El surgimiento y crecimiento de los grupos de autodefensa en Michoacán es uno de los episodios más complejos en materia de seguridad en la historia de nuestro país, nacieron como una necesidad legítima (aunque no legal) de la incapacidad del Estado de garantizar la seguridad en Michoacán, sin embargo, la iniciativa que fue bien intencionada para algunos como Hipólito Mora y José Manuel Mireles, también fue usada por intereses indebidos, porque hubo cárteles que crearon autodefensas falsas para operar con más libertad e incluso fueron el origen de algunas de las organizaciones criminales que hoy asolan Michoacán, como los Viagras, los H3 o la banda del Abuelo Farías.
Fueron precisamente los Viagras los responsables del brutal asesinato de Hipólito Mora y durante años Mora también se enfrentó a Luis Antonio Torres “Simón el Americano”, líder de la banda de los H3, es decir, en sus últimos años de vida, Hipólito recibió ataques no de los cárteles tradicionales como Caballeros Templarios, Familia Michoacana o CJNG, sino de otros grupos de autodefensas, que en algún momento se dijeron sus aliados y luego se tornaron en organizaciones criminales.
En resumen, Hipólito Mora murió defendiendo sus principios y sin haber traicionado el ideal de garantizar la seguridad de su comunidad la Ruana desde la lógica ciudadana, sin embargo, de manera paradójica, murió a manos de autodefensas, sin que el Estado le proveyera seguridad, lo cual nos recuerda el crítico estado en el que se sigue encontrando Michoacán en materia de seguridad y en que nada ha avanzado de 2013 a la fecha.
Se le debe reconocer a las autodefensas de Hipólito Mora, que fue una de las pocas que mantuvo siempre este ingrediente ciudadano, sin corromperse en favor del crimen organizado, pero eso fue precisamente lo que propició los ataques externos que hoy lamentablemente acaban con su vida y que nos recuerdan que las autoridades federales, estatales y municipales siguen teniendo una gran deuda con la seguridad en Michoacán.
@victorsanval