Hay una teoría que dice que si los ricos repartieran por igual todo el dinero que hay entre sus habitantes, al cabo de 5 años algunos volverían a ser pobres y los que eran ricos volverían a serlo como antes del reparto.
¿Será que más allá de gente pobre, hay mentes con falta de ánimo para descubrir su verdadero potencial?
Hace unos días durante una cena con amistades escuché algunas historias sobre la situación financiera que la pandemia les ha traído, uno de los presentes compartió haber perdido sus ahorros de años de esfuerzo para sobrevivir tras ser despedido de su trabajo. Confesó la preocupación y angustia que esta situación le ha generado y en su discurso seguía quejándose y siendo presa de sus circunstancias. Mientras, otro de los presentes platicó que la empresa donde había invertido su dinero se había ido a la quiebra. Éste último a pesar de que lo había perdido todo y no recuperaría su dinero, dijo con serenidad: ‘’he perdido todo mi dinero, pero ni las penas, ni las lamentaciones me lo devolveran y sé que podré recuperarlo con trabajo y empeño’’. Quizá la circunstancia en ambos casos es muy similar, pero el poder inmenso diferenciador es la interpretación que cada uno le dió.
Hay gente que no es pobre por como vive, sino por como piensa; si las cosas que nos suceden tuvieran 100% el poder de beneficiar o perjudicar, el resultado sería el mismo para todos, pero el hecho de que una misma circunstancia sea positiva para unos y negativa para otros, demuestra que lo bueno o lo malo no se centra directamente en el acontecimiento sino en la persona que lo está viviendo.
Joe Dispenza, neurocientífico y bioquímico, asegura que cuando se aprende a elegir y controlar los pensamientos se generan cambios importantes en el cuerpo y en la vida. Explica que al adquirir nuevos hábitos mentales, la informacion ingresa al cerebro y comienzan a generarse redes de neuronas que se traducen en patrones. En el momento en que nos sentimos de cierta manera, buena o mala, estamos enseñando quimicamente al cuerpo a comprender lo que la mente entendió.
Creo que vivimos un momento en la historia donde conocer sobre nuestros alcances mentales podría ser en un camino crucial hacia la evolución. Entender que no estamos programados par ser de cierta manera por el resto de nuestra vida ni condenados por los genes o creencias, puede abrirnos caminos y experiencias inimaginables.
Gran parte de lo que he aprendido en los últimos meses que han sido tan cambiantes, es que se nos puede arrebatar todo, salvo una cosa: la elección de la actitud personal ante las circunstancias para decidir nuestro propio camino.
Me doy cuenta que todo aquello que he abrigado en lo más íntimo, tarde o temprano ha tomado forma en mi realidad; que la causa de mi miedo o valentia, de mi ignorancia o inteligencia, de mi intranquilidad o serenidad, radica en mis pensamientos.
Pienso que todos deberíamos aprender a disciplinar la mente para entender que donde hay causa, hay solución. Sabernos dignos de un buen entorno, buenas oportunidades y ante todo asegurarnos de esforzarnos. Si llevamos cada experiencia de la vida a su máximo potencial aún cuando no esté alineada al manual, podríamos construir mayor plenitud y proporcionarla al servicio de los demás. ¿En qué estás pensando?
Verónica Sánchez