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Gente mucha, personas no tantas

  • La pluma en el mapa
  • Gente mucha, personas no tantas
  • Verónica Sánchez

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Hoy cuando la humanidad se ve confrontada por una pandemia, se han infiltrado factores sociales, económicos y culturales que han sido el espejo perfecto para mostrarnos la empatía, pero además la miseria humana.

En los últimos días ha llamado mi atención el caso de Carlo Mosca, un médico italiano acusado de matar a pacientes infectados de Covid-19 para liberar camas en el hospital Montichiari de Brescia, al norte de Italia. Mosca, se desempeñaba como jefe de urgencias y hoy se encuentra bajo arresto domiciliario por homicidio voluntario. Según autoridades el médico aplicó dosis de anestésicos y bloqueadores neuromusculares que solo se administran a pacientes intubados, mientras él lo hizo a dos adultos mayores que no lo estaban y perdieron la vida.

Los fiscales aseguran que cuando el acusado se enteró que era investigado, pidió a las enfermeras ponerse de acuerdo con una misma versión de la historia, mientras las incitaba a dar declaraciones falsas. El juez de instrucción en el caso asegura que Mosca fue victima del estrés extremo originado por el colapso y crisis sanitaria. Para otros en realidad se trata de un caso de eutanasia para disminuir el sufrimiento de las personas que estaban por morir, y salvar la de otros con menos posibilidades.

¿Bajo qué criterio puede una persona salvarle o arrebatarle la vida a alguien?

Es más que evidente que las crisis nos llevan a una reflexión, y en este caso al reencuentro con un aspecto de la condición humana que pone a prueba la vulnerabilidad y la justicia. ¿Dónde está el tacto, cómo surge el derecho de quitarle la vida a una persona?

La salud física es un principio de interdependencia fundamental pero igualmente importante es la salud mental, sin la cual se puede dar un importante deterioro a la humanidad.

De acuerdo con la OMS, cada año 800,000 personas se quitan la vida. En México antes de la pandemia se registraba un 5 por ciento de casos con trastornos emocionales, hoy las cifras registran un 25 por ciento según la Asociación Psiquiátrica Mexicana.

La pandemia ha representado un enorme golpe emocional sobre las personas a consecuencia de pérdidas de vidas humanas, el desempleo y aislamiento. Esto pone sobre la mesa la urgencia de aprender sobre nuestra salud mental y mecanismos emocionales para entender que lo que hagamos o dejemos de hacer afecta a los demás. Todo está conectado.

Por otro lado, la neurociencia tiene mucho que aportar ya que nos permite saber cómo opera nuestro cerebro y qué mecanismos podríamos implementar.

Trabajar en lo afectivo y en el fortalecimiento de los vínculos entre las personas, podría ser una estrategia para disminuir la incertidumbre en la gente.

Habrá sin duda un antes y un después del Covid-19, no solo en lo sanitario, en las políticas públicas y en lo económico, sino, ojalá, sobretodo, en una mayor conciencia social para entender que solamente juntos podemos salir exitosos ante los nuevos retos.

Hoy no tenemos una vacuna contra la depresión o la ansiedad, por lo que tendremos que trabajar todos en fortalecer nuestra empatía, nuestra corresponsabilidad a fin de atender no solo nuestra salud física sino también emocional.

¿Quiénes y cómo nos abrirán posibilidades a nuevas formas de vivir para entender y atender la salud desde una perspectiva integral?

Verónica Sánchez

@VeroSanchez_TV


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Queda prohibida la reproducción total o parcial del contenido de esta página, mismo que es propiedad de Notivox DIARIO, S.A. DE C.V.; su reproducción no autorizada constituye una infracción y un delito de conformidad con las leyes aplicables.
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