Cuando platicamos sobre verificación vehicular normalmente nos manifestamos en contra de dicha medida por saber de antemano que será con costo económico.
La verdad sea dicha, aunque al ciudadano se lo pinten como gratuito, si tiene costo al erario, es claro que el que pagará es el dinero público, o sea la gente.
Ayer se dio el primer paso para aprobar la polémica medida, puesto que en comisiones del Congreso local ya pasó por mayoría de votos la reforma al Artículo 47 de la Ley Ambiental del estado, y en los próximos días se llevará al Pleno.
Lo contemplado es que la verificación de vehículos particulares no tenga costo al automovilista, porque la Secretaría de Desarrollo Sustentable en la entidad tiene el recurso para ello; aunque la del transporte público sí se cobre.
El dinero para la verificación no es patrocinio de nadie, viene del ciudadano, proveniente de los aumentos en los derechos vehiculares, aprobados en diciembre por el mismo Congreso local; que no se hagan los sorprendidos.
Tal vez nos hemos concentrado de más en la petición hecha por el gobierno estatal, de los cuatro mil 910 millones de pesos para la idea sorpresiva de comprar cuatro mil camiones y manejar el transporte del estado, y por ello, a muchos pasó casi desapercibido lo aprobado por los diputados locales.
A ciencia cierta no se sabe si los legisladores locales aprobarán esa idea millonaria, aunque parece difícil porque implica una deuda estratosférica, en una entidad ya de por sí comprometida y con poco apoyo del gobierno federal.
Si la verificación vehicular en Nuevo León comienza, deberá ser en el transporte público, ¿en cuál? No sabemos si para entonces ya los camiones son propiedad del estado, no sabemos tampoco si una vez descubierto qué unidades andan mal, éstas serán retiradas de la circulación.
Tampoco sabemos si realmente es en serio la intención de la administración estatal de combatir la contaminación del aire que respiramos, porque en el fondo la autoridad sabe que esa medida no es nada si no va acompañada de otras que aprieten a las demás fuentes contaminantes.
Que desorden de ideas, si se fija usted, con un común denominador, el claro sentido de ocurrencia y la improvisación. La ruta desviada que no lleva a las soluciones puesto que con palos de ciego no pasará más que lo mismo, desatinos y magro avance de una administración sin rumbo.
Esperemos el transcurso de ambos temas, y veremos.