En general en todo el mundo las personas están hartas y agotadas, por no poder llevar una vida normal, por mantenerse alejada de amigos y seres queridos, por no poder salir a fiestas, cines, de vacaciones y en general a espacios públicos, por ende, ante cualquier baja en los índices de contagio del COVID-19 o ante el avance del proceso de vacunación, se ha dado en muchos países un relajamiento generalizado de las medidas de seguridad, acompañado de un repunte de nuevos casos y la necesidad de endurecer de nueva cuenta el confinamiento.
Ello le acaba de suceder a Chile, que es por mucho el país de América Latina que más ha avanzado en su proceso de vacunación, con el 36% de cobertura hasta el momento, ello provocó que su población tuviera la sensación de estar a salvo y salió en masa a lugares públicos, con un repute tan grave que el Gobierno Nacional tuvo que decretar medidas estrictas de confinamiento.
Lo anterior es relevante para México, porque la mayoría de los estados se encuentra en semáforo amarillo y verde, con unas pocas entidades en naranja, lo cual daría la falsa expectativa de que la pandemia va de salida en nuestro país, cuando en realidad la experiencia internacional nos muestra que los repuntes o como les ha llamado la prensa, olas de contagio, son posibles, sobre todo si se toma en cuenta que nos encontramos en periodo vacacional y muchas familias salieron hacia destinos turísticos.
De hecho, es preocupante ver el nivel de tráfico en los aeropuertos, playas llenas de turistas, centros nocturnos abarrotados, como si no estuviéramos inmersos en la peor crisis de salud pública de los últimos 100 años.
Sin duda debemos dar pasos adelante, retomar con seguridad la mayor parte de nuestras actividades, sobre todo productivas y educativas, pero en cuanto a ocio y vida social, que sin duda es importante para el bienestar de las personas, aún debemos ser más cuidadosos, porque es precisamente en estos espacios donde la propagación del virus es mayor.
@victorsanval
