Ni cómo negarlo. La “H” que está en plena fachada del edificio del Congreso de Nuevo León bien podría caerse y nadie lo notaría durante mucho tiempo. También podría borrarse de los documentos y actas que emite este órgano y no pasaría nada.
Esa letra que antecede al nombramiento del recinto, expresa honorabilidad; que en una definición simple significa respeto, decencia y decoro, pero los legisladores año tras año han sido los primeros en no conducirse con esas tres características, salvo muy contadas excepciones.
Se tomaron cinco semanas de vacaciones, pese a que tenían tres meses en el cargo. Se autorizan solos leyes a modo, se reparten las comisiones, se alían dejando de lado los colores, dejan pendientes leyes valiosas y un largo etcétera.
Ayer tuvieron la oportunidad de marcar la diferencia y aprobar una propuesta interesante que cambiaría la manera en que se conducen los diputados en la sociedad a la que representan. La idea era buena, prohibir a los diputados charolear”, es decir, utilizar su cargo para obtener algún beneficio o privilegio y, en caso de hacerlo, obligarlos a pagar 240 mil pesos de multa.
En lugar de esto aprobaron la reforma al Artículo 19 para adicionar el Artículo 19 Bis al Reglamento para el Gobierno lnterior del Congreso, pero rechazaron la sanción económica.
Vaya diferencia, sí se prohibieron charolear, pero en caso de hacerlo la ley no contempla esa multa.
“Algunos legisladores exponen la charola en lugar del número de matrícula en la placa de sus autos; la portan en los parabrisas para poder evitar infracciones de tránsito; y como un impedimento para la aplicación de un proceso administrativo contra ellos”, describe la exposición de motivos, pero esta tradición va a seguir ocurriendo.
Así, el Congreso local desaprovechó la oportunidad de ser la nota nacional, de convertirse en el primero que aprueba una multa para los legisladores que abusen de su puesto de esa manera. En su lugar aprobaron una reforma light, cómoda y sin sentido, una ley que nace muerta, porque más allá del deseo punitivo está el objetivo de mejorar la forma de conducirse de nuestros funcionarios.
Seguirán pues sin ganarse esa “H” que está en los nombramientos, en la fachada y en lo que aprueban.
Una lástima, la verdad.
Víctor Martínez