye una infracción y un delito de conformidad con las leyes aplicables.
Queda prohibida la reproducción total o parcial del contenido de esta página, mismo que es propiedad de Notivox DIARIO, S.A. DE C.V.; su reproducción no autorizada constituye una infracción y un delito de conformidad con las leyes aplicables.