A María Eugenia Fernández, “Maye”
Este próximo sábado 18 de agosto del 2018, se cumplirán 82 años-como ya lo enunciamos aquí en nuestra anterior colaboración-del asesinato del poeta y dramaturgo García Lorca en su Granada, España, por las fuerzas-fascistas-franquistas-falangistas (“De la Cofradía de las 4 Efes”), enemigas de la inteligencia, de la vida, de la creación, del amor: de la poesía y del teatro; y, al servicio y prestanza del odio, de la destrucción, de la ignorancia y de la muerte.
Después de hablar y aprender con Gregorio Prieto y de aprobar los primeros dos cursos anuales en Madrid nos fuimos de vacaciones a Granada y en pos de Federico. La Plaza de la Bib-Rambla, el barrio del Albayzín, su Catedral y la Gran Vía, junto con el piso húmedo y frío en el que vivíamos con Morey, neoyorkino-udla; más teniendo como eje principal a la Alhambra, en las mañanas y tardes y, a las Cuevas del Sacromonte-nada más yo con mi nuevo amigo andaluz Sergio-, por las tardes y las noches. Sumados a la asistencia nocturna de Concepción con Morey a los conciertos del “Festival Manuel de Falla”, en el Generalife y en la propia Alhambra por más de 15 días de audiciones de primer nivel internacional, mientras me tocaba cuidar y acompañar a Víctorcito y de seguir leyendo y redactando los inicios de la investigación documental de la tesis en desarrollo.
Esas actividades, nos dieron los básicos elementos del contexto granadino y la primera relación con el hábitat lorquiano, sumados con el caminar por sus callejones, Judería y la Medina, barrios y paseos. Efectuando el “tapeo” con sus cañas (¡excelentes!); más la gastronomía mediterránea y, como final del día o de la semana los churros con café o chocolate en los locales amables y concurridos de la inigualable “Bib-Rambla”.
Y, ahí, junto a su fuente y a sus bancas, conocimos a Fátima y a Paloma, enlaces con su familia: los Morell Parera que nos abrieron, generosamente, sus afectos, cultura, creencias e historias de vida que enriqueció y forjó ese conocimiento sobre el Ser Granadino y con ello el acercarnos de manera directa a saber más sobre el ambiente y el entorno de los granadinos-andaluces-españoles. Y, ahí, también estuvo Federico.
Regresé, al paso de la vida y de los años del cambio de las situaciones y de los intereses, a la Granada que, al igual que California y Turquía pueden brindar al ser humano que lo busque o necesite “desde la nieve al trópico o de la altiplanicie al mar; donde se puede esquiar-nieve o agua-o nadar, pescar-ríos-embalses-arroyos-en un mismo día y no a muy largas distancias”. La familia Morell Parera volvió a ser mi refugio y apoyo: desde Manuel y Soledad, los papás; a Miguel Ángel-ahora sacerdote-; José Mari, Paola y sus hijas; Paloma, con su amable y solidario esposo junto a su casi decena de hijos (Fátima vivía de seglar misionera en Rusia); hasta la demás cálida e igualmente fraternal familia. Recorrí con ellos las casi 7 comarcas granadinas.
Especialmente, fui al Valle del Lecrín a Melegis a buscar al escritor irlandés Ian Gibson, nacionalizado español Concejal de Granada y el mejor biógrafo de Federico García Lorca. Estuve frente a su casa y los vecinos me mandaron al hostal-mesón restaurante “Los Naranjos” en el que su dueño José Antonio Vallejo Roldán, amable afectuoso y en torno a la caña y la tapa, me dio el teléfono de Gibson al enterarse que había ido a buscarle, que era mexicano y que Ian se había ido a Granada. Al no encontrarle, me fui a las Alpujarras y a Salobreña para empaparme más de sueños y realidades aprehendidas y sorbidas en mi visita y estudios también a Fuente Vaqueros, a Santa Fe y a la Huerta de San Vicente.
Volví a Dilar (el barrio granadino donde tienen sus cháles) para estar más con la familia Morell Parera y, luego, con un penúltimo recorrido por la Alhambra y la Plaza de la Bib-Rambla, me envolví de Federico y sus andares y me regresé a Madrid. Le llamé a Ian Gibson. Le expliqué lo acontecido. Hablamos cordialmente y, creo que nos emocionamos un poco. Le invité a venir a México. Cuestión que ahí quedó (espero que, ahora, por también efecto de la cuarta transformación, pueda hacerse real su visita
). Y que así, se le haga estar presente, por medio de Él, a Federico en México.
Confidencialmente, en estos días, en un suplemento de “El País”, Javier Rodríguez Marcos, escribe: “Por el lado del Lorca-símbolo, al debate sobre la conveniencia de volver a buscar sus restos en el barranco de Viznar se le ha sumado en los últimos meses la petición de que se le conceda, a título póstumo el Premio Nóbel de literatura(
)Su presencia internacional sigue siendo, además, muy notable. Hasta el día 20 puede verse en el Centro Pompidou, en Francia, una exposición que en octubre viajará al Barbican de Londres”.
(...)El fusilamiento de Federico García Lorca en agosto de 1936 produjo una ola de indignación a la altura de su prestigio. Compañeros de generación como Luis Cernuda o maestros como Antonio Machado escribieron versos para llorar a un poeta al que el exigente Juan Ramón Jiménez calificó “hombre de cinco razas”.
(...)Ian Gibson aventura una explicación para tanta unanimidad: “La fuerza de sus imágenes, de sus metáforas, que sobreviven a la terrible prueba de la traducción. Y el gran tema de su obra: la tragedia de un ser humano que no puede vivir la vida que quiere. Eso es universal” (Marcos, R.J., “La estrella de Lorca nunca se apaga”, Ideas, El País, No. 169, domingo 12 de agosto de 2018).
Federico García Lorca: “El crimen fue en su Granada” (II)
- De neblinas y Don Goyo
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Víctor Bacre Parra
Puebla /