Recientemente, en una reunión con jóvenes emprendedores, egresados de sus estudios profesionales, se les preguntó sobre las habilidades que consideraban indispensables para un buen desempeño laboral.
Es importante señalar que las edades de estos jóvenes oscilan entre los 25 y 27 años, dentro de los llamados millenial.
De entre las habilidades que mencionaron se encuentran el trabajo en equipo, asumir compromisos (o ponerse la camiseta), flexibilidad y una que, viniendo de personas de esa edad, pareciera un tanto extraña, no así para alguien mayor: saberse comunicar oral y por escrito.
Es cada vez más común que los muchachos, por la facilidad que ofrecen las tecnologías, además de que cada generación tiene sus propias aficiones en cuanto a la jerga que los identifica, que las formas de comunicación han ido cambiando, sin embargo, en el plano laboral, aún existen ciertas formalidades, por mínimas que sean, que deberían conocerse para tener una comunicación clara.
Fue sorprendente escuchar de personas de apenas 26 años, en promedio, que tuvieran dificultades para poder llegar a acuerdos con contemporáneos por fallas en la comunicación: porque se utiliza un lenguaje muy informal; por pobreza de vocabulario; o por la falta de signos de puntuación o acentos que dificultan entender lo que el emisor quiso decir.
Si a eso se le añade que el correo electrónico, muy comúnmente usado en el campo laboral, ha sido sustituido por la comunicación inmediata que agrega símbolos gráficos (emoticons) y abrevia expresiones, o bien, las suprime, la comunicación formal está en peligro de extinción para los más jóvenes.
Pero lo que hoy utilizan carece de precisión por lo que, desafortunadamente, no se puede sustituir la elocuencia por una serie de frases que dicen poco o nada, o con dibujos, como si se regresara a otra época, antes de la evolución del lenguaje.
Es labor de todos, escuela y familia, estar atentos y trabajar para tener una mejor comunicación.
¿Pueden comunicarse nuestros jóvenes de manera formal?