Política

2019, cambiar para crecer

Está terminando el 2019 y prácticamente solo queda una semana. Aunque sin formalismos, ya se terminó la actividad cotidiana de este año.

Un 2019 que se lleva consigo un sinfín de emociones, de momentos y de episodios ricos en experiencia.

No hace mucho, en enero, comenzábamos rozagantes y con bríos una nueva etapa de la vida pública de nuestro querido país, tan golpeado en el pasado por la desesperanza, los sueños rotos y la amargura de la verdad que tarde o temprano, inevitablemente, sale a flote.

Pocos sentimientos tan limpios como la esperanza cuando se sostiene en el deseo de que “ahora sí sea la buena”. Pero pocos tan insostenibles cuando se aferran o están colgados de una sola persona. Se vuelven sentimientos ciegos.

Preocupante sin duda cuando la ceguera es colectiva, cuando se defiende a ultranza. Puesto que rayar en el fanatismo nos pone de bruces; vulnerables, sumisos.

Han transcurrido meses difíciles, de división, o dicho claramente: de polarización.

A esta altura del camino unos dicen: “Es normal, es la lucha que libran los malos por no irse, por no perder su coto de poder, sus privilegios”. Otros aseguran que es lo mismo, las viejas prácticas resucitadas, desempolvadas.

A algunos anima que los programas sociales se operan de manera directa, sin intermediarios, que se investigue duro a quienes en el pasado actuaron con corrupción. Pero a otros decepciona que se salven de la quema, personajes tristemente celebres; sinónimo de corruptela, del viejo sistema. El mal encarnado.

A unos anima la atención directa en las conferencias prometidas, la apertura a responder todo y a todos.

A otros desanima la serie de insultos, las formas no correctas y la cerrazón.

A algunos anima el fin de la condonación de impuestos, los viajes en clase turista y la justa medianía.

A otros desanima el mayoriteo, los amigos del poder, las consultas a mano alzada, el escaso crecimiento y “los otros datos”.

A muchos anima la firma de acuerdos, la no confrontación y no simulaciones. La diplomacia distinta.

A otros desanima el destierro de ideas buenas, solo porque fueron concebidas en un antiguo régimen.

Seguimos pues en una transformación constante; porque nos transformamos, de eso no hay duda. Si es crecimiento como país, se entiende. Crecer duele, como en todos los casos. Hay que cambiar para crecer.

El tiempo es enemigo de los cambios de fondo, los cuestiona, los aprieta y a veces termina por anularlos.

Si la palabra es paciencia, habrá que tenerla, abrazarla y recordarla a diario.

Siempre unida a la verdad, porque lo contrario, sería terrible.

Que venga el segundo año.


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Víctor Martínez Lucio
  • Víctor Martínez Lucio
Queda prohibida la reproducción total o parcial del contenido de esta página, mismo que es propiedad de Notivox DIARIO, S.A. DE C.V.; su reproducción no autorizada constituye una infracción y un delito de conformidad con las leyes aplicables.
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