En ciudades como la nuestra perduran noticias de hechos que parecen situaciones programadas y que desde que empiezan puedes pronosticar cómo se van a desarrollar e incluso cómo van a terminar por no resolverse.
Así hay varios “cuentos de nunca acabar”, como el ocurrido hace una semana en ese lugar llamado El Pozo o Valle de San Bernabé en Monterrey. Ha ocurrido varias veces en nuestra ciudad.
Ayer comenzaron varias de las familias a levantar sus austeras viviendas en el mismo lugar donde por años han permanecido sin que alguien les dé una solución de fondo.
La semana pasada hubo de todo en torno a esta lamentable noticia; lo bueno, sin duda fue la solidaridad de ciudadanos e instituciones que reunieron apoyo de comida y vestimenta para la gente; lo malo fue que a pesar de discursos y promesas, no hay claridad en lo que se va a hacer para que esa gente tenga a dónde ir y no se quede en ese asentamiento irregular y peligroso.
Las viviendas van de nuevo a levantarse, porque mientras alguien resuelve, parece que no hay de otra. El cuento de nunca acabar.
Pero, ¿por qué es tan difícil resolverlo?
Aquí el tamaño del problema.
Son más de 500 predios irregulares en Nuevo León. Un total de 20 mil 600 lotes aproximadamente están bajo estudio para determinar su viabilidad de regularización y otros ya en proceso de regularización.
Actualmente se tienen identificados 154 asentamientos irregulares en 31 municipios del estado.
Fomerrey divide o clasifica así dichos predios: “en proceso” y “por investigar”. La mayoría están en los municipios de Monterrey, Juárez, García, Escobedo, Santa Catarina.
Además otros 358 asentamientos ubicados en 38 municipios del estado con 30 mil lotes aproximadamente, hoy se investiga en campo para censarlos.
Estos se ubican principalmente en Monterrey, Guadalupe, Santa Catarina, Escobedo y García.
En conclusión, las principales trabas para darles certeza jurídica a las familias de posesionarios son: falta de tierra, actualmente Fomerrey analiza dos terrenos en municipios fuera del área metropolitana; riesgos como cauces e imposibilidad de introducir servicios, además de problemas legales con los dueños de los terrenos.
La historia se repite, una y otra vez, porque días después de los siniestros las autoridades se desentienden, la gente sigue adelante con su vida y las familias levantan sus casas.
Nada nuevo hasta ahora, solo el cuento de nunca acabar.
Víctor Martínez