En lo personal nunca sentí atracción hacia el cigarro, en aquellos viejos tiempos de la adolescencia no tuve la iniciativa de experimentar con esos “gustos”, en el caso del tabaco, ni tampoco aprendí el juego de billar, dos de los pasatiempos favoritos entre los compañeros de clases. Ocupaba mis días de “pinta” en otras actividades más entretenidas.
En la actualidad, seguramente todos tenemos familiares, amigos y conocidos aficionados a “echar humo” como suelen decir. De lo anterior se desprende el enojo por el cual seguramente atraviesan las personas que, al paso de los años, se convirtieron en amantes de quemar las hojas de tabaco, ante la entrada en vigor a partir de este domingo, de las nuevas reglas de la Ley General para el Control del Tabaco, publicadas el pasado 16 de diciembre en el Diario Oficial de la Federación (DOF), entre las que se encuentran las relacionadas con la promoción de publicidad y sin áreas de fumadores en lugares cerrados.
A raíz de las acciones legales puestas en marcha por las autoridades federales, la respuesta por parte de las tabacaleras y la industria restaurantera no se hicieron esperar, destacando una serie de amparos en contra de la prohibición de exhibir cigarros en puntos de venta y de crear áreas exclusivas en restaurantes para fumar. Con relación a este último punto ya existía un acuerdo previo en donde se incluía espacios abiertos para ingerir alimentos y al mismo tiempo fumar.
A pesar de esto último, y resultado de la nueva reglamentación, restaurantes, bares, establecimientos comerciales, así como centros de trabajo, oficinas y lugares cerrados no podrán ofrecer un área para fumadores. No será posible la publicidad, promoción y patrocinio de los productos del tabaco.
Así mismo, las empresas tabacaleras no podrán usar ningún medio de comunicación impreso y digital para la promoción de su producto.
Los consumidores de tabaco se van a enfrentar, en el caso de las “tiendas de la esquina” o de abarrotes, a que su producto de compra no estará a la vista, lo mismo va a ocurrir en los supermercados.
Una vez más las decisiones del Gobierno Federal (que afectan a dos de las empresas más poderosas, como son las tabacaleras y las relacionadas con el sector de alimentos, las cuales vienen de dos años complicados) son puestas en entredicho y sobre todo dejando en claro que no se analizaron todos los aspectos posibles. En el caso de las áreas para fumar en restaurantes, suena ridículo su modificación si ya existía una en cada local.
Seguramente habrá posiciones en contra y a favor, desde el punto de vista de la salud y el económico, hasta los derechos de cada persona, los fumadores y no fumadores.
Tal vez lo más interesante es tomar conciencia de lo que más conviene de manera individual y colectivo, incluso reducir el consumo de tabaco.