Del futbol soccer se han escrito y difundido muchos conceptos. Existe incluso algo de filosofía o visión romántica sobre lo que este deporte, no solo como fenómeno que envuelve y moviliza a las masas, sino como forma de vida e inspiración para muchos.
Como espectáculo es tal vez el que más constituye una industria y su influencia se expande por todos los continentes. Esto no sería posible sin la pasión que despierta en algunos sectores de la sociedad, los fanáticos que suelen desbordarse como ocurrió con la barra del Club Monterrey el domingo por la noche.
¿Es la primera vez? No. ¿Existe una ley que sancione esta violencia? Claro, desde hace años. ¿Se ha avanzado en la lucha contra este fenómeno? La verdad no.
Lo que ocurrió la noche del domingo con estos inadaptados que disfrazan sus problemas mentales con una falsa afición al futbol, no se diferencia en nada a los anteriores capítulos, recientes y antiguos.
Otra vez son muchos los que atacaron a pocos. Solo dos paramédicos de ambulancias particulares; uno de ellos, Gerardo Martínez, terminó inconsciente, aunque ya está en su domicilio. Su compañero, Aurelio Jiménez, terminó gravemente lesionado y sometido a cirugías por fractura de codo, hombro y traumatismo craneoencefálico.
Otra vez se trata de integrantes de la llamada barra, este grupo de “animación” que se mueve como quiere por todos lados, sin freno ni control de la directiva o las autoridades.
Otra vez no hubo detenido alguno, porque la Fiscalía General de Justicia dijo que por el caso se abrió una carpeta de investigación contra quienes resulten responsables, pero horas después ni esa autoridad ni la Policía municipal habían reportado a algún detenido por esos hechos.
Otra vez se supo primero por las redes sociales que por parte de los responsables del orden en la zona, y tuvieron que reaccionar tarde todos los entes y corporaciones.
Una vez más el club salió a explicar mediante un comunicado lo ocurrido, y otra vez quedó en evidencia que el llamado Fan ID que han calificado como una solución, no es más que una medida estéril.
Cada vez estamos más cerca de que esta ciudad sea sede de una copa del mundo, el máximo certamen de este deporte e industria.
Aunque cada vez que ocurre un episodio vergonzoso en torno al futbol local, parezca que falta poco para un saldo trágico.
El deporte no tiene la culpa, es solo el pretexto.
