El domingo se anunció en la conferencia de prensa el fin de la cuarta ola de covid-19 en Nuevo León, y con ello implícitamente en la mente de muchos, el fin de la pandemia.
Ayer el reporte fue de 150 casos de contagio y el fallecimiento de 18 personas a causa del virus; es decir, casi una muerte por hora en el estado, la mayoría de la tercera edad, pero en una clínica del IMSS perdió la vida un joven de apenas 21 años sin antecedente de comorbilidades. Además, mientras se anuncia la reapertura hay 68 personas internadas con ventilación mecánica.
No es así, tan literal, el fin de la pandemia, solo se anunció claramente la liberación de aforos, pero el mensaje provoca un ambiente de fiesta que llega después de dos años terribles, que comenzaron al menos en Latinoamérica aquel 26 de febrero de 2020, con la confirmación del contagio de un ciudadano brasileño. Luego el 11 de marzo cuando la OMS marcó el comienzo de la pandemia.
Hoy en Europa es distinto, están a nada de eliminar el uso de cubrebocas y la aplicación de cuarentenas en países como España. Más cerca de nosotros, en Estados Unidos, expertos dicen que probablemente el ómicron se convierta en la última ola y con ello en una epidemia controlable.
¿Podemos realmente cantar victoria? ¿De qué depende que sea así? Ya lo sabemos, de un buen desempeño de las autoridades y de lo que hagamos todos como ciudadanos.
Tomemos en cuenta que las medidas sanitarias básicas de higiene de lavarse las manos, usar gel, de cuidar la distancia, no confiarse.
Tendremos que reflexionar sin duda alguna: ¿Qué aprendimos? Porque de las crisis y de las situaciones traumáticas como ésta, también se aprende.
Si aprendimos como seres humanos, como ciudadanos ser más empáticos, a poner en su lugar cada cosa con el valor que verdaderamente tiene. La familia como lo más importante, la salud por encima incluso del comercio, aunque nos complique el progreso económico.
Vale la pena entonces hacer un alto ahora y en nombre tal vez de aquellos que perdieron la batalla, que murieron en cumplimiento del deber como médicos o enfermeras, que murieron por no alcanzar el alivio a tiempo o una atención médica, que perdieron la vida víctimas de aquellas comorbilidades que por años habían amenazado su salud y terminaron costando caro.
La pandemia no se fue, está ahí y podría volver pronto si no nos cuidamos, a recordarnos nuestra fragilidad.
Víctor Martínez