Política

La lluvia y el espejismo de “asunto arreglado”

No cabe duda que si rezas por la lluvia, tendrás que lidiar con “el lodo”. Llegaron las precipitaciones y con ello los efectos negativos materiales e incluso humanos.

Por increíble que parezca hace apenas unos días la gente y sobre todo las autoridades estatales invocaban ayuda divina para enfrentar la sequía.

La primera petición, o al menos la más llamativa, era la llegada de un huracán al estado. Como si se pudiera olvidar así como así lo que implica para nosotros la llegada de un fenómeno de estas dimensiones. Basta recordar aquel 1 de julio de 2010 lo que dejó a su paso Alex. Incluso aquel 17 de septiembre de 1988 con el arribo potente y destructivo de Gilberto.

Quienes lo vivimos y padecimos sus estragos, sabemos que una cosa es pedir ayuda divina y otra muy distinta es pedir un remedio más caro que la enfermedad. Hay en todo esto, verdades y mentiras.

“El argumento de que un huracán tiene el potencial de acabar con la sequía en cuestión de días es muy válido, siempre y cuando sea un huracán de gran tamaño y lento movimiento como Alex o dos ciclones cómo en 1909 serían suficientes para llenar todas las presas de Coahuila, Nuevo León y Tamaulipas”, me comentaba Abimael Salas en un rato de su ardua cobertura informativa de ayer.

Asegura que las lluvias del evento actual pueden llenar la presa de La Boca, pero no la Cerro Prieto y menos El Cuchillo, por lo que solo nos saca parcialmente del problema o nos da más tiempo de maniobra para terminar obras que compensen la falta de agua, por ejemplo pozos profundos.

Tanto la presa Libertad como el segundo acueducto van a funcionar siempre y cuando llueva suficiente, pero si experimentamos sequías de varios años y a eso le agregamos la más alta demanda no van a funcionar.

La gran solución es el acueducto del río Pánuco, llámese cómo se llame, siempre y cuando se construyan grandes presas para aprovechar los excedentes que solo se dan en cinco meses.

La otra opción mencionada en nuestros días: tomar el agua de mar y quitarle el excedente de sal es muy cara, aunque suene bien porque es algo que nunca se acaba.

Así que unas cuantas horas de lluvia no cambian la historia de nuestra sequía, y si volvemos a creer que éste ya es un problema resuelto por la naturaleza, será la misma naturaleza quien se encargue de darnos un golpe de realidad. Después de la tormenta no siempre llega la calma.

Víctor Martínez


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Víctor Martínez Lucio
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