Los diputados ya están por acabar con otro periodo de sesiones y lo harán de nuevo en deuda con los ciudadanos que los eligieron como sus representantes.
Todo porque siguen enfrascados en reformas que alimentan el fatídico pleito con el Gobierno estatal. La pregunta sigue siendo: ¿El rezago para cuándo?
Ayer aprobaron reformas electorales que para ellos eran importantes, pero dejaron en un cajón otras polémicas como la que pretende cambiar los requisitos para ser auditor en la ASE, y entre otras cosas, dar entrada a personas que ya pertenecieron a partidos políticos.
También dejaron pendiente la ley de residuos que está provocando protestas de empleados de Simeprode, además de la reforma para crear la Agencia para la Calidad del Aire.
Tan solo ayer aprobaron que los alcaldes puedan tomar recursos del Fondo de Desarrollo Municipal, para que aminoren la caída de las partidas federales que tuvieron en los primeros dos meses del 2023.
Se siguieron de largo para sacar también en fast track todas las modificaciones necesarias para abrir camino a la reelección de diputados.
Aunque a diferencia de los legisladores que pretendan ejercer el derecho de elección consecutiva por cualquier principio; en el caso de ser por mayoría relativa tendrá que apegarse a la nueva distritación.
Dentro de lo rescatable podemos destacar que ya sacaron la ley que obligaría a las autoridades locales encargarse de la problemática de los cables en desuso que abundan en la ciudad metropolitana.
Lograron también la reforma al Artículo 446 del Código Penal para sancionar desde un año y seis meses hasta los 13 años y medio con cárcel a quien provoque un incendio en alguna sierra de Nuevo León.
También crearon un fondo que apoyaría a los familiares de policías estatales y municipales caídos en cumplimiento de sus labores.
Pero acabaron un año más, prácticamente el segundo de funciones con puros pleitos. Lo malo de todo esto es que el tercer y último año que empieza en septiembre, va a transitar en medio de un proceso electoral, lo que hace pronosticar nuevas andanadas, a menos que de no sé dónde aparezca una altura de miras, un nivel de debate legislativo distinto.
De no ser así, la Legislatura habrá desperdiciado un tiempo preciado sin cambiar de fondo nuestro presente.
Por ahora, los dos primeros años nos quedaron a deber.