“Teniendo en cuenta que el uso del término no ha mostrado signos de desaceleración, no me sorprendería si ‘posverdad’ acaba convirtiéndose en una de las palabras que definen nuestros tiempos” Casper Grathwohl, presidente de Oxford Dictionaries. Los resultados obtenidos en las elecciones presidenciales, nos muestra la fuerte influencia que tiene el enojo, el hastío y el desencanto de la situación que vivimos actualmente. Fue un voto al enfado por el pasado, pero al mismo tiempo a la esperanza de un cambio ante la percepción de una realidad que ya es inaguantable y que se mueve por los deseos de creer más que de una realidad objetiva; es la búsqueda de una posverdad basada en emociones. Pero entonces, en nuestra sociedad ¿qué relevancia tiene la verdad?
Ninguna, ya que le apostamos a las afirmaciones que suenan ciertas, sin un sustento real, a una verdad que no es falsificada abiertamente pero cuya importancia es secundaria, pues se convierte en válida por su agresividad y en cómo es utilizada para reforzar prejuicios y manipular emociones.
De acuerdo a The Economist, (Art of the lie; septiembre 2016), lo que alimenta el fenómeno de la posverdad han sido las redes sociales, que se han convertido en las fuentes de las noticias, las han fragmentado y han logrado que las mentiras y los chismes se difundan a una velocidad alarmante, que al ser compartidas acrecientan la confianza y toman la apariencia de verdad; además ofrecen un mayor acceso y horizontalidad a la información en forma incontrolable hasta desafiar abiertamente la credibilidad de los medios tradicionales.
Pero si para el mundo este fenómeno ha movido a la sociedad a dejar lo objetivo por lo subjetivo, como sucedió en las elecciones de Trump y el Brexit, ahora que le toca a México vivir este proceso de cambio, el anhelo es lograr un país más libre e igualitario, menos corrupto e impune, con mayores oportunidades hacia a una mejor distribución de la riqueza.
Hoy la posverdad no puede quedarse solo en la emoción de haber logrado elecciones legítimas, sino en llevar a la práctica este deseo de un mejor país.