El domingo pasado, aún y cuando en algunos lugares se propuso posponer el festejo del día del padre, en la mayoría de los hogares se celebró a los papás.
Como lo hayan podido hacer, la mayoría encontró motivos para estar con quien, en colaboración con la madre, le trajeron a este mundo.
Celebro la labor de aquellos que procuran a sus hijos y a sus familias con lo mejor que tienen, incluso en no pocas ocasiones, a hijos que no son propios.
Sin embargo, esta reflexión es más para invitar a aquellos que limitan su procuración a lo económico, o bien, que tuvieron la fortuna de engendrar hijos pero que los han abandonado.
Y es que cada vez son más comunes los casos en los que el padre dejó la vida de sus hijos. En el mejor de los casos, suplen su ausencia con algo para su manutención, que sirve mucho para aligerar la responsabilidad de quien se ha quedado al cargo que, la mayoría de las veces, es mamá.
Históricamente, al hombre se le ha visto como proveedor, en la creencia que, esa fuera su más importante labor.
Sin embargo, eso es lo menos complicado de todo. Obviamente, proveer es de suma importancia, pero lo que más nutre al hijo no es un plato en la mesa, sino el cúmulo de alimentos que le forman como persona.
En la actualidad, el rol paternal permite estar abiertos a expresar, con mayor libertad, las emociones y desde ahí guiar a los hijos.
La cercanía, la guía, el conocimiento y la complicidad que se puede desarrollar con cada hijo, es la tarea más complicada a realizar, pues requiere tiempo, dedicación, permitirse estar y sentir. Algo que, por años, se le ha limitado a los varones.
La riqueza más grande que un padre dejará a sus hijos no es material. Es este alimento emocional que le servirá para toda la vida.
La sensación de seguridad, de amor, de confianza se convierte en realidad cuando papá, con una decidida participación activa en la formación de su familia, abona a la formación de futuros padres más equilibrados y seguros de querer practicar una paternidad completa.
Es un trabajo al que, las mujeres, nos tenemos que sumar, pues en esas manos está el fundamento de la sociedad; si la queremos más justa y equitativa, la debemos trabajar desde el hogar.
Felicidades a todos los padres.
