Cultura

De primera y de segunda

Coronar un periodo de trabajo y esfuerzos es lo que todas y todos esperamos. 

Más aún cuando esa labor se hizo bajo condiciones de estrés y crisis como lo fue la pandemia provocada por el virus SARS-COV2. 

Los dos recientes ciclos escolares no fueron todo lo convencional como los anteriores, como los de siempre. 

Alumnos, docentes y familiares de ambos la vivieron dura al hacer todo lo posible por mantener en ambiente conveniente el Aprende en Casa.

Por eso se antojaba –se merecían- que todas y todos fueran contemplados en los cierres de ciclo escolar y/o graduaciones. Probablemente usted tiene en casa a una o un estudiante, que con grandes esfuerzos se mantuvo conectado ante la amenaza del servicio deficiente de los proveedores de internet. 

Imagine ahora, el esmero de las personas con discapacidad para seguir el paso que dictaban los altos mandos de las instituciones educativas ¡Uf!

¿Quién podría dudarlo? ¿Habría acaso alguna o alguno con la intención de segmentar al alumnado de “primera” y de “segunda” para contemplarlo o no en los eventos de cierre de ciclo? ¿Selección? ¿Exclusión? ¿Discriminación?

Sí, sí los hubo.

Por lo menos tuve conocimiento de dos en Torreón. 

La primera, vino de una pomposa universidad que organizó la misa de acción de gracias solo y únicamente para aquellos alumnos que tuvieron un promedio de excelencia académica, o sea, que en la ceremonia religiosa se vería a puro fariseo, digo, a puro cerebro ¡Qué alegría sintió el Todo Poderoso por aquello!

La segunda nos la contó a través de redes sociales, la mamá de Romeo, un niño con síndrome down que concluyó satisfactoriamente su educación preescolar pero las autoridades del kínder “Lucía A. de Fernández Aguirre” clave 05DJN0167-I olvidaron invitarlo a la ceremonia de graduación ¿lo puede creer?

¡Qué exageración! ya lo escucho decir….y puede parecernos, a no ser que sea a tu hija o hijo a quien no “inviten”. 

Pero más allá de cursilerías y sentimentalismos, la cosa se pone seria cuando se trata de derechos humanos.

Cabe aclarar, que en el primer caso se trató de una lamentable y penosa exclusión a aquel alumnado que por no ser un “cerebro” no fue convocado a asistir a la misa de acciónde gracias, una actividad extracurricular y no obligatoria, por lo tanto, no discriminatoria pero sí excluyente.

En el caso de Romeo, la cosa se pone más delicada, pues al ser un niño con síndrome down, se le vulneró el interés superior del infante a recibir todos los servicios de educación por el simple hecho de ser persona y pertenecer a un grupo en situación de vulnerabilidad. 

En pocas palabras, no tuvieron madre los encargados de la graduación del kínder. ¿Cuándo aprenderemos?


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Verónica Rocha
  • Verónica Rocha
Queda prohibida la reproducción total o parcial del contenido de esta página, mismo que es propiedad de Notivox DIARIO, S.A. DE C.V.; su reproducción no autorizada constituye una infracción y un delito de conformidad con las leyes aplicables.
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