El calvario, para muchos, inicia desde el alba o antes cuando se salen de los hogares; para otros, al transcurrir las horas del día y hasta el anochecer cuando, después de las actividades cotidianas, se busca el descanso en casa.
Viajar en transporte público en la zona conurbada -y seguramente en el resto del estado-, representa toda una odisea: incluye desde corretear las desvencijadas unidades, hasta pelear por el aumento no autorizado del pasaje.
Todo con el propósito supremo de llegar a tiempo al trabajo, escuela, negocio y hasta para divertirse, los "trabajadores del volante" no tienen distingos, ni perdonan, tienen que cumplir sus rutas en tiempo y forma.
Mención aparte merecen los taxistas quienes, al parecer, fueron cambiados por otros de un multiverso paralelo, ya que no son aquellos conductores groseros, prepotentes y que, como jueces implacables, aplicaban las tarifas con base en un criterio único, el suyo.
Ahora son menos groseros, prepotentes y basan sus cobros utilizando las bases de la economía mundial, oferta y demanda; es decir, gracias a DiDi y Uber.
Aunque estos últimos están sujetos al escrutinio y vigilancia inquisidora de sus respectivas aplicaciones, de repente nos "toca el malo", como si fuera un molusco, y el usuario se lleva cada decepción.
Recorrer una ruta a bordo de un microbús o autobús suburbano es un paseo nada agradable para muchas personas, pero sí necesario.
Esperar la unidad bajo los implacables rayos del sol, estirar el brazo para hacer la parada y rezar en silencio para que el chofer se apiade y detenga la unidad; de lo contrario, a esperar al próximo.
Ya a bordo de la unidad, comienza la pelea por mantener el equilibrio entre enfrenones y con el mantra "disculpe… perdón", todo esto escuchando con música de fondo y a todo volumen "Compa, ¿qué le parece esa morra? La que anda bailando sola me gusta pa' mí".
Este viaje en la mayoría de los casos, es a bordo de un vehículo desvencijado y en pésimas condiciones, cuyos años de gloria quedaron lejos años luz.
La odisea concluye cuando llegamos a "nuestro destino", casi una cuadra después del original, debido a que el chofer le estaba "tirando verbo a una morra" y no escuchó el timbre.
El transporte urbano es un servicio de suma importancia para la movilidad de la sociedad; en muchas ocasiones se tiene la necesidad de pagar dos pasajes, o cuatro diariamente, y en ocasiones tarifas nocturnas o especiales, aunque oficialmente no existen.
Las autoridades estatales acaban de anunciar un aumento en el cobro del servicio; seguramente la ciudadanía podría estar de acuerdo, siempre y cuando las unidades se modernicen y se busquen alternativas para no castigar a la economía de las familias.