En tiempos de la pandemia, hay problemáticas que parecen estar en pausa, que parecen no urgir y no reclamar atención.
Pero dicha “ceguera colectiva” no borra de nuestro presente dramas que enfrentan millones de familias en el mundo, y uno de ellos es el fenómeno de la desaparición forzada.
En diciembre de 2010, la ONU declaró el 30 de agosto Día Internacional de las Víctimas de Desaparición Forzada, y desafortunadamente, por mucho que se conmemore, las cifras no bajan.
En México, 71 mil 678 personas han desaparecido en los últimos 14 años, y del sexenio calderonista a la fecha, se han encontrado 3 mil 978 fosas clandestinas y exhumado 6 mil 625 cuerpos.
Para las autoridades, la pandemia parece haber sido el pretexto ideal para voltear la mirada y desatenderse, ya no hacer búsqueda de campo, y menos reaccionar ante nuevos casos que se han dado en 2020.
Uno pensaría que en un año como el que vivimos, la cantidad de desaparecidos se vería reducida considerablemente, pero no ha sido gran diferencia, porque en el primer semestre se acumularon 2 mil 332, y en el mismo periodo del año pasado fueron 3 mil 679 denuncias.
Hasta ahora la Ley General en Materia de Desaparición Forzada de Personas es letra muerta y el Protocolo Homologado de Búsqueda, además del Mecanismo Extraordinario de Identificación Forense no se están implementando como lo que son: herramientas de ayuda para resolver este problema, tal vez por cuestión de presupuesto. Parece más cómodo decir que por la pandemia hay que poner pausa.
El domingo, cuando se eleve de nuevo el reclamo, la atención seguirá puesta en un virus que cobra vidas a diario, pero las familias de los desaparecidos no callarán ni dormirán tranquilas hasta saber de los suyos.
Seguirán buscando, porque su dolor las mantiene vivas, porque hasta que no los sepulten seguirán con fuerzas, porque cada día que miran por la ventana o caminan por las calles parecen imaginar el día en que encuentren las respuestas.
Porque para el que tiene memoria es fácil recordar y para el que tiene corazón es difícil olvidar.