Después de ocho meses de la histórica discusión de si aumentar o no el costo del transporte público en Nuevo León, el sábado se abrió un nuevo frente de discusión en el tema.
Primero los diversos actores enfocaban sus baterías a si subir o no subir el costo, luego el gobierno estatal hace dos semanas abrió otro frente, al proponer al Congreso local que les autorice una deuda millonaria para comprar camiones y encargarse de manejar el transporte urbano.
Y mientras los diputados le dan el “no definitivo”, puesto que ya lo adelantaron públicamente, el gobierno estatal abre un tercer frente en el tema: la tarjeta Feria.
El fin de semana publicaron en el periódico oficial la idea de que se creará un fideicomiso para que el gobierno de Nuevo León concentre los ingresos de la impopular tarjeta Feria, bajo la teoría de que con ello habrá más transparencia en lo que ganan las rutas al día y de paso también conocer a detalle la movilidad de las rutas.
De pronto, algunas voces se lanzaron a favor, puesto que todo aquello que implique “en el papel” modernidad, es por consecuencia error cuestionarlo. Pero como lo decimos frecuentemente: “El diablo está en los detalles”, y no es la excepción con este anuncio.
El primer punto, que también algunas voces ya toman como alerta, es la posibilidad de que sin que tenga que mediar el Congreso se adquiera deuda pública, puesto que con la creación de dicho fideicomiso se abre el camino para que esto sea posible. El segundo punto es claro también: a la administración estatal le quedan poco más de dos años y se antoja poco para tomar el control del transporte.
La misma razón anterior es la que parece inminente que usarán los diputados locales como criterio para rechazar la idea del gobierno estatal, porque autorizar una deuda de casi 5 mil millones de pesos para que se compren 4 mil camiones y pagar con ello la curva de aprendizaje de un gobierno saliente, representa un claro riesgo.
Así vamos navegando en aguas cada vez más inciertas, mientras se ven tres vertientes distintas, la palabra clave no llega a concretarse: soluciones.
Mientras esto ocurre, una realidad es innegable en torno a la tarjeta Feria: no funciona bien o no como quiere el usuario, puesto que después de tantos años, solo cuatro de cada diez la utiliza.
No hay buen rumbo para resolver la problemática o al menos no uno solo. Por ahora, a ocho meses de tratar el tema, hay tres ideas distintas y ninguna que parezca concretarse.
Veremos.